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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Follando a Sam en el sofá
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Cuando atravesé la puerta, Sam estaba acurrucada en bragas y una camiseta cortada en el sofá esperando por mí. Sin perder tiempo, nos pusimos a besarnos, luego a la acción manual, y finalmente al oral antes de pasar al festival de follada al estilo perrito. Se puso en el sofá a cuatro patas, con los hombros caídos y las manos apoyadas en el borde del respaldo, y su culo perfecto y apretado arqueado y con las piernas abiertas.

Podría escribir un libro sobre lo increíble que es su cuerpo, con su culo y su coño abarcando una parte realmente importante de la descripción. Estaba tan mojado e hinchado a la luz del sol, que entraba por la puerta corredera del patio a mi derecha, que brillaba. Su gran clítoris se proyectaba hacia abajo siguiendo el ángulo del arco de su espalda. Era muy excitante contemplarlo en esta posición total de―fóllame ahora―Estaba tomando unas fotografías mentales para cuando me masturbara recordando este encuentro más adelante, en un futuro cercano.

Su coño estaba abierto y su dulce culito se tensaba y liberaba mientras esperaba la penetración que estaba por llegar. A los dos nos encanta el perrito, pero a Sam le encanta de verdad. Me miró por encima del hombro con su sonrisa. Recibí su mensaje sin palabras― Sabes que quieres follarme tanto como yo.

― No ―pensé―aún más, Babe…

Mi polla estaba dura como una roca y rezumando mientras me colocaba detrás de ella. Podía notar el calor que irradiaba su coño y froté mi mano contra su raja extendiendo la humedad desde su enorme y delicioso clítoris hasta su dulce culo. Gimió de placer, al igual que yo, y poco después empujé la cabeza de mi polla entre sus labios húmedos entrando profundamente en ella. Sólo me detuve cuando nuestras pelvis se encontraron y estuve a tope. Di un pequeño grito por la penetración, y él correspondió añadiendo un jadeante― ¡Fóllame!

Mi mano izquierda sujetó con fuerza su cadera izquierda mientras empezaba a follarla lentamente. Su mano derecha encontró su clítoris y lo trabajó mientras mi polla empezaba a entrar y salir su caliente agujero. Suaves y lentos empujones dentro y fuera. Se estiró y acarició mis pelotas de vez en cuando, lo cual me encanta. Miré hacia abajo para ver cómo mi polla se deslizaba dentro y fuera de su coño. Me encantaba ver cómo sus labios internos me agarraban cuando se la metía como si me rogara que me quedara dentro. Era simplemente increíble y, una vez más, di gracias por el hecho de que aquella magnífica hembra me deseara. Que se entregara a mí y que quisiera mi semen dentro de ella. Para mí, cada vez que estoy con Sam siempre comienza con asombro por el hecho de que esa sensual Venus pueda desearme. Sam es la amante con la que sueñas, con la que el sexo es cada vez mejor y más excitante.

Aceleré el ritmo y ambos aumentamos la respiración y los gemidos y jadeos. Mi mano derecha abofeteaba su culo con fuerza mientras mi izquierda amasaba su cadera que a ella le encantaba. A Sam le gusta algo de dolor para su placer y fui recompensado con una erupción de gritos por el choque de las dos fuerzas sexuales. Mi mano derecha subió por su espalda, que empezó a brillar de sudor y su piel se puso más roja. Agarré su nuca y apreté y emitió un gemido mientras yo empezaba a follarla a lo perrito con más fuerza.

Podía notar cómo mis pelotas empezaban a oscilar ligeramente con cada choque de nuestros genitales. Mi mano derecha se abrió camino en su espeso pelo negro. Sam tiene un pelo estupendo, grueso y suave. Lo mantiene corto, pero lo suficientemente largo en la parte superior para cogerlo, que es algo que le dice a su estilista cuando describe su longitud deseada. Mi mano agarró un puñado de su pelo y tiré hacia atrás y eso loa llevó al límite y noté que se corría.

Gritó― ¡Oh, mierda! ¡Oh, joder! ¡Oh, joder! ―gritó y noté cómo su coño manaba y palpitaba con el orgasmo mientras la manejaba con mi mano en su pelo y la que tenía en su cadera. Empujé con más fuerza mientras se corría y oí con cada empujón lo mojado que le había dejado su corrida por el sonido húmedo. Gruñí y jadee ý el sudor me recorrió el cuerpo mientras lo escuchaba.

― ¡Oh, mierda! ¡Oh, joder! Oh, mierda ―explotó Sam con mi polla entrando y saliendo de su ansioso coño húmedo. Estaba muy sensual inclinada al estilo perrito en el sofá de la sala de su casa que compartía con un compañero, que convenientemente se había ido durante mi hora de almuerzo.

Solté su cabeza y cayó hacia delante. Con furia, agarré con ambas manos sus caderas y empujé más rápido mientras tiraba de él hacia mí. Podía sentir cómo mis testículos se balanceaban y de vez en cuando chocaban con su duro clítoris. Empecé a notar la proximidad de mi propia eyaculación y la profunda necesidad instintiva de correrme dentro de su coño. En los últimos momentos antes de que empezara a correrme dentro de ella, introduje mi pulgar derecho, hasta el primer nudillo, en su culo. Lo empujé dentro y lo moví lentamente hacia adelante y hacia atrás en círculos, provocando otro orgasmo masivo en ella Estalló con gritos de placer y se agitó salvajemente. Mi eyaculación estaba en el umbral y grité― ¡Me estoy corriendo, cariño! ―mientras chorros de semen entraban disparados dentro de ella. Ella respondió con un― ¡Sí! ―mientras yo le enterraba la polla y eyaculaba lo más profundamente posible. Mi cuerpo se estremeció y tuve espasmos en mi orgasmo, reflejando sus propias respuestas temblorosas. Grité abrumado en el éxtasis. Sentí cómo me apretaba, como su coño palpitaba con su orgasmo, y sonreí sabiendo lo mucho que le gustaba recibir mi semen y la felicidad que le proporciona.

Unos momentos después de eyacular, saqué mi polla y mi pulgar de sus respectivos agujeros de placer y me desplomé en el sofá junto a ella. Su colapso fue casi simultáneo y nos tumbamos entre un montón de jadeos por el esfuerzo, con nuestros cuerpos brillando a la luz del sol.

MaxM

 

 

Sexo con Sam

MaxM había puesto un anuncio en una página de contactos buscando una mujer cachonda que buscara una polla normal. Y el sexo en el coche estaba en el anuncio. No quería a alguien demasiado tímida o nerviosa para follar y apareció Sam.

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