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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
El señor de la lavandería
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Las cuatro amigas, Belu, Vicki, Lili y Raquel, conversaban relatando sus momentos vividos, escuchando música y bebiendo cerveza.

Belu se incorporó de su posición distendida en el sillón, dejando ver que no llevaba tanga. Eran visibles sus glúteos, grandes, blancos, de suaves curvas. También la tersa piel de su zona más íntima y dijo― Estuvo bueno el relato Raquel. Tu novio especial, si continuaban saliendo, terminaría enviándote al hospital con el culo destrozado.

Raquel sonrió y meneo la cabeza asintiendo.

Lili, con un gesto de dolor en su cara dijo― Debe ser horrible y doloroso, el sexo anal continuo.

― Es común que los hombres pretendan tomarnos por atrás ―agregó Vicki.

― Coincido contigo, a hombres de todas las edades les encanta entrarte por el culo ―Afirmó Belu y continuó narrando su historia” Hace unos meses, llevaba casi toda mi ropa a una lavandería y siempre me atendía un señor llamado Juan Carlos. Una vez noté que en la devolución de mi ropa lavada faltaba un camisón de seda roja.

Cuando lo reclamé, Juan Carlos me dijo riéndose que se lo había quedado para deleitarse con algo que ha tocado mi piel. Al devolverme la prenda dijo― Quisiera ser afortunado como este camisón. Me reí de su ocurrencia y no le preste más atención que sentirme halagada por su comentario cargado de deseo hacia mi cuerpo.

En otra oportunidad, faltó entregarme el pantalón de mi pijama rosa. Cuando se lo reclamé, me dijo que se lo deje un día más. Que aún no estaba lavado. Que había dormido con el pijama bajo su cuerpo.

― ¡Esto es demasiado Juanca! ―Dije.

― No es nada demasiado Belu. Si me traes tus braguitas las lavo a mano y no te cobro ―respondió.

Aparenté estar molesta por su comentario pero en lo íntimo me agradaba y  sentía que Juanca me deseaba mucho. Es hermoso sentirte deseada, que tienes un hombre rendido a ti. Y te desea hasta desfallecer, o masturbarse por ti.

Esa idea, me calentaba bastante. Al siguiente lavado, antes de ir a llevar mi ropa a la lavandería, me vestí con una remera amarilla corta, con mucho escote y ajustada. Y un pantalón blanco de algodón que se hundía entre mis glúteos. Entre la ropa para lavar fue una tanga rosa, minúscula con transparencias de encaje.

Juan Carlos, recibió la ropa en sus manos y dijo― Gracias, sos mi clienta preferida, simpática, hermosa con un cuerpo divino que enloquece a todos los  hombres. Tienes unos pechos deliciosos, no sos escuálida, tu estatura y tu peso son ideales... Me hace feliz verte venir y cuando te vas, mis ojos se emborrachan con la visión que les brindas.

Cuando salí del negocio, sentía sus ojos clavados en mi culo. Sonreí para mí sin volver la cabeza.

Dos días después, fui por mis prendas. Juan Carlos, me entrego la ropa lavada y en otra bolsa, mi tanguita rosada diciendo― Belu, esa tanguita es tan delicada que la lavé a mano.

Al momento de pagar el servicio de lavado, dijo que no le debía nada, y qué me invitaba a tomar café en una cafetería bastante distante llamada "Mil horas".

Acepté su invitación,  estaba encantada con  su atención de caballero antiguo, su invitación, ysus piropos llenos de pasión.

Cuando estuve en mi casa, entendí que el interés de Juanca era más que compartir un cafecito. Que si lo dejaba avanzar un poco más tendría lavados gratis siempre. Me reía sola por tener esos pensamientos torcidos”

Belu bebió un sorbo de agua en su copa y continuó “Juan Carlos vestía traje oscuro, lo que favoreció verlo delgado cuando nos encontramos, no es un hombre alto, quizás 175 centímetros con 80 quilos de peso, unos 25 años mayor que yo. Me recibió con halagos a  mi belleza y a  la ropa que vestía.

Luego de muchos minutos de charla, intuí que deseaba poseerme, por sus movimientos nerviosos y sus manos que gesticulaban para quitarse los nervios.

― Vine con una sorpresa para vos ―Le dije.

