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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Educando a mi marido
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— ¿Dime preciosa, dónde cree tu marido que estás cuando en realidad estás aquí conmigo? —preguntó Carlos

Acaba de sacármela y trataba de calmarse un poco para no correrse demasiado rápido, mientras tanto y para mantenerme excitada me estaba chupando las tetas, que siempre parecían volverse increíblemente sensibles cuando sus labios se cerraban sobre mis pezones. Este hombre encantador, de cuerpo muy normal pero excepcional donde más importaba, sabía que yo quiero al menos un orgasmo por sesión y también sabía que podría proporcionármelo si retrasaba su propio clímax. Me había contado, que solía distraerse pensando en cosas del trabajo, pero esta vez me dijo que lo hacía pensando en mi marido, en el marido de la mujer que se estaba tirando.

— ¿Cómo que dónde cree que estoy?

Confieso que me distraje un poco, moviéndome hacia abajo para sentarme en su regazo mientras se amamantaba de mis muy excitadas tetas. Mis rodillas ya estaban plantadas a ambos lados de su cuerpo y mi coño estaba centrado y punto de empalarme en su pene erecto. Él ya estaba listo para joderme, como siempre, esto no era amor, era solo sexo. Y el sexo es dar y recibir, pero con Carlos mi propio placer siempre sería lo primero.

—Quiero decir que, durante casi un año, pasas todos los viernes por la noche conmigo, excepto uno al mes cuando te reúnes con tus amigas. Tu marido tiene que estar preguntándose qué haces los viernes desde entonces. No le puedes estar contando que estés trabajando hasta tarde, nadie trabaja hasta tan tarde. ¿Sabe que has encontrado un hombre mejor al que follar?

¡Imbécil! no sabe nada pero su pregunta me había dado una idea y decidí dejarla crecer y esperar hasta dónde podría llegar.

— ¡Oh! Bernal no es ningún problema —le dije con una sonrisa tranquila, dejándome bajar por su pene hasta tenerlo todo dentro, muy profundo. ¡Dios que gusto me da Carlos dentro de mí hasta cuando no se mueve! Me levanté hasta que su pene se quedó fuera y me sentí vacía, y luego bajé, y me sentí llena de nuevo.

— ¡Ohhh! —No quería darle esa satisfacción tan pronto pero no pude evitar gemir.

Carlos ya se había corrido dentro de mí dos veces e iba a por la tercera. Yo esta noche había estado tan orgásmica que había perdido la cuenta de mis propios orgasmos. Ahora yo estaba tan llena de su semen que mi coño hizo un sonido de chapoteo mientras yo bajaba, y la leche salió a chorros por los bordes. Aún así, una maravillosa sensación de deseo se apoderó de mí de nuevo, así que me levanté de nuevo para volver a bajar, y otra vez arriba y abajo, sin parar. ¡Oh, Dios que maravilloso! Me quedé sin aliento.

—Bernal cree que salí con las chicas —le recordé —cree que quedó con mis amigas todos los viernes, no solo sólo uno al mes. Confía en mí porque quiere confiar en mí. ¡Es tan dulce! No quiere sospechar nada, así que nunca sospecha nada, por muy tarde que llegue a casa. Así es como somos. Es un buen el matrimonio, siempre lo fue.

— Pero —continuó Carlos que a veces no se no se da por vencido —quiero decir, que cuando te vayas de aquí, físicamente desgastada después de nuestras cinco, seis horas o más, de follar sin parar, con tu coño desbordado de semen, nunca te duchas ni te limpias. Tienes que estar muy pegajosa con esa braga apretada. No hay forma de que no se dé cuenta de lo que pasa cuando te quitas la ropa. ¿Qué cree que se está saliendo de ti y corriendo por tus piernas?

Empezamos a mover nuestras ingles una contra la otra, y él empezó a acariciarme los pezones con las fuertes puntas de sus dedos. Yo no tardaría mucho en tener mi orgasmo. Se levantó y se inclinó hacia adelante y volvió a llevarse un pecho a la boca, haciendo circulitos con la punta con la lengua. ¡Una descarga eléctrica me atravesó! Su otra mano buscó mi clítoris y lo pellizcó ¡Y casi me derretí!

