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La Página de Bedri
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Avellano

¿Qué es el avellano?

El avellano común (Corylus avellana), es un gran arbusto caducifolio oriundo de Europa y Asia. Alcanza normalmente entre 3 a 8 m de alto, aunque en ocasiones puede llegar a los 15 m con una copa muy extendida y de forma irregular y generalmente ramificado desde la base. De corteza marrón pálido o gris y profundamente estriada. La madera es dura, flexible y muy resistente. Las hojas redondeadas, entre 6 a 12 cm de largo y ancho suavemente pubescentes por ambas caras y con bordes doblemente aserrados.

Las flores nacen antes que las hojas, a principios de la primavera, son monoicas y con amentos de sexo diferenciado; los masculinos de color amarillo pálido y entre 5 a 12 cm de largo, los femeninos muy pequeños y prácticamente ocultos en las yemas de las que surgen los estilos rojo brillante, en número de 1 a 3. El fruto es la avellana, que se produce en grupos de 1 a 5, cada una contenida en un pequeño y hojoso involucro que encierra alrededor de las 3/4 partes de la nuez. La maduración tarda de 7 a 8 meses y entones el involucro se abre liberando la avellana.

El nombre de avellana proviene del latín abellana nux, nuez de Abella, ciudad de Campania (Italia) donde abunda.

Origen

Parece ser que el avellano tiene su origen en el Ponto, Asia Menor, de donde fue importado por los griegos. Actualmente esta planta está muy difundida tanto en estado silvestre como cultivada.

El epíteto específico, avellana, que también da nombre a sus frutos, deriva según Andrés Laguna de la ciudad de Avella, en Campania, donde parece ser que estas plantas se criaban en abundancia.

En España el cultivo del avellano se expandió a mediados del siglo XIX, como consecuencia del arranque de viñas, por la crisis de la filoxera y a la importancia de algunas regiones en el comercio de frutos secos.

Se tienen noticias de su cultivo en documentos que datan del siglo IV a.C. Este árbol es poco exigente en cuanto al clima, y puede resistir inviernos muy fríos. Sin embargo, para una buena fructificación debe ser cultivado en zonas bien aireadas y de abundante insolación. Prefiere los suelos frescos, ligeros, profundos y permeables. Acepta el cultivo en secano, pero si la pluviosidad es baja, el rendimiento disminuye.

Distribución geográfica

El avellano (Corylus avellana) es espontáneo en casi toda Europa. Desde la última glaciación se convirtió en una especie común en el sotobosque de abetos. A veces, incluso desplazando a los árboles mayores, para constituir avellanares más o menos extensos. Le gusta la niebla y la humedad atmosférica, contribuyendo a mantenerla. Actualmente, el límite septentrional de esta especie ronda al paralelo 63º, por el sur llega hasta el Norte de África y se extiende por el este hasta Armenia.

Las perspectivas de futuro de las avellanas están muy condicionadas a las producciones y estrategias comerciales de Turquía, que controla el 75% de la cosecha mundial.

La demanda comercial de la avellana a nivel mundial, tanto en grano para usos industriales como de mesa parece bastante estabilizada.

En España, durante los últimos años los precios de las avellanas se han mantenido bastante altos, y ante a esta situación se ha frenado el arranque de plantaciones tradicionales de avellanos.

Clasificación científica

Reino: Plantae
División: Magnoliophyta
Clase: Magnoliopsida
Orden: Fagales
Familia: Betulaceae
Género: Corylus
Especie: Corylus avellana

Morfología

Porte: arbusto o arbolillo de 2 a 5 m de altura, con la copa extendida e irregular. Produce en el cuello muchas varas muy ramificadas, tortuosas si son viejas y erectas si son jóvenes. El árbol no presenta un tronco principal definido, sino que está muy ramificado desde la base, por lo que puede presentar un porte arbustivo o arbóreo, según se pode. En estado natural, es difícil que el árbol se decida por una rama en particular, para formar el tronco del árbol, generándose un arbusto de hasta 7 metros de altura.

Sistema radicular: raíces poco profundas, largas, nudosas y emiten normalmente vástagos de estas nudosidades.

Hojas: grandes, alternas, ovales, redondeadas, pecioladas, rugosas, pelosas en el haz, de color verde-amarillento y doblemente aserradas. El peciolo es muy corto y las estípulas son oblongas, obtusas, verdes y caducas.

