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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Caro va a casa de Paty
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Me levanté pensando todavía en el beso que lo disfruté mucho, en las manos de una mujer bella que me acariciaron y me hicieron excitar. Estaba tan alborotada que no atinaba siquiera a ver que desayunaba, solo me pasaba el tiempo mirando el reloj.

Cerca de las doce, comencé a temblar, no sabía si debía llamar o simplemente olvidar el tema, pero me sentía libidinosa y el morbo me mataba. Llegaron las doce y tomé el teléfono, llamé y una voz muy sensual contestó, saludé, y dije― ¿Paty, eres tú?,

― Sí mi amor, soy Paty, ¿te decidiste a venir?

― Sí.

― ¿Ya almorzaste? ―preguntó.

Le dije que recién había desayunado, y le pregunté a qué hora debía ir.

― Mira mi amor, en esta casa vivo yo sola, de ahora en adelante, puedes venir a cualquier hora. Si quieres, puedes venir en este momento y picamos algo juntas, voy a hacer un pedido de piqueos. Ven, te espero, me timbras cuando estés en la garita y te autorizo a entrar.

― De acuerdo ―le contesté ―pero dime, ¿por qué lo de poca ropa?

Oí unas risitas y luego su voz― Cuando estés aquí te lo diré. No temas, te estaré esperando. ¡Ah, y si no tienes nada que te ate, te quedas toda la noche conmigo!

Mi mente me decía “anda con calma, no te desesperes, todo a su tiempo”. Pero mi cuerpo era el que quería llegar primero. Estaba tan excitada que no sabía ni qué ponerme. Felizmente esa urbanización queda cerca de la mía y no tardaría ni diez minutos en llegar.

Me volví a duchar, retoqué la depilación del pubis, puse crema en todo mi cuerpo y lo perfumé. Me vestí con una faldita corta y una blusita de tirantes muy suelta, que con un buen viento se me saldría, Me volví a perfumar, tomé las llaves de mi carro y emprendí rumbo a su casa. En la garita la llamé y le dije― ¿Paty? Soy Caro, ya estoy aquí ―Inmediatamente me abrieron las puertas y me dirigí a su casa que es hermosa, parecía un palacete con un gran jardín y palmeras.

No atinaba a tocar el timbre, estaba en que tocaba o me retiraba. En una de esas en que me regresaba al carro sin haber tocado el timbre, la puerta se abrió y desde el portero eléctrico me dicen― Caro, ¿a dónde vas? Entra, te estoy esperando ―Ya era tarde para arrepentimientos.

Cuando llegué a la puerta principal, Paty salió a recibirme. Me asombré al verla, un cuerpo precioso cubierto solo con un vestido playero de tirantes largos, muy suelto, negro, transparente y de tela muy liviana, con aberturas en ambos lados de las piernas que llegaban hasta antes de las axilas, y que dejaban ver su espléndida figura y su desnudez. Parecía una diosa, salvo sus sandalias doradas, tipo romanas de correas muy delgadas― ¡Vamos, no te quedes ahí parada! que algún curioso puede verme―Me jaló del brazo y cerró la puerta.

Sin salir del asombro, le dije― Oye, tú sí que sabes vestir bien para recibir tus visitas, me encanta tu vestido, es muy sexi ―y ambas reímos.

Me abrió los brazos y me dijo― ¿Acaso mi amor, no me va a saludar?

― ¡Ops, perdón! ―Dije y me acerqué a ella a darle un beso en la mejilla, pero me dijo― ¡No!, así no se besan las amantes ―Y se me abrazó del cuello, y como dos amantes nos besamos en la boca. De nuevo volví a sentir esa corriente y esa explosión de adrenalina recorriendo mi cuerpo que, automáticamente, me llevó a abrazarla y corresponderle en un beso apasionado. Es una sensación completamente diferente a la que siento cuando estoy con un hombre. Para mí es algo inexplicable.