Él se sorprendió por mí frase y dijo― Belu, toda sorpresa que venga de ti, será hermosa. Dime cuál es.

― ¿Adivinas? ―Pregunté.

― ¡Nooo! ―Dijo desconcertado

Bajando la voz, le dije aproximando mi cabeza a la suya― Llevo puesta la tanguita que lavaste a mano.

Juanca, cerró los ojos y se mordió el labio inferior. Yo me reí y lo tomé de una mano. Una hora después ingresamos a un hotel por propuesta de él.

― Acepto tu propuesta, para mostrarte que digo verdad, tengo puesta la tanguita rosa ―Le dije al entrar.

Juanca dejó caer el saco sobre un sillón, y me apretó contra su pecho para besarme con intensidad. Yo, le desabroché los botones de su camisa descubriendo su pecho poblado de pelos.

Me cedió el paso para entrar al baño mientras me esperaba sintonizando un canal musical. Varios minutos después salí del mismo bien higienizada, bien perfumada, con la tanga rosa puesta y una toalla envolviéndome. Juanca estaba con el torso desnudo, vistiendo únicamente bóxer negro que ocultaba su sexo.

Nos besamos y pasó al baño él. Lo esperé tres minutos boca abajo tendida en la cama escuchando música. Al volver Juanca se inclinó a mi lado y exclamó― ¡Guaaau!

Tomó mi prenda por ambos lados de la cintura y la deslizó por mis piernas. Ante su vista quedó mi voluminoso culo desnudo. Bajó su cabeza hasta llegar a besarlo, chuparlo, morderlo y separar mis glúteos para pasar su lengua sobre el ano y la vagina desde atrás. Luego, giró mi cuerpo y se detuvo mirando mis senos grandes, los amasó, mordió y chupó con furia mis pezones. Yo sentía hormigueo vaginal y comenzaba a mojarme.

Con dos dedos separó los labios ligeramente abiertos y los movió entrando y saliendo rozando el clítoris.

Vi sus bolas grandes bajo una mata de muchos pelos negros ondulados y un miembro más bien corto y no muy grueso. Acaricié su verga con una mano, descubrí la cabeza de piel tersa y roja haciendo bajar el prepucio que la ocultaba un poco. La acerqué a mi boca y succioné unos minutos hasta sentirla bien dura.

Juanca, suspiraba disfrutando ese momento tan deseado por él.

Separó mis piernas quedando de rodillas entre ellas. Recogió mis pies a su pecho, inclinándose, hizo tocar mis rodillas con mis hombros. Entonces me entró en la vagina con una sola embestida y con un dedo intentaba entrarme por el culo.

Con su herramienta mojada por mis jugos, untó mi ano y su dedo mayor abrió mi fruncido culito que comenzaba a dilatarse. Luego fueron dos dedos a la vez  los que entraron hasta quitarlos y meter su verga. Con golpes a fondo me entraba apoyando toda su pelambre oscura en mi vulva muy depilada. Esa sensación de dominio total por parte de mi macho me llevo a tener un orgasmo profundo, mojándome a chorros y lubricando mi ano con los jugos que llegaban al orificio.

Juanca, aún no  se había descargado y me pidió que me pusiera de rodillas sobre la cama., que bajará la cabeza hasta tocar las sábanas. Y así me expuse, con el culo elevado y abierto. Lo chupó mucho, y lamió mi rajita que dejaba escapar muchos jugos. Toda mojada por mis viscosos fluidos, me penetró desde atrás con mucha fuerza, entrando a fondo, sacándola todo y volviendo a entrar.

Me llegó el segundo orgasmo, gemí y temblé, apretando  y retorciendo las sábanas entre mis dedos. Disfrutando como loca cada instante. Mi esfínter se contraía y dilataba involuntariamente. Juanca aprovechó el momento para meterme su miembro violentamente por el culo. Apretó mis nalgas con sus manos cuál si fueran garras sus dedos... Las mantuvo separadas. Emitiendo un gruñido y espasmos en su pene, regalándome su delicioso  semen pegajoso y  caliente.

Fue su único orgasmo, pero suficiente para hacerme gozar mucho y quedar rendida, exhausta.

Ahora tengo gratis servicio de lavado de ropa y un amigo para pasar un buen momento, si así lo quisiera”.

Belu

Otro relato ...




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