—Cree que soy yo, que es mi jugo, cree que mi coño lo excreta cuando estoy lejos de él. Cuando llego a casa quiero compartir con él todo el placer que me has dado. Así que siempre le pido que me limpie con su lengua; le pido que me chupe el coño hasta que lo tenga limpio. Me hace eso todos los viernes, a veces toda la noche. Ha llegado a encantarle el sabor, y sobre todo le encanta que al chupar me da dos, tres orgasmos, tal vez más.

Carlos me miró fijamente para ver si estaba bromeando. No lo estaba. Hace mucho tiempo cuando empecé a llegar con todo ese semen a casa, Bernal estaba desconcertado, no se imaginaba cómo me podía haber puesto tan jugosa ahí abajo. Le dije que es así como soy y que cuando estoy lejos de él, la idea de lo que me hará cuando vuelva me excita. Lo que en cierto sentido es verdad. Siempre encuentro la lengua de Bernal muy reconfortante después de haber sido follada durante horas por la gran polla de Carlos. Quiero decir que mi coño está hinchado y con los labios estirados, y a veces inflamado, especialmente cuando Carlos me ha follado a lo perrito una y otra vez, que tan pronto como llego a casa envuelvo las piernas alrededor de la cabeza de Bernal y la abrazo tan fuerte como pueda. Es como si nunca quisiera la boca de mi marido en ningún otro sitio. De hecho, a lo largo de todos estos meses. Carlos me ha dilatado el coño y la boca de Bernal me ha importado más. Es casi milagroso como me calma y me excita a la vez ¡Y me encanta! Amo a Bernal más que nunca.

Por suerte, Bernal nunca cuestiona nada de lo que le pido que haga, mis deseos son órdenes para él, le encanta hacerme feliz haciendo todo lo que le pido. Si alguna vez tuvo alguna sospecha sobre los viernes con Carlos, desapareció hace mucho tiempo. Ahora estoy ansiosa por someterme a sus labios y lengua mientras chupan el semen de Carlos y mis propias secreciones. Y también de cómo se eleva mi placer hasta que por fin termina en un orgasmo escalofriante que hace brotar tanto semen de una sola vez desde lo profundo de mi vagina que puede apenas se lo puede tragar todo. ¿Por qué debería oponerse si eso se ha convertido en nuestra vida sexual? Bernal está hoy en día tan ansioso por comerme el coño como yo porque me lo coma. Todavía folla de vez en cuando pero pocas veces me apetece que me meta su pene. ¿Cómo podría estarlo después de haber sido follado durante horas por un hombre como Carlos con una polla tan enorme? Así que la mayoría de las noches ni siquiera se molesta en intentarlo.

Carlos se apartó de mi pecho por un momento, todavía sosteniéndome sobre su regazo y me miró— En serio, él sabe tú estás aquí conmigo y a él no le importa ¿Por qué no lo invitas a él también? Puede chuparme la polla mientras espero para recuperarme y follarte de nuevo. A veces me he preguntado cómo sería si un hombre me chupa la polla. No soy gay, pero por ti lo haría.

— ¿Por mí dejarías que te diera por el culo? —le pregunté lentamente, casi perezosamente, mientras deliciosas sensaciones se elevaban de su polla para poner toda mi la cadera en movimiento— ¿O te lo cogerías? Ya que no eres gay, debe de ser que te da igual.

No respondió, es que este semental puede ser muy arrogante a veces así que le respondí con un poco de verdad—Para responder tu pregunta, de dónde cree Bernal que estoy cuando estoy aquí. Pues cree que estoy con mis amigas, que es con quienes estoy el único viernes que no paso contigo. Y le encanta cómo me dejan las chicas para cuando llegue a casa.

— ¿Y no está celoso? — Carlos estaba empezando a bombear y a mover la cadera haciendo “ochos” —la magia del sexo también le alcanzaba.

—No, pero se siente solo —dije reflexivamente.

Miré a Carlos y vi que el brillo en sus ojos se intensificaba, a Carlos le gustan las historias sobre cornudos. Ya lo sabía, le gustan desde mucho antes de que su mujer se los pusiera a él. Lo sé porque después de que ella se fue, yo empecé a ocupar su tiempo. Pero solo le interesan cuando el cornudo es otro.

