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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Novio especial
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Una noche que me reuní con Belu y Vicki en su departamento, para beber cerveza y conocí a Raquel que fue acompañando a Lili.

Raquel es una chica de mediana estatura, cabello corto, no tiene caderas anchas ni pechos prominentes; no es llamativa, ni exuberante. Su culo es proporcionado al resto de su cuerpo.

En estas reuniones acostumbramos a masajear el cuerpo unas a otras. Y contar alguna experiencia vivida.

Luego de beber una ronda y reírnos por ocurrencias del momento, admirar los labios carnosos de Raquel, Vicki se dirigió a ella diciendo― Hace un tiempo Lili nos relató cómo fueron sus comienzos en el amor ¿Raquel, quieres contar alguna experiencia tuya?

Raquel se mordió el labio inferior y dijo― Puedo contar sobre un novio especial pero no sé si les interesaría.

Belu tomó la palabra y dijo― Te escuchamos con atención Raquel ―Luego le acercó otra lata de cerveza.

Con los pies descalzos, recogidos sobre el sillón, comenzó diciendo “Cuando cumplí veintidós años, me sentía sola y sin novio para compartir el tiempo libre. Estudiaba, trabajaba medio tiempo, para pagar el alquiler del monoambiente donde vivía.

Un día, vi en Facebook una solicitud de amistad. Decía llamarse Francis, también con veintidós años. De rostro agradable y cabello negro muy corto.

Nos comunicábamos diariamente. Me envió fotos de su torso desnudo y yo le envié fotos mías en bikini.

Demostraba admiración por todos mis mensajes. Nos contábamos sobre gustos. Y otras cosas. Me comentó su estatura de 175 centímetros y su peso de 74 kilos.

Refiriéndome a mi le dije que mi estatura era 168 y mi peso.57 kilos. Que no tengo buenas caderas, ni pechos grandes.

Me respondió que le encantaba que fuese así. Y mi cabello corto color castaño claro. También mencionó que le enloquecía mi piel blanca. La suya es trigueña.

Me latió el corazón cuando me propuso conocernos en persona. Quizás ansiosa por tener novio, acepté sin dudarlo.

Nos encontramos un sábado a la tarde en el parque lineal. Luego de saludarnos con un beso, comenzamos a caminar mientras hablábamos.

Me dijo que su casa estaba en una ciudad distante 500 kilómetros. Que estaba aquí por trámites. Que se alojaba en una pensión mientras durase su estadía.

Yo le dije que estudiaba y trabajaba a la mañana.

Nos reímos de cosas tontas y me resultó agradable estar a su lado

Cuando me tomaba de las manos y me miraba a los ojos, yo sentía confianza en él. Cuando me dijo que era hermosa, que me deseaba con todas sus ganas. No pude evitar entreabrir mis labios. Y me besó por primera vez.

Al cabo de un tiempo de caminar estábamos transpirados y con sed.

Decidí volver a mi casa y me acompañó hasta la puerta del edificio. Me dio un beso para despedirse y no se aún porque le dije― ¿Francis quieres tomar un poco de jugo o agua?

Aceptó y subió conmigo. Bebió el jugo, elogió lo hermoso de mi monoambiente y la comodidad de tener un buen baño. Me besó apretando mi pecho contra su pecho. Tenía mucha fuerza en sus brazos. Luego lo acompañé nuevamente hasta la puerta de la calle. Y nos despedimos.

Cuando subí, me quité toda la ropa y comencé a ducharme. Me sentía excitada, con los pezones duros y un hormigueo vaginal que denotaba mi cachondez. Mientras el agua tibia caía sobre mí, llevé mis dedos abajo y me froté el clítoris pensando en Francis.

A la noche nos comunicamos. Hablamos mucho. Me confesó que el roce de mis labios y mi pecho pegado al suyo le había provocado una fuerte erección.

Me sentí halagada por ponerlo así. Y le dije― Mañana caminamos durante una hora y luego te duchas aquí.

Me dijo que era lo más hermoso que oía.

El domingo, a la mañana temprano, estuvo en la puerta del edificio, esperándome para ir al parque. Me vestí con una remera corta ceñida, color verde agua y un pantalón corto de algodón negro ajustado en los glúteos y holgado de piernas.

Creo que realmente se excitó al verme así porque exclamó― ¡Sos hermosa! Verte me provoca sentir mariposas en la panza― Me reí. Lo besé y salimos al parque.

Por momentos tomados de la mano, otras veces haciendo flexión de brazos, torso y cintura. Al transcurrir el tiempo y calentar el sol, estuvimos mojados de transpiración. Así regresamos a casa. Me quité la ropa, quedando únicamente con mi tanga e entré al baño. Francis se había quitado la musculosa.

Cuando el agua tibia se deslizaba por mi espalda y pechos, el deseo de sentirlo en mi crecía. En pocos minutos salí de la ducha y me cubrí con una toalla.

Luego le llamé― ¡Francis, ya puedes entrar!