Flores: el avellano es monoico. Las flores masculinas están dispuestas en amentos cilíndricos, de 4-6 cm de largo, colgantes, amarillentos y colocados hacia la parte externa del ramo. Cada flor masculina tiene una escama trilobulada, en cuya cara interna se insertan los estambres en número de unos 8 y sin restos de pistilo. Las escamas son algodonosas, trilobuladas, de color verde claro y con extremidad acuminada. Las flores femeninas agrupadas en la terminación de las ramillas laterales, en número de 1-5, formando glomérulos escamosos de los que sobresalen los estigmas rojizos, dos por cada pistilo. La floración es muy precoz, en febrero y marzo. Los amentos masculinos son simples y llegan a medir 6 cm. Las flores femeninas tienen un cáliz denticulado en la cima y están dentro de las yemas, de las que sobresalen los estigmas rojos. Confían al viento el polen, para que se realice la fecundación.

Fruto: Aquenio en forma de copa y partida. El pericarpo es óseo (cáscara). La testa es lisa, casi de color canela. Envuelve generalmente una sola semilla. El fruto es monospermo e indehiscente, con una cubierta o pericarpo leñosa, en cuyo interior se halla una semilla esférica aceitosa, de pulpa blanca y sabor agradable, la avellana, que se presenta envuelta en un involucro foliar, constituido por brácteas soldadas. Alcanza la madurez en agosto.

Usos y aplicaciones

El avellano no es apreciado únicamente por las famosas avellanas, para la obtención de las cuales se han formado muchos avellanares, sino también por su madera fácil de tallar, flexible, dura y resistente; se ha empleado en cestería, tonelería y fabricación de bastones, aunque esta madera no es muy duradera y precisa utilizarse en ambientes secos. Antiguamente se usaba para la elaboración de lana vegetal. El carbón obtenido de esta madera se utiliza con fines medicinales y para la fabricación de carboncillos para el dibujo.

En jardinería se utiliza mucho la variedad contorta, denominada también avellano sacacorchos por el retorcimiento de sus ramas, formando un exótico arbolito con muchas ramas finas, completamente ensortijadas. Otra especie afín es el avellano de Turquía (Corylus colurna). La principal diferencia con el común es su porte erguido, piramidal, pudiendo alcanzar los 25 metros de altura. Es un árbol maderero, que se emplea en jardinería para alineaciones.

Cultivo

Existen documentos donde se menciona su cultivo que se remontan al siglo IV adC. Es una especie muy tolerante en cuanto al clima, pudiendo resistir inviernos de fríos extremos y sequías. Sin embargo, para obtener una buena producción vegeta mejor en terrenos húmedos, permeables y profundos con exposiciones soleadas.

Esta especie se cultiva comercialmente por sus frutos principalmente en Europa, China, Australia y Turquía. Existen muchas variedades cultivares: 'Barcelona', 'Butler', 'Casina', 'Daviana', 'England', 'Ennis', 'Halls Giant', 'Tonda Gentile', 'Delle Langhe', 'Tokolyi', 'Cosford', 'Tonda di Giffoni', 'Tonda Romana', 'Wanliss Pride', 'Willamette', 'Lewis', 'Clark' y 'Jemtegaard'. Algunas de ellas se cultivan por las cualidades específicas del fruto y por su producción precoz y tardía, mientras que otras se utilizan como polinizadoras. La falta de sincronía en el momento de maduración de las flores masculinas y femeninas es una de las principales razones para utilizar variedades polinizadoras. La mayoría de los avellanos comerciales se injertan sobre pies de avellano turco, Corylus colurna, ya que no emite chupones.

Requerimientos edafoclimáticos

Es una planta de climas templados, aunque tiene un área de distribución notable (de Asia Septentrional pasa a Rusia, Austria, Alemania, Francia, España e Italia).

Las temperaturas medias anuales deben oscilar entre 12 y 16ºC, con un mínimo de 700 horas-frío por debajo de 7ºC y temperaturas mínimas invernales no inferiores a -8ºC.

Prefiere localizaciones aireadas con una temperatura elevada unida a cierto grado de humedad, ya que favorece la fructificación y el desarrollo de las avellanas. Sin ser muy exigente, el avellano requiere un terreno profundo, fresco, blando, de naturaleza silíceo-calcáreo-arcillosa o calcáreo-silíceo-arcillosa y de subsuelo permeable, con pH entre 5.5 y 7.8. No se da bien en terrenos excesivamente arenosos ni en los terrenos arcillosos donde puede verse afectado por las aguas estancadas, adquiriendo la planta un desarrollo limitado.

El avellano es muy sensible a la sequía, y si las tierras son excesivamente calcáreas y de naturaleza seca puede resentirse por la falta de humedad. A la más ligera sequía, es muy frecuente la caída prematura del fruto, y la cosecha puede verse reducida.

