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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Ardientes vacaciones
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―A mí no me falta nada, lo que pasa es que soy muy flaco― Bromeaba por aquel entonces mi tío quien fruto de un accidente eléctrico había perdido un brazo y la mitad de una pierna. Tenía un auto acondicionado  para hacer mandados en un parador y así junto con su pensión sobrevivía sin más necesidad de más alegría.

Fui de vacaciones después de unos 10 años sin verlo; para ese entonces yo era ya veinteañera de cuerpo voluptuoso, buenas lolas, excelentes y cuidadas piernas y una cola que además de piropos de hombres y mujeres era procurada con propuestas económicas que en más de una vez entregué (todos veteranos) por ser estas tan jugosas.

―Caramba sobrinita sí que has crecido me voy a pelear con todos por tu presencia.

Sonreí y nos abrazamos con ternura, finalmente accedí a alojarme en su casa y todo pasaba normalmente mas allá de descubrirlo más de una vez observándome el cuerpo pero ello no me molestaba ya que era habitual hacia mi persona.

Un día de playa me presentó una amiga suya y extrañamente sentí que esa mujer me sacaba la exclusividad para con él; algo ridículo pero que me fastidió. Se fue con ella bajo excusa de retirarme más tarde y le pedí que no olvidara un libro que necesitaba. Llegó ya avanzada la noche al parador y molesta por tanta demora subí a su auto para regresar a  casa.

―¿Qué pasa? ―preguntó.

―Nada que me dejaste plantada, me podrías haber avisado que tardarías en volver.

Sacó el libro extendiéndomelo.

―Tuvimos que ir lejos es una edición agotada.

Tomé el libro y apoyando mi mano en el muñón de su pierna le bese la comisura de los labios.

―Perdón ―musite.

Alejé mi rostro al tiempo que cruzaba mi pierna para dejar parte de mi nalga expuesta y seguí acariciando su muñón notando como crecía el bulto de su entrepierna. Puso el auto en marcha algo nervioso y partimos.

―Se te siente el perfume de ella ―Acoté jugando a estar celosa.

―Es solo en el ambiente nada que ver ―contesto.

En el trayecto me puse de costado y atrevidamente le pose mi mano en su muñón acariciándolo como decidida a dejarla ahí. Hablamos de varias cosas hasta llegar, bajamos y caminé delante de él moviendo en forma insinuante mi cola; no sé que me pasaba pero estaba decidida a pertenecerle. Cerró con llave y se fue a su habitación. Aparecí en ella recostándome al marco de la puerta  preguntándole si no cenaría. Con su única mano golpeo el colchón indicándome que me sentara a su lado, me puse el índice en la boca obedeciendo y cuando fui a hablar me hundió su lengua hasta la garganta; quise protestar y no pude, nunca me habían ahogado con una lengua y tanta baba, su mano era un tentáculo y casi mágicamente me desnudó acostándome en la cama. Se bajó las bermudas y vi ese hermoso pene tan erecto y lleno de nervios al cual me abalance para saborearlo pero me lo impidió.

―Hoy no tengo ganas, te cojo rápido y ya.

Hice algo que jamás pensé saldría de mis labios con toda el alma.

―Por favor tío déjame que te lo chupe.

Asintió con la cabeza y empecé a lamerlo desesperada, se hizo chupar las bolas y el culo también. Me babeó la cara, me chupó TODO el cuerpo, me penetró haciendo que me sentara sobre su más que grandecito miembro sin parar de tocarme un segundo todo el cuerpo.

―Bajate ―Ordenó― Ponete en cuatro quiero culo.

Le pedí que fuera suave, lo fue hasta que yo misma le rogué con fuerza, y embistió muy bien me hizo arquear y aullar de placer y dolor, sentí acuosa su pija y la leche tibia acompañó el olor de un poco de materia fecal que no pude retener. Quedamos exhaustos y solo ahí me detuve un segundo a pensar si era pasión prohibida, curiosidad por su condición física o puro morbo; estaba en esa cavilación cuando sentí sus manos en mis nalgas y su aliento en mi oído susurrando.

―Putita del tío anda a limpiarte la cola trae un trapo para mi pija y después servime la comida acá.

Hice todo y cuando pensé que comeríamos juntos me hizo arrodillar para que chupara su pie un rato antes de empezar a cenar yo. Dormimos juntos y abrazados y por el resto de las vacaciones me tuvo de hembra y sirvienta. Fue un juego silencioso que aceptamos respetandonos.

ADRO

Otro relato ...




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