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La Página de Bedri
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Mi esposa me pidió que le comprara un traje sexy, ya que en esos días le apetecía tener sexo duro y salvaje.

Acudí a una tienda de lencería en un gran centro comercial, y mientras entraba, tropecé con una hermosa y sexy chica de veintitantos años. Estaba muy buena, se disculpó porque estaba mirando hacia atrás cuando salía de la tienda. La ayudé a recoger las bolsas y se presentó diciendo que se llamaba Pamela. Volvió a entrar conmigo y me ayudó a elegir algunas cosas sexy para mi esposa.

No pude evitar mirar su perfecto y joven cuerpo. Me empezó a doler la polla dentro de los pantalones porque necesitaba follarme a aquella nena. Pamela tuvo la solución, porque cuando salimos de la tienda de lencería, la invité a un café en el mismo centro comercial. Y cuando terminamos, me invitó a su piso. Vivía sola y me dijo que mi compañía iba a ser agradable.

Una vez que llegamos, Pamela sirvió unas de copas y empezamos a charlar. Muy pronto, el tema fue directamente a al sexo. Entonces me atreví a decirle que era una bella y sexy chica y me sonrió, sorprendiéndome al preguntarme si quería follarla. Me quedé sin palabras y ella continuó diciendo que sólo le daría por el culo, ya que estaba guardando su virginidad para su novio, tras el matrimonio.

Por supuesto, dijo que su posición favorita era el estilo perrito. No podía creer en mi suerte.

Ambos nos desnudamos. El cuerpo de Pamela era precioso, tenía unas tetas bonitas y firmes con grandes pezones rosados. Tenía unos labios de coño de aspecto delicioso, que brillaban en la tenue luz del dormitorio. Yo quería chuparle el clítoris endurecido y ella dijo que debía hacerle un buen trabajo ahí abajo, o me echaría.

Se puse a ello rápidamente. Era muy suave y pegajosa, tenía el coño empapado. Comenzó pronto a jadear y a soltar algunos gritos que sospeché eran unos rápidos orgasmos encadenados. Mi ansiosa lengua hizo un buen trabajo y le rogué que me dejara coger tan dulce coño. Pero ella se rió, dijo que yo había sido un muy buen chico chupándole el coño, así que me merecía una recompensa.

Cambiamos de posición y ella empezó a lamerme la polla con su cálida y delicada lengua. Era realmente muy buena haciéndome aquello. Rodeó la cabeza de mi pene con su lengua y luego me lo chupó y se lo metió en la boca húmeda y caliente. La joven virgen me apretaba mucho más que mi experimentada esposa.

Finalmente, sentí mis bolas apretarse y supe que iba a correrme entre sus labios. Pero me pidió que no me corriera en su boca y que le lanzara el semen en sus pequeñas y bonitas tetas. Así que lo saqué la boca y le dejé el semen caliente sobre sus firmes tetas.

Pamela entonces sonrió y siseó melosa diciéndome que quería que me la cogiera. Le rogué de nuevo que me dejara coger su coño mojado, pero me agarró las pelotas y me hizo saber que se lo haría en su pequeña y bonita entrada trasera.

Su capullo trasero parecía muy apretado y ella pareció adivinar mis dudas de que mi gruesa cabeza de verga encajara en su diminuto agujero. Me sonrió y me dijo que debería ser delicado.

Pamela me alargó un frasco de lubricante. Engrasé los dedos y empecé a tentar aquel culo tan apretado. Unté un poco de lubricante alrededor del pequeño orificio anal de la joven virgen. Al principio sólo pude meter un dedo, pero lentamente le metí tres en el culo. Pamela estaba evidentemente disfrutando y sacó un vibrador de la mesita de noche, metiéndoselo profundamente en el coño mojado.

De repente gritó― ¡Por favor! ¡Méteme la polla en el culo ahora mismo! ¡Lo necesito!

Me puse detrás de ella y apunté mi engrasada verga a su estrecho agujero. Fui empujando lentamente, primero apenas dos centímetros y oí cómo Pamela se estaba volviendo loca.

Así que presioné un poco más y toda la resistencia se desvaneció, y se la metí hasta la base de mi gruesa y larga polla. Ella gruñó y jadeó fuerte al sentirlo tan fuerte. Me gritó, pidiendo que empezara a follarla más fuerte, pero estaba muy apretada. Empecé lento al principio, pero pronto cogí el ritmo. Intenté meterle un dedo en su húmedo coño, pero Pamela me lo apartó, porque tenía el vibrador en su agujero prohibido. Nunca me había cogido a una chica tan salvaje. Pamela comenzó a chillar de alegría mientras la sodomizaba.