Me tomó de la mano y me llevó a recorrer su casa, mientras conversábamos de lo que hacíamos y cómo nos manteníamos. En la parte trasera, una sala al aire libre que llegaba al borde de una piscina rodeada de palmeras. Antes de llegar a las escaleras, había una puerta muy grande de doble hoja, como no la abrió le pregunté si ese era su estudio u oficina Y ella me contestó― Más tarde lo sabrás ―Subiendo las escaleras, nos esperaba otra sala íntima, luego entramos a su cuarto principal que también tenía su propia salita y cerca del balcón, una gran cama, de más de dos metros por lado que parecía cancha de futbol, con mesa y sillones, que daba a la piscina. Le dije que tenía una belleza de casa y que me encantaba. Me volvió a tomar, ahora de ambas manos, y retrocediendo ella, mirándome a los ojos como para ver mis reacciones, me llevó cerca de la cama. Allí se paró frente a mí y me dijo― No tiembles, déjate llevar, cierra los ojos y siente. No te muevas hasta que yo te lo diga.

Pero yo estaba temblando toda excitada y mi respiración se entrecortaba. Ella, sin soltar mis manos me las llevó hasta sus nalgas y las dejó posadas en ellas. Con sus manos tomó mis mejillas y me comenzó a oler toda mi cara, cuello y orejas― Hueles muy rico ¿Te perfumaste para mí? ―preguntó. Le dije que sí. Su respiración tan cerca de mí me excitaba tanto que la piel se me erizaba y hacía que mi vagina comenzara a secretar sus fluidos. Luego bajó sus manos, me acarició los hombros y deslizó los tirantes para que la blusa cayera a la alfombra, posó sus manos muy calientes sobre mis ambas tetas mientras con voz muy tranquila y apagada, me decía ― Disfruta mi amor, disfruta ―y me daba besitos en los labios y con su lengua los recorría.

Yo ya no aguantaba más, quería morder y chuparle la lengua. Mis manos comenzaron a apretar sus nalgas contra mi cuerpo, que temblaba y se estaba convulsionando. Me bajó el cierre de la falda y la dejó caer. Ahora ya me tenía desnuda y cuando comenzó a jugar con mi clítoris que estaba muy sensible, ya no pude soportarlo más.

Le hice a un lado de los hombros los tirantes de su vestido y se lo saqué. La tomé de sus mejillas y me la comí a besos hasta lograr que me abriera su boca y disfrutar de un gran y eterno beso francés muy apasionado. Caímos en la cama y nos acomodamos en el centro de ella sin parar de acariciarnos y comernos a besos. La tenía sobre mí, y su rodilla se abría paso entre mis piernas, su vulva iba en busca de la mía. Yo, muy receptiva, levanté mi pierna para que se encontraran. Nos separamos un poco para acoplarnos mejor, cerré los ojos, y me dediqué a disfrutar ese beso carnal entre nuestros genitales que se restregaban de forma descontrolada y enérgica, con movimientos de copulación por parte de ambas, haciéndonos gemir como locas degeneradas.

Increíblemente, y sin penetración alguna, ambas llegamos al orgasmo juntas. Estando aún unidas por nuestras vulvas encharcadas, sonó una llamada desde la garita que anunciaba visita. La autorizó solo diciendo en voz alta ―Alexa autoriza la entrada ―luego de unos minutos, sonó el timbre de la puerta, y dijo― Alexa abre la puerta uno ―y tomadas de las manos, seguimos contemplándonos sonrientes y descansando de la tremenda locura que hicimos, y que, para mí, era la primera vez.

― ¿Te gustó mi amor? ―me preguntó.

― Sí mi cielo, me encantó ―le contesté― fue increíble.

Se encaramó sobre mí, y me comenzó a comer a besos nuevamente, en eso, se abrió la puerta y entró otra mujer joven, también muy bonita, saludando― ¡Hola, hola! ¿Tú eres Caro? Yo soy Mery ―en eso Paty le dice― Mira Mery, ella es Caro, la conocí recién hoy en la madrugada en la disco, fue amor a primera vista. Está aprendiendo muy rápido, ya aprendió algo a jugar. Por ahora está cansada y no la quiero cansar más.

Acostada contemplando la cara de Paty muy cerca, sobre la mía, le dije ― ¿Qué pasó mi cielo, acaso no te satisfice?

