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La Página de Bedri
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Nabo

¿Qué es el nabo?

El nabo (Brassica rapa), es una hortaliza cultivada comúnmente en los climas templados de todo el mundo por su suculenta raíz bulbosa. Las variedades tiernas se utilizan para el consumo humano, mientras que las mayores son dedicadas a forraje para el ganado.

El nabo es una hortaliza de raíz que se adapta muy bien a los climas fríos. Pertenece a la familia de las Crucíferas, que engloba 380 géneros y unas 3.000 especies propias de regiones templadas o frías del hemisferio norte. La importancia de esta familia de hortalizas, a la que también pertenecen las coles y los berros, reside en que contienen unos compuestos de azufre considerados como potentes antioxidantes que ayudan a prevenir enfermedades.

Los nabos son muy populares en Europa, en particular en las regiones más frías, ya que se pueden almacenar durante varios meses después de la cosecha.

La especie más común de nabos comercializada como hortaliza en Europa y Norte América es principalmente de piel y carne blanca, a excepción de los 1-3 cm superiores que al sobresalir de la tierra y recibir la luz del sol son de color púrpura, rojo o verdoso. Esta parte superior se desarrolla a partir de tejido del tallo, pero permanece soldada a la raíz, que es prácticamente esférica, de alrededor de 5-15 cm de diámetro y carece de raicillas laterales. La raíz principal (que se encuentra por debajo de la raíz engrosada) es delgada y de 1 dm o más de longitud; se corta tras la recolección.

Clasificación científica

Reino: Plantae
División: Magnoliophyta
Clase: Magnoliopsida
Orden: Brassicales
Familia: Brassicaceae
Género: Brassica
Especie: B. rapa
Nombre binomial
Brassica rapa
L.
Sinonimia

B. campestris L.
B. campestris L. ssp. rapifera (Metzger) Sinsk.
B. campestris L. var. rapa (L.) Hartman
B. rapa L. ssp. campestris (L.) Clapham
B. rapa L. ssp. olifera DC.
B. rapa L. ssp. sylvestris Janchen
B. rapa L. var. campestris (L.) W.D.J. Koch
Caulanthus sulfureus Payson

Las hojas, que se asemejan a las de la mostaza, crecen directamente sobre la parte superior sin apenas cuello. Aunque son también comestibles deben estar muy frescas, por lo que, normalmente se eliminan antes de llegar al mercado o se venden por separado. El nabo tiene un sabor acre, parecido al del repollo crudo o el rábano que se suaviza al cocinarlo.

Los nabos llegan a pesar más de 1 kg, sin embargo se pueden cosechar cuando son más pequeños. El tamaño va en función de la variedad y del tiempo que se han dejado crecer. La mayor parte de éstos son variedades especiales, que solamente están disponibles recién recolectados y no se conservan durante mucho tiempo. Se suelen consumir (hojas incluidas) crudos, en ensaladas como los rábanos y, dependiendo de la variedad tienen una carne amarilla, anaranjada o rojiza. Su carne, de color blanco, está cubierta por una piel fina de color amarillo o blanco que, en ocasiones, puede llegar a presentar una coloración verde o púrpura en el extremo superior. Puede presentar forma redondeada, aplanada o cilíndrica.

Debido a las variedades existentes hoy día de nabos, se pueden comprar en cualquier época del año, si bien cobran mayor presencia en nuestros mercados durantes los meses de otoño