¡Entró totalmente desnudo y con una erección tremenda!

Me abrazó fuerte dejando caer al piso mi toalla. Sentí su pene apoyado en mi vientre como un hierro caliente. Besándome, literalmente comiendo mi boca, tomándome una mano ingresó a la ducha sin soltarme.

El agua corrió durante un minuto desde su cabeza a los pies. Salió fuera del alcance del agua y tomando mi cabeza con ambas manos la condujo hasta hacer tocar con mis labios su miembro. Abrí mi boca y entró casi con violencia. Entró y salió muchas veces, hasta venirse en mi garganta provocándome ahogó y náuseas.

Me ayudó a ponerme de pie y me abrazó fuertemente. Mis ojos estaban llorosos por el ahogó. Inclinó su cabeza para llegar a morder mis pezones. Me retorcí de placer y dolor a la vez, sus manos aprisionaban mis nalgas. Sus dedos llegaban hasta mi ano y vagina desde atrás. Me sentía totalmente a su merced sin reaccionar y deje seguir su juego para disfrutar.

Giró mi cuerpo poniéndome parada de espaldas a él. Luego me besó la nuca, el cuello, lamió toda mi espalda. Cuando llegó a los glúteos y me los mordió, separó mis nalgas a fin de llegar con su lengua a mi ano. Me sentía morir de vergüenza. Cuando separaba un poco la boca de mi culo decía― ¡Te va a gustar!

No podía verlo y Comencé a tocarme el clítoris y mi vagina se inflamó y mojó mi mano. Sentí la cabeza de su verga haciendo presión para entrarme por el culo. Me aferré a los grifos del lavatorio. Francis abría mis nalgas con una mano y con la otra dirigía su dura y caliente verga. Hasta que logro meterla toda haciéndome gritar. Entraba con fuerza y salía. Varias veces y dándole velocidad a sus movimientos cuando ya no sentí dolor bajé una mano y me acaricié el clítoris.

Las piernas no me respondían mis rodillas se doblaban, pero me sostenía para continuar con su propósito y venirse en mi culo profundamente. Luego permitió mirarnos a la cara.

Yo sentía que me latía el ano por tanto frotar su pene entrando y saliendo, sentía ardor e inflamación. Tomándome de las axilas me sentó en el lavatorio― ¿Estás bien? ¿Te gusta así? ―preguntó.

Nos besamos mucho. Sentía su pene tocándome los labios vaginales. Me latía el ano y el contacto con el mármol ligeramente frío del lavatorio, me aliviaba un poco el molesto ardor. Francis introducía su lengua llenando mi boca. Sus fuertes manos me mantenían casi inmovilizada. Me sentía dominada e intentaba disfrutar el momento junto a él.

Se sentó sobre la tapa del inodoro y me pidió que lo montara a horcajadas.

Abrió los brazos para recibirme. También su verga dura y caliente me esperaba erecta despegándose de su vientre y lo monté. Cuando abrí las piernas, su falo invadió mi canal vaginal. Fue hermoso sentirlo así, alcanzado el fondo de mi vagina. Una vez, dos, tres veces... Sus manos me sostenían por la cintura haciendo que subiera y bajase. Comenzó a gestarse una oleada de orgasmo, nublando mi vista y empecé a temblar.

Francis me giró de esa posición de enfrentados, haciendo que me sentase sobre su regazo dándole la espalda. Y otra vez entró en mi dolorido ano. Lloré mientras él se deleitaba sentándome a fondo sobre su rígido falo. Lo hizo infinitas veces hasta vaciar dentro de mi todo el semen contenido en sus testículos.

Nuevamente en la ducha se lavó prolijamente los genitales antes de despedirnos. Me vestí sin tanga, con un vestido playero y ojotas para bajar con él a la puerta del edificio.

La inflamación del ano me duró 2 días que estuve tratándome con cremas íntimas refrescantes y cicatrizantes.

Hablábamos a la noche por teléfono. Me dijo lo bien que lo había pasado conmigo. Que lo vuelvo loco. Que le encantan mis caderas chicas. Mis senos pequeños. Mi cabello corto. Y mi modesto culo de nalgas pequeñas y firmes.

Yo le dije que me agrada su potencia para descargarse tres veces en 90 minutos. Su pene duro como hierro caliente...

Cinco días después, Francis vino a mi casa a fin de cenar conmigo y tener buen sexo. Imaginaba tenerlo sobre mí como una cuña entre mis piernas, golpeando la cabeza de su verga en mi cérvix. Eso me provocaría múltiples orgasmos hasta quedar rendida o desmayada.

Cuando llegó Francis, lo recibí con muchas ganas y fantaseando todo cuanto había imaginado. Lo esperé con vestido cortito, de tela muy liviana. Sin sostén en los pechos y abajo una tanguita minúscula color rosa. Me veía sensual y bien perfumada.