― No mi amor, me has dado los mejores besos franceses de mi vida, me has hecho sentir maravillosa al ser correspondida, pero quiero que aprendas más de los jueguitos nuestros y que los disfrutes, quiero que cuando salgas de mi casa, que ahora es la tuya, sientas la necesidad de regresar a mí, y no vayas a buscar aventuras en las discotecas, todas esas emociones las puedes tener aquí conmigo, quiero que todo lo que hagas aquí sea porque quieres o nazca de tu cuerpo o de tu corazón, conmigo o con quien quieras ¿Quieres mi amor?

― Sí mi cielo, de acuerdo.

Se bajó gateando besándome toda, y cuando llegó a mi pubis, me abrió un poco las piernas y me lamió la vulva encharcada haciéndome suspirar. Se sonrió y me dijo que todavía ni siquiera comenzaba conmigo. Mery sonrió y me dijo que las siguiera. Nos metimos a la ducha, y ambas nos bañamos juntas. Pregunté por mi ropa y Paty dijo― Tu ropita no es necesaria por ahora, hoy nos vestiremos muy sexi, y como te gustó mi vestido y mis sandalias, nos vestiremos iguales, pareceremos emperatrices romanas ―Me llevó a su gran vestidor que parecía un almacén; escogió un vestido igual al suyo pero de color piel y sandalias parecidas a las suyas también― Puedes andar desnuda si gustas, pero eso para después.

― Yo gusto mucho de andar desnuda en casa ¿y tú? ―me preguntó.

― Yo también tengo esa costumbre ―le dije― eso me mantiene siempre excitada y me gusta. ― Bueno, más tarde, si así lo quieres te la sacas o te la saco ―y hubo risas de ambas.

Me llevaron a comer jamones, quesos y bocadillos acompañados con vino.

― ¡Ay el vino! El vino a mí me marea rápido siendo un trago de muy poco alcohol.

― Ah bueno, si es así, toma todo lo que quieras, porque en la Disco, te vi muy entusiasmada con los strippers.

― ¡Sí!, y fue por culpa del vino.

― Bueno amor, entonces vamos a tomar bastante vino, porque como te dije, tengo una sorpresa para ti ―Tomó una gran botella de vino de la vinera, le dijo a Mery que llevara las copas y los bocadillos a la piscina y ella me tomó de la mano para llevarme a mí.

Nos recostamos sobre unas perezosas anatómicas para dos personas sin apoyabrazos. Mery nos pasó las copas, nos las sirvió y brindó por esta su relación conmigo. Dijo “salud” y nos la tomamos de golpe. Volvió a servirlas y dijo― Ahora brindemos por Caro, por su bautizo con nosotras ―y nuevamente todo de golpe. Entonces Paty se encaramó sobre mí, me besó y me preguntó― ¿Y por mí no quieres brindar mi amor? ―le sonreí y asentí con la cabeza sin quitarme su boca de la mía, tomó un gran sorbo de vino y me lo dio de beber directamente de su boca a la mía, así hasta que se terminó la copa, y volvimos a comernos a besos.

Conversamos mucho de todo, de mi esposo, de lo que hace, de lo que hago, mis pasatiempos, etc. La veía como una mujer maravillosa, muy centrada, todo lo tenía calculado. Vivía sola, pero con tanto dinero que, si se le antojaba, podía llenar la casa de gente en cuestión de minutos.

― ¿Te puedo hacer una pregunta indiscreta? ―le dije―Solo es por curiosidad.

― Pregunta mi amor lo que quieras ―contestó.

― Vives sola, eres joven, tienes una casa tremenda, veo que no te importan los gastos, me invitas a que me quede y venga cuando quiera, recién me conoces y me llenas de atenciones, y manejas todo como una ejecutiva ¿De qué vives tú?

― A ver mi amor, y es solo para tus oídos, esto lo heredé de mi esposo, un hombre mucho mayor que yo, que falleció hace tres años cuando yo tenía treinta y cinco. Sus padres le dejaron mucho dinero, pero él, lo supo manejar e invertir bien. A él lo conocí justamente en otra discoteca que administraba, me enamoré y nos casamos. No creas que las mujeres casadas con hombres adinerados siempre son felices ¡No! Este no me dio una vida plena pero la comencé a disfrutar a mi manera, un día me enamoré de una chica y me hice bisexual como tú lo eres ahora. El montó otra discoteca antes de fallecer y ahora yo soy la dueña. Mery es mi ayudante y comparte mis mismos gustos sexuales, así que ella es mi cómplice, como ahora lo eres tú.

