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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Otro paseo a caballo
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Mientras tanto, la relación de José y Vicky con Enrique y su hermana, Juli, siguió creciendo. La llegada de Juli a la vida cotidiana de Enrique puso en él una chispa que era evidente para ellos. Juli es una mujer maravillosa y tan buena para Enrique que inmediatamente José y Vicky la aceptaron. También tenía una mentalidad muy abierta y aceptaba probar muchas cosas nuevas para ella. Enrique y Juli parecían ser muy diferentes de la imagen socialmente conservadora que tenían de los granjeros.

Juli percibió rápidamente que todos se burlaban de Vicky por el de hecho de que pasaba casi todo el tiempo desnuda, tanto dentro como fuera de casa. Pero pronto se encontró siguiendo su ejemplo y estar desnuda fuera era muy liberador y vigorizante. Aunque su cuerpo estaba envejeciendo y había perdido la firmeza y la apariencia de hacía pocos años, eso no le preocupaba cuando estaba con Vicky o José. Se había sorprendido a sí misma que cuando José llegó a casa del trabajo y las encontró en la parte de atrás, en el nuevo parterre plantando flores y no hizo intención de cubrirse. Aunque al principio, en esos momentos, se sentía cohibida, pronto perdió la timidez y continuó con sus actividades. Se dio cuenta de que José realmente apreciaba su cuerpo por las miradas que le dirigía mientras parecía que se esforzaba por hacerla sentirse incómoda observándola con demasiada atención. Más tarde le explicó que sentía que el cuerpo era muy atractivo en sí mismo, pero sobre todo cuando el ser interior de la persona se mostraba y le dijo que eso era algo que ella era capaz de hacer.

De vuelta a su casa estaba decidida a discutir eso con Enrique, su hermano y amante. Ella quería ser capaz de estar desnuda también allí, y necesitaba de su ayuda. Lo encontró en el granero y le dijo― Enrique, me encanta estar en casa de Vicky y sentirme libre estando desnuda con ella. Quiero tener esa libertad aquí también. Ahora sólo necesitamos ayuda en la granja dos días a la semana, los lunes y los jueves, eso nos deja el resto de la semana. ¿Qué opinas?

― Puedes estar desnuda también con los empleados si eso es lo que quieres, pero ellos querrán tener ese cuerpo después de verlo. Juli, eres increíble. Desde que has venido aquí, me siento mucho mejor, vivo y con energía, y también lo noto en ti. Te animo a que hagas lo que te parezca correcto y bueno para ti y para nosotros.

Tras oír eso, Juli se desnudó, colocó su ropa sobre la puerta del establo y lo besó con fuerza― Necesitas comprar más heno, ¿verdad? ¿Qué tal si subimos, preparo los pedidos y tú los firmas?

Subiendo las escaleras él tras ella él le miraba el culo y veía su coño abrirse y cerrarse con cada escalón― Enrique, cuando termines de mirarme el trasero, podemos hacer este trabajo y entonces no necesitarás sólo mirar, seré tuya para hacerme lo que quieras.

En ocasiones, José y Enrique habían comentado las preferencias de sus parejas en cuanto a estar casi siempre desnudas y entendieron que deberían abrir un camino entre sus casas e instalar una puerta en la valla para permitirle el movimiento de ida y vuelta. Ambas mujeres había expresado su deseo de visitarse mutuamente sin necesidad de tener que vestirse, por lo que evitar tener que tomar la carretera era algo fundamental. Durante las siguientes semanas Enrique usó su tractor para abrir un camino a través del campo y el bosque entre las casas y colocó una puerta en la valla. El recorrido de poco más de un kilómetro lo hacían ambas mujeres varios días a la semana, ya que desarrollaron mayor amistad y se ayudaban mutuamente con las tareas rutinarias y disfrutaban del simple hecho de estar juntas, y sólo una parte de eso era sexual. Pero habían descubierto esa parte, el amor tierno de otra mujer.