—Un día les pregunté a mis amigas que les parecía que hacer con Bernal. Todas dijeron que mi Bernal es guapo, con posibilidades reales, pero sugirieron que debería enseñarle algunas cosas para que pueda participar en nuestras reuniones de chicas. Helena Pérez, hizo una propuesta mientras me miraba fijamente para estar segura de que yo entendía lo que realmente estaba sugiriendo.

A estas alturas, Carlos ya estaba desconcertado— ¿Qué? —murmuró con su cara en mi pecho.

—Le pregunté a Bernal si le gustaría unirse a nosotras, hablar y caminar con nosotras, lo que fuera que hiciéramos. El pobrecito se alegró mucho pero le dije que hacemos todo tipo de cosas de chicas, así que si se unía a nosotras podría ser aburrido. Porque los chicos no pueden entender la mayoría de las cosas las cosas que nos importan a las chicas.

— Bastante cierto — murmuró Carlos con la voz amortiguada por mi pecho—nunca entiendo por qué a las mujeres les interesan todas esas cosas,

Es cierto para hombres como Carlos, pero no se lo dije.

—Bueno, Bernal dijo que cualquier cosa que les guste o que les importe a las mujeres, a cualquier hombre puede interesarle, entonces le reté a que lo probara. Le encanta demostrarme que puede hacer todo lo que le pida. Era la oportunidad de hacer que pensara en otro tipo de cosas, de las más femeninas, y así le tendría ocupado mientras yo estuviera contigo.

— ¿Y lo hizo?

—¡Oh, Dios, más que eso, sí, sí, siiiiiiiii!... —Un espasmo me sacudió, luego disminuyó y volvió a empezar— Así que así es como pasa los viernes cuando estoy aquí contigo o fuera con las chicas. Le doy cosas a aprender, cosas que hacer, cosas que practicar. De hecho, se ha vuelto tan bueno en la mayoría de las cosas que entiende prácticamente todo.

Carlos ya no estaba escuchando, tenía los ojos cerrados, estaba en su propio mundo mientras bombeaba dentro y fuera de mí. Pero me había hecho recordar cómo había empezado con mi adorable Bernal y lo interesado que se mostraba cada vez que me compraba un par de zapatos nuevos, un sujetador, o un collar. Ha desarrollado un razonable buen gusto, lo que le permitiría estar conmigo y mis amigas los viernes. Le he estado educando todo este tiempo dándole a estudiar catálogos y revistas de moda. Y le di unos zapatos de tacón, unos simples zapatos de vestir y un colgante de turquesa en una cadena de plata. También le había encargado que durante la semana observara lo que hacían las demás mujeres. Y cada semana voy añadiendo algo más que debe aprender, sobre ropa o maquillaje o comportamiento.

Eso empezó hace un año, ahora un año después, mí marido se ha transformado, ya está listo para unirse a nosotras. De alguna manera su conversación y sus preocupaciones son más femeninas, y está mejor informado, que algunas de las chicas de nuestro grupo. Pero ahora se planteaba otro problema que aún no había resuelto ¿Bernal está en condiciones de asistir a mis reuniones de chicas, como una de más nosotras, pero cómo podría hacer con los demás viernes? No había considerado esos viernes, mis viernes de fiesta con Carlos, varios cada mes, menos uno. Hace unas semanas les planteé esto a las chicas y estuvieron de acuerdo en que era un gran problema. Marga se ofreció a presentarle a su hermano gay para que saliera con él los otros viernes, y tal vez también para introducir a Bernal en el ambiente gay. Pero a mí no me gustaba esa idea, me preocupaba que se enamoraran el uno del otro, o Bernal podría enamorarse de otro hombre. ¡Y Bernal es mío! I todavía lo quiero. Sin embargo, no había pensado en una alternativa, todavía no. Y tengo que hacerlo. ¡Porque me encanta follarme a Carlos!