Pronto sentí esa sensación de calor en mis bolas y supe que tendría uno de esos orgasmos únicos en la vida. Pero Pamela quería más y me rogó que le cogiera más fuerte el culo. Cuando le advertí que estaba a punto de eyacular, empezó a empujarse contra mi polla, haciendo que aplastara mis pelotas contra sus firmes nalgas. Empecé a bombear mi semen caliente en su estrecho orificio anal como un loco.

Pamela pidió más, así que seguí follándole el trasero hasta que mi semen se escurrió por su rojo y duro trasero y mi polla no pudo soportarlo más. Ahora era mi oportunidad de llevarme a la boca las tetas grandes y firmes de aquella chica virgen. Pamela, se recostó en la cama y empecé a chuparle los duros pezones. Pamela gimió mientras le pellizcaba los pezones duros entre los dedos.

Después de un rato dijo que ahora era su turno de disfrutar de mi culo. Había disfrutado de su ano apretado y tenía razón. Así que rodé sobre mi estómago y ella puso algunas almohadas bajo mi vientre, para permitirle un acceso más fácil a mi trasero.

Ella sacó algún juguete y mientras miraba aquellos enormes vibradores y tapones para el culo, justo delante de mis ojos, noté un fino dedo engrasado penetrando en mi culo.

Mi esposa me había cogido por el culo pero yo estaba apretado de nuevo, ya que mi esposa me lo había hecho más de un año atrás. Esto no iba tan mal, pensé, hasta que ella añadió unos cuantos dedos más. Mi culo ardió cuando ella movió los dedos hacia dentro y hacia fuera, aumentando el ritmo.

Luego, Pamela susurró que iba a meter un tapón en el trasero, sólo para aflojármelo. Obediente, aflojé los músculos anales para ser recompensado con algunos de los dolores más intensos que he sentido en mi vida. Pensé que me metería un enorme consolador negro en mi estrecho orificio anal.

Pamela me hizo dar la vuelta, diciendo que quería chuparme la polla. Así que me encontré con el tapón vibrador en el culo que me debilitaba las rodillas y unos bonitos labios rojos húmedos alrededor de mi polla.

Después de chupármela hasta que me llevó al borde de la eyaculación, Pamela se rió y se ató un enorme consolador negro alrededor de su estrecha cintura. Le dije que no habría manera de que aquella enorme cosa pudiera caber en mi culo. Pero se rió, diciendo que todo podría ser posible. Y yo sólo quería cogerme su lindo coño.

La joven virgen arrancó el pequeño tapón del trasero de mi dolorido trasero. Empezó a untar un poco de lubricante en el gigantesco consolador negro. Luego me sonrió y se puso de rodillas, entre mis muslos abiertos. Después de un pequeño estiramiento y mucho dolor, la gruesa cosa entró finalmente.

Pamela de repente empujó mi cara contra las almohadas. Entonces sentí un frío abrasador invadiendo mi jodido trasero. Supuse que había vertido un vaso de agua helada en mi dilatado ano. Mi polla nunca había estado tan dura en mi vida.

Pamela empujó de nuevo el tapón del culo de forma dura. Se puso a cuatro patas y me ordenó que le cogiera el culo otra vez. Así que le metí la polla por el culo otra vez. La sensación de la fría presión en mi propio culo y la presión de su ano alrededor de mi polla fue la cosa más salvaje que he experimentado nunca.

No duré mucho tiempo y me corrí con fuerza, llenando su recto con mi semen. Me volví loco cuando Pamela intentó sacarme el tapón del culo. Volví a correrme, gruñendo como un loco y llorando a lágrima viva.

Los dos terminamos totalmente agotados, con el culo dolorido y estirado. Un rato más tarde, después de descansar, por fin pude levantarme y vestirme. Pamela me besó con pasión, diciendo que la próxima noche conseguiría que su novio hiciera de testigo mientras yo me la follaba por el culo, si yo quería. Sonreí, diciendo que lo pensaría.

Una vez de vuelta en casa, mi esposa me saludó en la entrada. Estaba feliz con los vestidos que le había comprado. Pero de repente mi esposa se puso seria, preguntándome si había disfrutado del tratamiento de agua helada que su salvaje amiga Pamela le había dado a mi culo.

Ana y Víctor

Otro relato ...




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