Origen

Se cree que el nabo es oriundo de Europa, aunque también se ha propuesto como posible centro de origen Asia Central. Se cree que fue la base de la alimentación de las tribus primitivas que poblaron Europa. El nabo se cultivaba ya en la Antigua Grecia y el Imperio Romano. Aunque se desconoce el lugar exacto donde fue introducido como cultivo por primera vez, se baraja Afganistán, Pakistán y la región del Mediterráneo. Hace casi cuatro milenios se cultivó por vez primera y, con posterioridad, fue muy apreciado por griegos y romanos. Ambas civilizaciones desarrollaron nuevas variedades a partir del nabo silvestre. Durante la Edad Media, el nabo constituyó uno de los alimentos de mayor relevancia. Se consumió casi a diario en Alemania hasta que se vio desplazado por la patata cuando, en el siglo XVIII, ésta llegó a Europa procedente de América. A partir de la Revolución Francesa se cultivaron más patatas y menos nabos en Europa hasta llegar a convertirse en un alimento casi olvidado. Aunque en la actualidad el nabo no es muy apreciado, su cultivo se ha extendido a todo el mundo, sobre todo como alimento para el ganado. Se cultiva en especial en Alemania, en la costa mediterránea del sur de Europa y, en menor proporción, en el sur de Estados Unidos. No obstante, tanto la raíz como las hojas del nabo están volviendo a cobrar protagonismo en nuestros días tras conocerse mejor su composición y propiedades. Hoy en día vuelve a ser un apreciado ingrediente en guarniciones, asados o purés.

Variedades

Las variedades más destacables de nabos son:

  • Nabito de Teltow: es una de las más apreciadas, de tamaño pequeño y color blanco cremoso.
  • Nabo de mayo: tal y como su nombre indica, está disponible en el mercado de mayo a junio. Es de color blanco y tiene forma esférica.
  • Nabo de otoño: variedad que se siembra en verano y se recolecta en otoño. Es de piel roja o verde y carne blanca. Su tamaño es mayor que el del nabo de mayo y su sabor es más fuerte.
  • Nabos Stanis: presenta cuello de color púrpura, hojas medianas y buena textura.
  • Nabos Virtudes-Martillo: estas variedades son de color blanco y forma alargada con un estrechamiento en la zona central. Su carne es blanca, muy tierna y dulce.
  • Nabo Bola de nieve: tiene una forma redonda y es de pequeño tamaño (ocho centímetros de diámetro), con la piel lisa de color muy blanco, tierna y de delicado sabor.
  • Nabo japonés o kabu: su sabor es más intenso que otros nabos y sólo puede encontrarse en tiendas especializadas.

Usos

Algunas variedades del nabo pueden consumirse crudas resultando muy sabrosas, sin embargo lo más frecuente es cocinarlos para acompañar generalmente a platos de arroz y legumbres. Antes de ser consumidos, los nabos se lavan y se cepillan para eliminar posibles restos de suciedad. Si son pequeños, frescos y no presentan la piel dura, no es necesario pelarlos.

El empleo de los nabos en diferentes guisos, hace que estos platos tengan un sabor más suave.

Además una vez cocido, forma parte del popular cocido madrileño junto a la patata y la zanahoria.

Sus hojas, conocidas como grelos en Galicia, también pueden consumirse cocinándose de modo similar a las espinacas o como ingrediente en crudo en diversas ensaladas.

Las hojas del nabo, llamadas nabizas o cimos, son utilizadas en la cocina tradicional del occidente de Asturias formando parte del Pote. Sin embargo, en la zona Central asturiana se consumen preferentemente las raíces.

Un nabo muy popular en Sudamérica es el Raphanus sativus, nabo blanco, el cual es más grande que el nabo europeo.

Esta hortaliza debe su poder curativo a su contenido en sales minerales y vitaminas tan esenciales para la salud. Los nabos son útiles en el estreñimiento y las partes superiores cocidas al vapor en fuego lento débil, tiene un definido efecto laxante.

La raíz cortada en rodajes sirve para preparar un jarabe de cualidades sorprendentes contra la bronquitis, tos asma y para todos estos casos se tomará por cucharadas de acuerdo el grado de enfermedad. El zumo de nabo actúa como hemostático, es decir para detener las hemorragias, dando especialmente resultados favorables en las hemorragias uterinas, administrado en cucharaditas.