Carlos cambió su ritmo y se abalanzó sobre mí, así que volví a empujar hacia abajo tan fuerte como pude. Nuestros jugos se exprimieron saliendo de mí una vez más. Que el pistón hinchado ahora parecía estar herméticamente atascado en mí, inmóvil, así que yo se agarró a su base y me levanté y caí sobre ella y descubrió que no estaba entrando y saliendo de mí. En vez de eso, le estaba frotando mi coño fuera ¡Eso fue la primera vez! Aceleré el paso y sentí otro mini- orgasmo, una fanfarria distante anunciando un crescendo triunfante que yo sabía que era lo que venía. Así que seguí masturbándome con mi coño como si fuera mi mano, y continué mi explicación. Necesitaría estar distraído ahora con lo que estaba haciendo. Mi placer tenía que ser lo primero.

― He estado ayudando a Bernal a prepararse, todos los viernes mientras estemos aquí, en una habilidad femenina más. Eso lo mantiene ocupado. Lo que sea que le diga o le muestre, tiene que hacerlo una y otra vez hasta que sea perfecto. Hasta que sea algo natural y lo haga sin pensar.

― ¿Cómo cocinar la cena o chupar mi semen en tu coño?

― Nuestro semen, Carlos ―Ese desprecio le hizo ganarse un doloroso apretón de pelotas antes de que lo deje esta noche, me prometí a mí misma... Nadie desprecia a mi Bernal. Pero primero tiene que conseguir a apagar mi fuego otra vez. No se dio cuenta, pero durante meses, al principio, lo había estado usando de la misma manera que los hombres usan a las putas, estrictamente para mi placer personal. Era mi puta, pero con su ego nunca lo vería de esa manera.

― Sí, Bernal me chupa el coño, me limpia cuando llego a casa. Y esa es su recompensa. Todos los viernes, antes de dejarlo en casa y venir aquí, le enseño algo nuevo que practicar. Cómo ponerse el maquillaje de ojos adecuado para una visita matutina a un vecino, o una fiesta por la tarde, o una fiesta formal con baile en el club, tres estilos diferentes de maquillaje que cada chica debe ya saber. Mientras estamos aquí teniendo sexo, él está practicando en casa y cuando vuelvo, siempre lo tiene todo bajo control. El viernes pasado se estaba poniendo lápiz labial y el viernes antes de eso, se estaba poniendo un sujetador como las chicas, inclinándose hacia adelante y luego retrocediendo para colocarlo. Hace tiempo eran cosas más simples, como caminar con tacones. Ahora es cómo lucir sexy cuando te follan con los dedos, o hay un consolador en el coño, o en el trasero. Cómo disfrutar de un consolador de misma la forma en que disfruto tu polla, especialmente cuando te dejo usar mi trasero... y no me refiero a eso. Aunque mi pobre Bernal sólo tiene su consolador, sólo un agujero en su trasero, no dos.

Carlos dejó de moverse mientras yo hablaba, y me miró desconcertado― ¿Tu marido está practicando qué exactamente?

Pensé que había ido demasiado rápido para él. Le sonreí y empecé a rodar mi pelvis alrededor del rígido poste de la su polla. Dando vueltas y vueltas, las viejas e increíbles sensaciones surgieron de mí y empezaron a extenderse por todo mi cuerpo. ¡Dios! este iba a ser genial, ¡Este hombre me folla tan delicioso!

Tenía que hablar claro― Bernal está practicando todo lo que debe saber antes de que salga con otras chicas en una noche de chicas. Porque hablamos de sexo de vez en cuando, así que tiene que saber cómo pensamos las chicas sobre el sexo y cómo siente el sexo una mujer.

No he añadido que yo aún no le he confirmado en su nueva femineidad presentándole a un hombre, para que pueda saber cómo se siente el sexo como mujer. Que yo quiero que se anticipe y disfrute del placer de una polla en su boca o en su cuerpo como yo lo hago. Para aprender a tentar a los hombres y lograr polla cada vez que se le antoja.

Carlos entendió el mensaje, cerró los ojos y empezó a abalanzarse de nuevo sobre mí. Decidí seguir hablando... ― No lo hice empezar de esa manera, pero así es como termina. Se sintió solo, y vi lo satisfecho que siempre parecía estar cuando volvía a casa. Él piensa que es por estar con mis amigas y quiso unirse a nosotras. No tiene amigos propios... No me gustaban y lo desanimé. Así que todos los viernes se prepara, aprende nuestra forma de hablar, nuestros modales. Incluso he enseñado cómo hacer el flirteo inofensivo en el que a veces participamos. A veces no tan inofensivo ― Me aclaré a mí misma.