Durante una de las visitas de Vicky, Juli la llevó al granero para mostrarle lo que Enrique y José habían estado haciendo. Vicky encontró esta experiencia aún más estimulante. Estaba a más de un kilómetro de distancia de cualquiera de sus prendas de ropa. En el granero, Juli la llevó a un zona que servía como taller. Había dos sillas de montar en las que los dos hombres estaban trabajando. Una que Vicky reconoció como la que había usado anteriormente pero que ahora tenía dos consoladores, ambos flexibles y el nuevo era más pequeño en diámetro. La otra silla de montar también estaba equipada con un consolador flexible. Juli le dijo― ¿Interesante? Aprendí hace mucho tiempo a sospechar cuando los chicos están ocupados juntos, pero tranquilos y reservados. Así que podemos esperar una invitación para ir a dar un paseo pronto.

― ¿Alguna vez has usado una silla de montar como esa?

― No, Beatriz, la esposa de Enrique, a veces montaba desnuda y me hacía hacerlo, pero nada como esto. Sólo desnudarse ya era un subidón.

Vicky se acercó a ella, la abrazó, la besó en los labios y le acarició la espalda. Inclinándose hacia atrás le dijo― Entonces entenderlas el intenso placer que los chicos están preparando para nosotras. Luego, regresando a la casa continuó― Juli, quiero que sepas lo especial que eres para nosotros. Hemos llegado a querer a Enrique más allá ser amigo o vecino. Y sentimos lo mismo por ti. Nos sentimos cómodos, apoyados y aceptados por ti y por Ike. Eso parece tan raro en el mundo de hoy. Gracias ―Detuvo a Juli en la puerta, la giró, le besó la boca de nuevo y puso sus manos en sus pechos, apretando y pellizcándole los pezones continuó― Y amo tu cuerpo y cómo me haces sentir, también. ¿No es muy divertido tener a alguien con quien puedes ser traviesa? ¡Entremos y seamos traviesas!

Juli tenía razón, dos días después, los chicos sugirieron ir a montar el sábado. Ellas fingieron no saber nada y aparecieron vestidas. Por supuesto, cuando Enrique y José sacaron los caballos con sonrisas tontas en sus caras, su intención era clara. Esta iba a ser otra cabalgata no para disfrutar de la naturaleza, sino para estimular al máximo a las mujeres. Vicky fingió estar sorprendida por el "descubrimiento" del doble consolador en su silla. La verdad es que había estado usando su propio consolador para abrir y preparar su trasero para aquella invasión. Incluso se había traído un pequeño tubo para aplicarse lubricante antes de montar el caballo.

Las chicas se miraron entre sí y luego a los chicos, que todavía tenían sus estúpidas sonrisas, se encogieron de hombros al mismo tiempo y procedieron a desnudarse, poniendo sus ropas en la barandilla a la que los caballos estaban atados. Se dejaron los zapatos, por supuesto, y caminaron la una hacia la otra, se abrazaron y se besaron. Con profundos suspiros, se dirigieron a sus caballos. Vicky miró la silla de montar y dijo―Espera un momento, Juli ― Y regresó junto a su ropa, buscó en un bolsillo y recuperó el tubo de lubricante― Como sospechábamos, no pensaron en lubricar estas cosas para nosotros ― Dijo mientras aplicaba una buena cantidad en su mano y la extendía por el más grande, luego otra dosis para aplicar al consolador más pequeño.

Mientras caminaba hacia Juli para darle el tubo, José preguntó― Espera un minuto. ¿Siempre llevas lubricante contigo?

― No, sólo cuando me invitan a montar dos días después de que encontráramos estas sillas en el granero― Dijo mientras ella y Juli se reían de los hombres caídos en su propia trampa.

Mientras Juli se acercaba a su silla de montar para aplicar el lubricante al consolador de su silla, Vicky se había acercado por detrás y deslizó su mano entre sus piernas y acariciándola y deslizando uno y luego dos dedos en el coño. Ya estaba mojado― Por lo que noto aquí, no es necesario que te pongas lubricante.

Ahora todos se rieron aunque Juli tal vez no tanto como los otros.

Juli se dio la vuelta y juguetonamente golpeó el brazo de Vicky y le dijo― Bien, señorita, vamos a subirte a ese caballo y llenar ese culo tuyo tan interesante ― Y ayudó a Vicky a alinear los dos consoladores.