El nabo se usa también externamente en forma de cataplasmas, empleando la pulpa de la raíz, previamente sometida a cocción ; estas cataplasmas son magnificas para combatir los sabañones y especialmente para disipar el molestoso escozor y se usará en los lavados continuos. También esta pulpa es buena aplicada exteriormente contra las inflamaciones en general y puesto detrás de las orejas calma los dolores de muela. Los baños tibios de las hojas de nabo son excelentes para tonificar el sistema nervioso y vigorizar todo el organismo.

ADVERTENCIA: si usted está enfermo o cree que pudiera estarlo acuda a su médico, solo él puede ofrecerle un diagnostico y un tratamiento adecuado a su caso basado en el conocimiento y en estudios serios, rigurosos y avalados por la evidencia científica demostrable. La salud es un bien que no tiene repuesto.

Adquisición y conservación

En el mercado deben elegirse nabos de tamaño pequeño o mediano, de piel lisa, redondeados, firmes y pesados con relación a su tamaño, de color blanco a violeta. Si se venden en manojos, los cuellos deberán tener una apariencia fresca de color verde.

Por el contrario, se rechazarán los ejemplares de tamaño demasiado grande, con marcas en la piel o que presenten raíces fibrosas. Una vez en casa, conviene eliminar las hojas. Las raíces se conservan en bolsas de plástico perforadas en el frigorífico. En él se pueden mantener en buenas condiciones de una a tres semanas.

Se aconseja no lavar los nabos hasta el momento de su consumo para evitar pérdidas vitaminas y minerales. También se pueden conservar congelados, siempre que se escalden con anterioridad en agua hirviendo durante un par de minutos.

Propiedades nutritivas

Composición por 100 gramos de porción comestible

Energía (Kcal)

24,7

Agua (ml)

90,5

Proteínas (g)

Hidratos carbono (g)

5

Fibra (g)

2,8

Potasio (mg)

240

Yodo (mcg)

20

Fósforo (mg)

34

Folatos (mcg)

14

Vitamina C (mg)

23

mcg = microgramos (millonésima parte de un gramo)

Se trata de una hortaliza de escaso aporte calórico, ya que posee abundante cantidad de agua y un bajo contenido de hidratos de carbono. Es buena fuente de fibra que mejora el tránsito intestinal y que nos protege contra determinadas enfermedades. Respecto al contenido vitamínico, aporta una apreciable cantidad de vitamina C y de folatos, mientras que contiene cantidades discretas de vitaminas del grupo B (B6, B3, B1 y B2). Además carece de provitamina A y de vitamina E, abundantes en otras verduras y hortalizas. En cuanto a su composición en minerales, el más abundante es el potasio, seguido del calcio, el fósforo y el yodo.

La vitamina C además de poseer una potente acción antioxidante, interviene en la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos. Asimismo favorece la absorción del hierro de los alimentos y la resistencia a las infecciones.

Los folatos intervienen en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis de material genético y la formación de anticuerpos del sistema inmunológico.

En cuanto a su composición en minerales, el más abundante es el potasio, seguido del calcio, el fósforo y el yodo. El calcio de estas raíces no se asimila apenas en relación con los lácteos y otros alimentos ricos en dicho mineral.

El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, además de regular el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.

El yodo es indispensable para el buen funcionamiento de la glándula tiroides, que regula el metabolismo.

El fósforo juega un papel importante en la formación de huesos y dientes, al igual que el calcio, y participa en procesos de obtención de energía del organismo.

Es importante tener en cuenta que las hojas del nabo o grelos son más nutritivas que el propio nabo. Los grelos aportan casi el doble de proteínas y de fibra que la raíz y mucho calcio. Lo más destacable de los grelos es su composición en vitaminas y minerales. Contiene cantidades varias veces superiores a las del nabo de provitamina A o beta-caroteno, vitamina C y folatos.

El beta-caroteno se transforma en vitamina A en nuestro organismo conforme éste lo necesita y posee una acción antioxidante. La vitamina A es esencial para la visión, el buen estado de la piel, el cabello, las mucosas, los huesos y para el buen funcionamiento del sistema inmunológico.


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