―Tu maridito quiere ser un mariquita ―murmuró Carlos casi sin aliento. A estas alturas, yo ya lo montaba como un caballo disfrutando de la sensación de todo ese poder entre mis piernas

― ¡Bueno! Sí, se podría decir que sí, eso es lo que es. Me confesó una vez que ese deseo no es nuevo. Que cuando cumplió trece años, quería ser una chica como su hermana mayor. Las chicas parecen tener toda la diversión. Se ponía su ropa de vez en cuando. Ha recorrido un largo camino desde entonces. Ahora puede ser una verdadera mujer cuando se toma el tiempo necesario para hacer de Susana apropiadamente.

Carlos empezó a quedarse sin aliento ― ¿Susana, quién es?

No estaba escuchando atentamente, supongo ― La semana que viene tengo la intención de dejar a Bernal asistir a una de nuestras reuniones, para que pueda experimentar de verdad con lo que ha estado soñando todos estos meses. Tal vez todos este tiempo desde que tenía trece años.

En ese momento decidí que llevaría a Bernal aún más lejos. Mi cuerpo estaba radiante con la alegría que Carlos estaba esparciendo a través de su polla. ¿Por qué no debería mí el maridito disfrutar de la misma alegría? Un hombre de verdad le hará follar como es debido por una vez ―agregué― A ver si le gusta, porque si le gusta, eso es lo que quiero que sea a partir de ese momento. Una mujer.

Carlos iba a por mí con los ojos cerrados con todas sus fuerzas. Seguí hablando, aunque ahora estaba claro que estaba escuchando sólo para distraerse de su creciente necesidad de eyacular. Pero no me estaba escuchando, estaba perdiendo la batalla. Me di cuenta de que la solución para mitigar su impulso de descargar su semen dentro de mí era abrumándolo.

― Todo el mundo en su oficina ya piensa que eso es lo que es, aunque viene vestido de mujer sólo los viernes de gala. Tomamos unas vacaciones de dos semanas en un spa y pasamos todo el tiempo haciendo de chicas, arreglándonos el pelo, las uñas y el cutis, y así en. Y bailando con chicos por la noche. Le encantaba y, por supuesto no quería esconder su nuevo aspecto cuando volviéramos. Algunas de las chicas de su trabajo lo invitaron a almorzar con ellas, y cuando volvió a casa esa noche estaba absolutamente entusiasmado ¡Había estado con su propio grupo de amigas! Fue entonces cuando decidí que estaba listo para unirse a mi grupo de amigas. No puedo impedírselo más y eso sucederá el próximo viernes.

Carlos de repente se flexionó, luego me hizo rodar violentamente, y una vez encima se estrelló contra mí. Y otra vez mis piernas se abrieron de par en par a cada lado de sus caderas y su peso corporal completo empujó su pene profundamente en mí y empujó mi culo hasta el fondo del colchón. Envolví mis muslos apretados alrededor de él y enganché mis talones cabalgando debajo de él mientras me empujaba una y otra vez, más rápido y más rápido, más y más fuerte. Era como si estuviera tratando de introducir todo el cuerpo en mí con cada empujón, y a juzgar por lo lleno que estaba mi coño, lo estaba logrando. Los dos nos pusimos frenéticos y sexualmente muy violentos. Cada uno de nosotros intestando alcanzar la cúspide del clímax. Entonces noté que se iba y empezar a chorrear, vertiendo semen caliente en lo profundo de mí, y yo también vine. Tensé mis piernas y apreté su cuerpo casi lo suficientemente fuerte para romperle una costilla. ¡Y entré en el paraíso! ¡Llegué al éxtasis y fue sublime! Sentí una euforia tan grande que me desmayé. Cuando volví en mí y abrí los ojos, Carlos estaba de pie junto a la cama mirándome― Estaba un poco preocupado por ti ―dijo― Ya estaba pensando en llamar a emergencias y decirles que me acabo de follar a mi novia hasta la muerte.

― Ya quisieras ―le contesté― Puedo durar más que tú, no hay competencia.

Sonrió con confianza pero los dos estábamos agotados. No había forma de que ninguno de los dos aceptará el desafío de nuevo, de no tomar prisioneros. Así que él dijo― Ya veremos. Ya veremos.