Es posible plantar avellanos en lugares castigados por heladas que no se adaptan para otros frutales, pero es más seguro plantarlos en localidades libres de heladas.

Propagación

El avellano se multiplica por semilla y por vástagos. La multiplicación por medio de vástagos es más ventajosa, desarrollándose estos plantones con mayor rapidez.

Se puede propagar también por acodo, por estaca y por injerto; pero estos dos últimos métodos son muy poco usados.

El injerto se realiza a yema velando o por aproximación.

Al carecer el avellano de raíz pivotante resulta más fácil su trasplante.

Polinización

La mayoría de los cultivares de avellano son autoincompatibles, por tanto en las plantaciones comerciales deberán plantarse dos o más variedades intercaladas.

La floración masculina se inicia a finales de verano, siendo el frío el que frena su desarrollo para que al entrar el árbol en vegetación el derrame del polen coincida con la receptibilidad del estigma.

En climas de atmósfera seca, las cosechas están más aseguradas que en los climas de atmósfera húmeda, afectados por las nieblas, que son causa de hidratar el polen y de perderse parte de la cosecha.

Los avellanos son polinizados por el viento. El mismo pistilo puede ser receptivo por un periodo de varias semanas.

Después de la polinización, el tubo polínico crece hacia la base del estigma, entrando en un periodo de reposo por cuatro a cinco meses, después de dicho periodo reanuda el crecimiento y por fin fertiliza al óvulo.

La cáscara de la avellana es la pared del ovario, mientras que la semilla es fundamentalmente el embrión.

Variedades

Se pueden reunir en tres grupos, pertenecientes a las tres subespecies siguientes:

Corylus avellana racemosa (Lam): de fruto orbicular, ramas oblicuas, hojas amplias y numerosas, avellanas agrupadas en racimos, redondas, con frecuencia estriadas y muy voluminosas. Variedades: Santa María de Jesús, San Juan, San Nicolás y San Cono, etc.

Corylus avellana glandulosa (Lin.): de fruto grueso, mediano o pequeño en forma de bellota, en forma de mitra, cónico con base más estrecha y ápice acuminado o deprimido. Cáscara menos dura. Es muy rústica y vigorosa, alcanzando un desarrollo casi arbóreo. Variedades: Ghiannusa, Cannellina, Minnulara, Nepulli, Panuttara, Baccilara, Muddisi, Piattiddara, avellano común, avellano ordinario, avellano de España, etc.

Corylua avellana maxima (Lam.): vulgarmente Napolitano o Avellano de fruto globoso, que crece muy rápidamente y alcanza gran altura, con ramificaciones y hojas raras. El fruto es globoso o redondo, grueso, mediano, de cáscara dura. Variedades: Badara ubertosa, Cerro, Pigra, Privitera, Balzanotto, San Giorgio, Reganati, Rizo, San Elmo, Avellano de Inglaterra, Avellano estriado, etc.

Plantación

Antes de la plantación se trazarán líneas que coincidan entre si para permitir un laboreo cruzado que reduce la mano de obra al mínimo, se abrirán hoyos a una profundidad a 30-40 cm, teniendo en cuenta que el avellano exige grandes distancias de plantación.

El momento más oportuno de efectuar la plantación será tan pronto como el árbol se haya despojado de las hojas, o momentos antes de entrar en vegetación.

Existen dos sistemas clásicos de cultivo en el avellano: en forma de matorral y en forma de árbol.

Plantación de matorral: antes de la plantación, los plantones tienen que desyemarse en toda la parte que quede enterrada para evitar la salida de retoños. Se trazará un marco de 20 cm de lado, en cuyos ángulos se colocará un plantón o formando un triángulo, con objeto de tener una cepa amatarrada.

Plantación en forma de árbol: la forma alineada de un solo plantón se está implantando en las zonas de regadío.

Con este sistema de acortan las distancias entre árboles y entre líneas, consiguiendo así, poder mecanizar más el cultivo y economizar en mano de obra.

Una vez realizada la plantación, sea cual sea el sistema, se desmocha el plantón a una altura de 30 cm

En regadío, la variedad Negret tiene un marco de plantación de 6-7 x 3-3,5 m para las plantas de un solo pie, y 6-7 x 5 m, en plantas con cuatro pies. En secano, para la misma variedad, las distancias son de 6-7 x 5-6 m, en cuatro pies.