Luego de saludarnos, Francis me dijo que no había hecho tiempo para bañarse. A lo que respondí que podía hacerlo, luego se quedaría en calzoncillos o con una toalla ceñida a la cintura.

Aceptó e ingreso cantando al baño. Yo encendí la tele para que no se oyeran nuestras voces desde otro departamento

Mientras se bañaba, imaginaba la forma de inclinarme para ser sensual ante su mirada y dejando ver mis partes íntimas como por descuidos. Decidí, quitarme la tanga para esperarlo siendo más sensual preparando la mesa donde cenaríamos.

Cuando salió del baño con una toalla ceñida a su cintura, estaba divino. La toalla formaba una enorme carpa entre sus piernas. Yo imaginando lo que levantaba esa tela me mordía los labios.

Apoyando sus manos en mi cintura me llevo hacia él. Sentí el contacto de su pene aún cubierto presionando en mi vientre.

Luego sus manos acariciaron mis glúteos y descubrió que yo no tenía tanga― Así me encanta que me esperes ―Me dijo al oído.

Con un solo movimiento, me quitó el vestidito por sobre mi cabeza. Completamente desnuda de pie ante él, cerré los ojos. Cuando volví a abrirlos, su toalla estaba en el piso y Francis dirigía mi cabeza hasta su sexo. Comencé una sesión de sexo oral, hasta sentir que descargaba mucho semen salobre y viscoso sobre mi lengua. Continúe chupando su pene ablandado y sus testículos donde unté todo el pegote sin tragarlo.

Me puse de pie. Nos besamos y me empujó de boca sobre mí camita. Su cuerpo sobre mi impedía moverme. Me separó un poco las piernas y hundió su cara entre mis nalgas para lamer mi vulva y el ano. Sus dedos buscaron el clítoris y lo hallaron hasta hacerme gemir y se hundieron en mi estrecho culito vuelto a la normalidad luego del encuentro anterior. Cuando metía sus gruesos dedos en mi culito. Yo mordía las sábanas con mis dientes para no gritar.

Francis pasó de los dedos a meter su pene y el dolor fue muy fuerte. Lloré mientras el intentaba meterla toda. Comenzó a moverse entrando y saliendo. También rotando cuál si fuera una batidora.

Ese movimiento suyo me hizo perder el control. No pensé más en que podía ensuciarlo. Estaba a punto de desmayarme. Me apretó fuerte las nalgas entre sus dedos y empezó un bombeo constante de su gruesa verga dilatando mi esfínter hasta lo no imaginado. Luego sentí las contracciones de su miembro, llenándome con chorros espasmódicos de semen los intestinos, que dejaban salir un poco del fluido viscoso por el esfínter aún sin contraerse totalmente.

Francis se volteó a mi lado, pasó un brazo bajo mi cuello y quedamos en posición de cucharita. Su pene siempre tocando mi ano muy mojado y sin cerrarse totalmente. Sus manos jugaron con mis pechos torciendo mis pezones. Cada vez que yo me quejaba parecía que estimulaba a su pene para cobrará rigidez. Cuando estuvo rígido, listo para volver a penetrar, lo orientó con mi dolorido ano.

Le dije― ¿Francis, querés que lo hagamos de frente?

No respondió, pero me permitió acostarme boca arriba. Él se acomodó arrodillado entre mis piernas y levantó mis pies sobre sus hombros. Pasó una vez la cabeza de su pene entre mis labios vaginales para que se lubricase y me la ensartó por el culo, dando embestidas profundas que me arrancaron lágrimas y quejidos. Con sus manos me sostenía por la cintura para que no me desplazara cuando me empujaba con el movimiento de su pelvis. Una vez más descargo su semen en mi interior profundo

Luego de unos minutos sin hablar me atreví a preguntarle― ¿Francis, por qué te gusta tanto hacerme el culo? Me lo estás destrozando. Tengo vagina.

Se mantuvo en silencio, luego dijo muy bajo― Me gusta mucho tu cuerpo. Tus caderas chicas, ese cabello corto, tienes un culito delicioso....es lo que más deseo. Hace 6 años que solamente he recibido sexo oral y he hecho solamente anal.

― ¿Por qué? Pregunté.

― Desde los 16 años he vivido en un correccional de menores, hace un año estoy en una alcaldía. Ahora libre de toda culpa y cargo. Sos mi primer contacto del mundo exterior. Me siento muy bien contigo...

¡Lo que dijo me sorprendió!

Luego le dije que debe atenderse en psicología, para estar bien. Y que nos seguiríamos viendo cómo amigos, y otras promesas. Dos semanas después viajó a su casa y no regresó nunca a verme”.

― ¡Gracias Raquel por tu relato!

Rober.

 

 

Belu y Viki

Viki y Belu son dos amigas íntimas que comparten vivienda, secretos y cama. Posiblemente saben que Claudio y Rober son novios y acuerdan pasar cuatro días feriados en un apartamento en Mar del Plata. La intención era disfrutar de la playa y de todo cuanto les divirtiera y del sexo como se fuera dando.

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