El que iba en el coño era un poco más largo, así que Juli hizo que Vicky se metiera la cabeza de ese y luego alineó el más pequeño con el culo. Justo en esta posición Vicky respiraba con dificultad y jadeaba. Con ambos consoladores comenzando a entrar, Vicky lentamente se permitió usar la gravedad para bajarse pero le iba a tomar un poco de tiempo, especialmente para el de su trasero. Juli fue a su caballo porque a Vicky le iba a llevar un tiempo adaptarse y Enrique le proporcionó la alineación necesaria. Mientras se sentaba, ella también jadeaba diciendo― Enrique, esto es muy pervertido. ¿Qué estoy haciendo? ―Luego miró a Vicky y le dijo―Vicky, cariño, ¿cómo estás? ¿Es posible? Me siento tan llena y malvada y sólo tengo uno dentro de mí.

― ¡Ooohhh, diiiooosss mioooo! Lo hice pero puedo explotar en cualquier momento. Esto es tan intenso y aún no nos estamos moviendo. No me había sentido tan llena desde que José y Duque me hicieron esto.

Los hombres montaron y todos miraron a Vicky― Bien, creo que estoy lista. Juli, ¿estás bien?

Poco a poco empezaron a cabalgar, Enrique pensó que sería bueno intentar cruzar la carretera y tal vez dirigirse a la antigua casa de Juli. Vicky les recordó que tenían dos mujeres desnudas con ellos. Y Enrique contestó― ¿Olvidar? Viéndolas a las dos moverse arriba y abajo, con los pechos rebotando, el sol brillando en sus cuerpos sudorosos, no hay forma posible de olvidarlo.

― Gracias, chicos, ambas apreciamos su consideración.

No habían recorrido cincuenta metros y Vicky ya estaba llegando. A los cien metros pies vino Juli. A ese ritmo esa iba a ser una tarde muy larga. Cuando llegaron a la vieja casa de Juli estaban casi exhaustas. Los hombres primero ayudaron a Juli a bajarse del caballo y se avergonzó del sonido que hizo su coño cuando salió el consolador causa de demasiada estimulación y demasiados orgasmos. Luego todos fueron a por Vicky, aunque las piernas de Juli se tambaleaban tanto que no era de mucha ayuda. Empezó a levantarse para empezar y dejar que los hombres la mantuvieran firme. Tanto su culo como su coño parecían reacios a renunciar a sus consoladores. Cuando por fin se liberó de ellos, se horrorizó de la cantidad de fluidos que salían de ella por sus orgasmos. Enrique tenía la llave y entró en la casa para traer el agua que tanto necesitaban las mujeres. Se sentaron a descansar a la sombra y Juli comentó― Me siento extraña estando aquí ahora, por supuesto y no solía ir por ahí desnuda hasta que conocí a esta zorra que me ha corrompido.

Enrique se acercó, se sentó detrás de ella, la rodeó con sus brazos, agarrándole un pecho con una mano y deslizando la otra mano entre sus piernas. Ella no habría pensado que tenía la fuerza o el interés después de todos los orgasmos que ya había disfrutado, pero sus piernas se abrieron como si fueran sus propios pensamientos. Le besó el cuello, los hombros― Sí, corrompido, y gracias por ello.

José y Vicky se sentaron frente a ellos observando atentamente como Enrique aumentaba sus caricias. Juli respondió con más exposición de su coño e inclinando la cabeza hacia atrás para besarse mejor. José se levantó, caminó hacia Juli, la tomó en sus brazos y la ayudó a ponerse de pie. Enrique también se puso de pie y rápidamente se quitó los pantalones y se sentó de nuevo. José la guió hacia Enrique, quien la colocó sobre su polla. José se sentó de nuevo detrás de Vicky y la volvió a envolver con sus brazos, acariciándole suavemente los pechos y los pezones mientras veían a sus amigos hacer el amor delante de ellos. Poco a poco, Juli movió su coño arriba y abajo por la polla dura como una roca de Enrique. Mientras tanto, él le masajeaba los pechos, los pezones y el clítoris. Al poco tiempo, ella volvió a gemir de pasión y amor. Suplicando a Enrique que le diera su polla y su semen. Cuando ella llegó al clímax, él estaba allí con ella.

Ambas mujeres estaban de acuerdo en que las sillas de montar eran un intenso estímulo diabólico, pero miraban al caballo de vuelta con un poco de temor. Pero se armaron de valor con el compromiso de tomar un buen vino y pasar mucho tiempo en el jacuzzi.

Magister

 

 

Cambio de vida

Estos son los relatos donde Magister narra cómo fue el proceso por el que una joven y hermosa mujer, junto con su marido, hizo un cambio radical en su estilo de vida.

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