Otras variedades, como la Tonda Giffoni y Pauetet, más vigorosas, sólo se cultivan en regadío. En plantaciones de un solo pie, siendo los marcos de 7-7,5 x 3,5-4,5 m; en plantaciones de cuatro pies, el marco es de 8-9 x 6 m.

Abonado

Hay que tener en cuenta que el avellano es muy exigente en calcio y en menor grado en potasio y el fósforo.

Si el terreno es muy alcalino debe aumentarse la dosis de superfosfato y aplicar algún micronutriente, ya que el avellano en estos terrenos es muy sensible a fisiopatías carenciales, especialmente cuando llega a cierta edad.

En plantaciones tradicionales de regadío, con cosechas medias de 2.500 kg/ha de avellana en cáscara, se recomiendan dosis aproximadas de 120 kg/ha de N, 40 kg/ha de P2O5 y 100 kg/ha de K20.

Riego

En los climas cálidos presenta necesidades de riegos, pero estos deben darse oportunamente, ya que de sufrir la más ligera sequía es causa de la caída prematura del fruto. Se aconsejan en regadío o en secanos con pluviometría elevada.

En secano debe disponer de suficientes precipitaciones en la primavera y en el verano y un mínimo de lluvia otoñal para mantener una buena vegetación en el momento de la aparición de los órganos florales y del desarrollo del fruto.

Las necesidades de agua son particularmente elevadas durante el periodo que abarca el crecimiento vegetativo, la inducción floral y el desarrollo de la avellana.

El sistema de riego más empleado es el localizado (goteo, microtubo, microaspersión, etc.) y las dosis anuales de agua suelen ser de 2.500-3.000 m3/ha, repartidas entre mayo y septiembre.

Poda.

El avellano es una planta arbustiva y la poda de formación debe realizarse teniendo en cuenta su naturaleza. Posteriormente se irán desmochando los vástagos que surjan de la base y se irán reemplazando los ramos fructíferos conforme se vayan agotando.

El avellano fructifica lateral y terminalmente en ramas del año anterior, por tanto la poda debe estar dirigida a estimular una cantidad moderada de crecimiento nuevo en cada año.

Conviene realizar alguna poda para facilitar el acceso de luz al centro de la copa y así evitar que la plantas fructifiquen exclusivamente en la periferia.

La extirpación de los rebrotes constituye un elevado coste en esta especie. Tradicionalmente han sido eliminados de forma manual en invierno. Actualmente pueden utilizarse herbicidas (Paraquat, Glufosinato de amonio, etc.) para frenar su desarrollo, facilitando así su eliminación en invierno.

Recolección y conservación de las avellanas

La recolección se lleva a cabo cuando el involucro ha cambiado de color y empieza a marchitarse, ya que de realizarse con antelación, la semilla no llena completamente la cavidad de la cáscara y es más insípida.

La avellana de calidad se tiene que recolectar rápidamente y con menos del 7% de humedad, en caso contrario es necesario secarla en condiciones adecuadas.

La recolección se lleva a cabo de forma manual y posteriormente se extienden las avellanas, no disponiéndolas nunca en capas de más de 40 cm de espesor.

El almacenamiento de las mismas se realiza en cáscara y dentro de silos normalmente ventilados y protegidos de oscilaciones térmicas importantes,

Cada dos o tres días deben ser cuidadosamente revueltas y al cabo de 15 días se golpean para separar la cúpula o se agitan en cribas para que adquieran un color rojo brillante. Después de golpeadas, se separan con un rastrillo apropiado.

Las avellanas que permanecen aún con la envuelta adherida demuestran que son imperfectas y deben separarse inmediatamente. Posteriormente también deben ser removidas cada dos o tres días para evitar el ataque de hongos.

Curiosidades

Este árbol y su fruto ha desempeñado un papel importante en diversos pueblos europeos como árbol de fecundidad. Idun, diosa escandinava de la vida y de la fertilidad, es liberada por el espíritu de hogar, el dios Loki, transformado en un halcón que se la lleva en forma de avellana. En un cuento islandés, una duquesa estéril se paseaba por un avellanar para solicitar a los dioses que la vuelvan fecunda. En otras partes se azotaba a las mujeres estériles con ramas de avellanos para hacerlas fértiles. En la región ucraniana de Volinia, durante los banquetes de boda, la suegra lanzaba a la cabeza del yerno avellanas y avena, para que él cumpliera con su papel de agente de fecundador de la mujer y del campo.