Ya estábamos a punto de acabarnos la botella cuando su control remoto de Alexa le anunciaba la llegada de más visitas desde garita, ordenó pasar, y luego ordenó abrir la puerta de la casa.

Mientras tenía a Paty sobre mí comiéndome a besos, me doy cuenta de que las visitas nos estaban mirando. Paty se levantó y me ayudó a hacerlo a mí. Eran tres mujeres muy lindas, aparentemente de nuestras mismas edades, vestidas con estilo romano, con túnicas blancas y largas y muy holgadas. Paty me las presentó y todas me saludaron tomándome de las mejillas y dándome besos en la boca― Son mis amigas y vienen para divertirse con nosotras.

Mery mientras tanto puso música bailable y comenzamos la fiesta. Bailé con todas, y a medida que entrábamos en la noche, y el vino hacía lo suyo en nuestro organismo, nuestros comportamientos se iban liberando.

Entonces Mery le dijo a Paty― Ya pueden ir a la habitación ―Paty me buscó, me tomó de la mano y me llevó a la habitación que yo pensaba que era su estudio u oficina. Era una habitación muy amplia con una cama en el centro, tal vez del porte de la de ella, o más grande, que resaltaba con sus sábanas blancas bajo la luz de lámparas de luz ultravioleta o luces negras, como también se las llama. Estaba rodeada de mesas y sillones como los de la discoteca, y la iluminación era idéntica.

Esa noche, yo era la pareja de Paty que no paraba de acariciarme y besarme cuando bailábamos, pero no tenía reparos en compartirme con sus amigas cuando se acercaban a besarme o manosearme haciéndome retorcer de gusto cuando alguna me acariciaba mi vulva o mis nalgas. De repente, irrumpieron en la habitación dos grandes morenos vestidos de gladiadores y con solo con una faldita plegada, un casco y un escudo pequeño, y preguntaron con voz en cuello― ¿Quién es la concubina de la emperatriz? ―y las mujeres me señalaron a mí, incluida Paty. Yo solté una carcajada pues habían planificado un espectáculo donde yo era la protagonista principal.

― Tenemos que azotarla y castigarla por orden del emperador ―dijeron y, tomándome de los brazos, me llevaron al borde de la cama. Las chicas suplicaban que no me azotaran y ellos hacían como que les pegaban y las alejaban. Me despojaron de mi vestimenta transparente. Mientras uno me sostenía los brazos en alto, el otro se dedicó a manosearme y besarme. Eso me comenzó a excitar y ponerme lujuriosa, tanto, que me comencé a contonear restregando las rodillas entre sí, pero cada vez que lo hacía, el que me sostenía las manos, me soltaba una buena nalgada que me hacía quedar quieta nuevamente. Pero como me era imposible quedarme quieta por tantos manoseos y chupadas de tetas, uno de ellos dijo― Ahora vienen los azotes y latigazos ―Y de un tirón se sacaron sus falditas y me hicieron acostar boca abajo en la cama con los pies en la alfombra.

Al ver sus tremendos látigos, que más parecían garrotes, no me quedó más que resignarme a mi castigo; las chicas gritaban que no me pegaran, pero en un arranque gracioso, a pesar de que ya no aguantaba más la excitación, les grité― ¡Ah carajo, ustedes no se metan! ―eso hizo que todo el mundo se riera a carcajadas. A los morenos les dije― ¿Qué esperan para garrotearme?

Entonces uno se me acercó y con su pene me daba de golpes en mis nalgas, y de vez en cuando sendas nalgadas que me coartaban el disfrutar los golpes y sobajeos de su pene.

Vino el otro moreno y gritó― ¡Emperatriz! esta mujer lo está disfrutando, será mejor que el castigo sea más severo, habrá que empalarla.