En Alemania se empleaba la expresión "romper avellanas" como eufemismo de enamoramiento. Realizar el acto sexual, se decía ir al avellano tanto en Francia como en Alemania. La avellana aparece a menudo en los ritos de casamiento en este último país. En Hannover, la gente gritan - ¡Avellanas!, ¡Avellanas!- en las bodas. La costumbre exigía que la recién casada repartiera avellanas al tercer día de su boda, como señal de que el matrimonio había sido consumado. En muchos países europeos existen canciones y danzas que hablan del avellano como fuente de fertilidad y erotismo.

La fecundidad del espíritu conduce a la inspiración. En Irlanda existe un río llamado Boyne, según una antigua leyenda, sus aguas procedían de la fuente de inspiración, habitado por peces moteados que cantaban, todo ello bajo la sombra de los nueve avellanos del arte poética.

A veces la fecundidad se une con la magia. Para los celtas el avellano era un árbol mágico y la avellana un fruto de ciencia. Uno de los reyes míticos de Irlanda se llamaba MacGuill, hijo del avellano fecundo. En Normandía se aseguraba que para que una vaca diera leche había que golpearla tres veces con una varita de avellano. En un proceso contra la brujería en Hesse (Alemania) de 1596, quedó escrita esta creencia en las actas oficiales, pero como obra del diablo.

Durante la noche mágica de las hogueras de San Juan en Ciudadela, Capital histórica de Menorca, es costumbre que los muchachos arrojen cáscaras de avellanas a las muchachas casaderas y viceversa.

Por extensión de su función de árbol de la fecundidad en la Edad Media los buscadores de oro utilizaron varitas de avellano en forma de Y griega para encontrar estos frutos escondidos en el vientre de la tierra. Mención aparte merecen los zahoríes, dotados de una especial sensibilidad para encontrar agua, elemento fundamental para todo ser vivo; estas personas, armadas con una horquilla de avellano sostenida firmemente, pero sin crispaciones "para notar las corrientes", recorren el terreno hasta que el extremo de la horquilla comienza a vibrar y se curva hacia el suelo. Allí justo bajo su pies, está el agua.

El padre Benito Jerónimo Feijoó, trata extensamente de este tema en el discurso quinto del tercer tomo de su "Teatro crítico universal", contrastando distintas hipótesis de filosofía exotérica, existente en el siglo de las luces, apoyada por la superstición reinante entre la población iletrada. Esto hacían que muchos farsantes atribuyeran a su vara poderes sobrenaturales para averiguar cualquier cosa que su incauto público le solicitara, como fue el caso de Jacobo Aimar, cuyo poder de adivinación se extendió por toda Francia, hasta que fue desenmascarado por el Príncipe de Condé.

Al principio nadie atribuía a la Vara de Avellano otra virtud que la de descubrir metales, y fuentes. Después se extendió a manifestar los términos de los campos, y los autores de homicidios, robos, y otros delitos. Finalmente, ya no había cosa oculta que no creyesen los vulgares podía ser revelada por medio de la Vara Divinatoria. Mr. Buisiere dice que cuando Aimar entró en París, uno llegó a preguntarle si el verdadero cuerpo de un Santo era el que se veneraba en tal Iglesia: que otros le mostraban las reliquias que tenían para que los desengañase si eran verdaderas. Que él mismo conoció a un Oficial mentecato que le dio dos escudos porque le dijese si una mujer, con quien trataba casarse, era doncella.

(B. J. Feijoo, Teatro crítico universal)

Entre todos los árboles, ¿por qué es de avellano la vara elegida?. El avellano es un árbol que inspira fecundidad. Genera muchas ramas, desde el mismo suelo. Parece como si no quisiera separarse de la tierra donde reside la humedad y las corrientes de agua, que no deben de estar muy distantes, para que el árbol prospere. Sus amentos colgantes y la flexibilidad de sus ramas hacen que este árbol continúe apuntando al agua subterránea, en vez de ganar altura, como casi todos los árboles que crecen junto a los manantiales. Sus ramas indican que su interés no está en el aire, sino en las aguas, conciliándose elementos tan opuesto como raíces y ramas. Quizás por ello, el avellano significa reconciliación en el antiguo lenguaje de las flores; uno de los sistemas de comunicación en tiempos antiguos, cuando las normas sociales impedían cualquier acercamiento directo entre jóvenes de distinto sexo.

Pero entonces, me hice semejante al avellano
que presto florece en los meses sombríos
y deja esperar mucho tiempo sus deseados frutos.

(Hadewijch de Anvers) @


Documentación

http://www.ambiente-ecologico.com/ediciones/071-06-2000/071-migueluceda.htm
http://www.infoagro.com/
http://es.wikipedia.org/