― ¡Háganlo! ―dijo Paty. Entonces el tipo me abrió un poco las piernas, e hizo lo mismo con mis nalgas y sentí muy rico cuando su pene comenzó a buscar como entrar en mi vagina. Comenzó a arremeter con mucha violencia que me hacía gritar de placer. Luego me tomó de los brazos y tirando para arriba y para atrás, me levantó el torso, para que el otro moreno se pusiera a darme en la boca su hermoso pene, Me soltó y mientras recibía los embates del de atrás, me dediqué a saborear tremendo garrote de su amigo verdugo.

Luego intercambiaron de posición, las amigas de Paty se desnudaron y se hicieron presentes para recibir lo suyo. Los morenos nos follaron a todas, era una guerra de sexo, todas contra todas y los morenos para las cuatro, menos Paty que nos miraba con sonrisa de satisfacción.

Ya cansadas, los morenos se fueron a asear, y las chicas se fueron a la piscina. Paty me hizo señas de que me fuera a sentar sobre sus piernas, me abrazó, y mientras nos dábamos de besitos, me preguntó si me había gustado la sorpresa. Le dije― Eres divina mi amor, gracias por recibirme de esta manera en tu casa y en tu corazón ―Luego le pregunté― ¿Por qué no participaste con los chicos?

― Porque son mis empleados y no me permito hacer estas cosas con ellos, con las chicas sí porque son mis amigas, pero con mis empleados no. Para cuando quiero estar con chicos u hombres, tengo algunos amigos de confianza a quienes puedo llamar. Algún día te los presentaré.

― Ahora mi amor, te preguntaré algo, ya sé que eres casada, pero me gustaría que esta noche duermas conmigo, ¿puedes?

Lo pensé unos segundos y le contesté― ¡Claro mi cielo! Tampoco me gustaría irme sin pasar una noche contigo ―y nos volvimos a unir en otro beso muy tierno.

Mery se llevó a los chicos a la discoteca y las chicas se fueron a sus casas. Paty me tomó de la mano, era aún temprano, me llevó a su habitación y se metió conmigo al Jacuzzi. Allí pasamos mucho tiempo juntas, acariciándonos y besándonos. Luego, nos secamos y nos fuimos a la cama. Nos volvimos a excitar y aprendí mil maneras con que una puede disfrutar del cuerpo de otra mujer. No es lo mismo excitarse, oler y lamer nuestros propios jugos o secreciones, a oler y lamerlos directamente de la vagina de otra mujer. Lo mismo que el beso que se dan nuestras vulvas relamiéndose entre ellas con movimientos rítmicos hasta que se aceleran anunciando el orgasmo, y luego terminar abrazadas besándonos apasionadamente en señal de satisfacción, cosa que casi nunca sucede con los hombres, que lo que hacen es tirarse a un lado, rendidos y resoplando para quedarse dormidos casi inmediatamente.

Con Paty, nos quedamos dormidas abrazadas y amanecimos prodigándonos mil besos y caricias. Éramos un par de chiquillas enamoradas cocinando la una para la otra. Desayunamos rico y anduvimos todo el tiempo desnudas hasta cerca del medio día en que decidí regresar a casa a descansar. Si me quedaba, era seguro que me volvería a quedar con Paty otro día más.

Desde ese día he tenido una comunicación constante con Paty; he ido a quedarme en su casa algún que otro fin de semana, lo mismo que ha hecho ella en la mía, cuando se ha podido y mi marido no estaba.

En nuestra relación no hay cabida para los celos, cada una hace, sale, y está con quien quiere. Hay respeto mutuo y cada una es consciente de aquello.

Saludos, Caro.

 

 

Caro y el sexo

Caro es una mujer dedicada a su esposo y a su hogar, cuando él está en casa. Es una reconocida profesional con un cargo importante donde trabaja y con una gran responsabilidad en su trabajo donde goza de gran confianza. Pero también  es una  mujer libidinosa, llena de morbo, un tanto exhibicionista, soñadora, que gusta mucho de bailar, y yo diría que hasta ninfómana. Su marido sospecha que tiene aventuras, como ella también sospecha que él las tiene, pero se respetan y tienen una premisa, que todo lo que hagan, lo hagan bien y siempre lo terminen.

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