Luego, para cambiar de tema, preguntó acerca de la última cosa que recordaba que le había dicho― ¿Qué quieres decir con que se unirá a tu grupo ahora? ¿Tu marido? ¿Qué grupo?

¡Jesús! Hablando un buen rato de eso y no se ha enterado de casi nada. Bueno, me estaba jodiendo así que supuse que podría perdonarle― Se unirá con algunas de mis amigas que también tienen novios los otros viernes, como yo ―Expliqué cuidadosamente― Se convertirá en una de nosotras. Todos nos reunimos en el mismo hotel una vez al mes, ¿recuerdas? Eso es lo que va a pasar. Él no sabe que habrá hombres allí, por supuesto, pero está preparado para que esta vez, cada uno de nosotras vea a un hombre al que conocemos y lo invitará a bailar con él, y así sucesivamente. Marga le presentará a su hermano y mi Bernal puede convertirse en una completa mujer antes de que se entere de cómo pasamos nuestros otros viernes. Si puede tener una buena relación sexual estoy segura de que ya no le importará. Entonces podemos ser realmente y verdaderamente novias así como marido y mujer. Aunque nuestro matrimonio continuará sobre una base diferente, sospecho.

― ¿Quieres decir que no te importará estar casada con un maricón?

Carlos parecía divertido, pero también nervioso y agresivo. ¿Era realmente homofóbico? Una buena dosis de arrogancia en hombres masculinos como Carlos que se sobrevaloran a sí mismos odiando a los homosexuales. Esa impresión ya la había tenido antes pero ahora decidí ignorarlo.

― No, mi dulce Bernal no es realmente gay. Sólo es un travestido. Un hombre que de vez en cuando le gusta imaginarse que es una mujer, y vestir como lo que se siente. Sospecho que es parcialmente transexual, uno de esos hombres que realmente son mujeres de alguna manera, al menos en sus propias mentes, pero temerosos para confesárselo tal vez incluso a ellos mismos. Algunos transgéneros son realmente mujeres nacidas para creer que no lo son porque carecen del cuerpo de una mujer, pero aún así son mujeres. No creo que Bernal sea uno de ellos. Siempre ha amado su cuerpo aunque tengo que decir, que le encanta mucho más ahora que con las hormonas que le he dado le han salido unos pechos preciosos. Ha aprendido a estar orgulloso de ellos, y sabe cómo vestirse para mostrarlos cuando tenga la oportunidad. No puedo culparlo, realmente tiene una figura de morir.

― Asqueroso ―dijo Carlos automáticamente que para él era todo un hombre.

― No para mi querido Bernal que siempre había admirado a las mujeres, y las envidiaba, y resulta que ahora no era diferente de ninguna. Bueno, un poco diferente, quizás sí.

― Todavía suena a maricón ―añadió Carlos.

― No― le contesté y echando mis hombros hacia atrás empujé mis pechos directamente frente a Carlos. Podría también atormentarlo, ahora que sus erecciones habían terminado. Había conseguido tres buenas esta noche, ciertamente encomiable― Bernal no es gay y no tiene nada de malo ser gay, no es un hombre que ama a otros hombres. Es una mujer parcial que ama a las mujeres siendo una mujer parcial. La mujer que hay en él podría aprender a amar a los hombres también, pero sólo como mujer. El hombre que hay en él me ama. Necesita dar un paso más y aprender a amar a los hombres como la mayoría de las mujeres hacen, eso es todo. Entonces será la mujer más completa que pueda ser. Pero no es gay de ninguna manera.

Esto era demasiado complicado para Carlos que parecía confundido. Le hice un gesto para que me empezara a acariciar los pechos de nuevo con sus enormes sus manos para darle algo que hacer. Lo entendió, y lo hizo. Al mismo tiempo empecé a acariciar mi clítoris, y me di cuenta de que yo podría acabar una vez más― Estoy bastante orgullosa de mi amor ―Dije.

― ¿Así que se pasa todos estos viernes comportándose como una mujer mientras que nosotros nos estamos follando? ¿Todos los viernes durante un año? ¿Le gusta?

No había forma de explicárselo a Carlos. Realmente debería dejarlo, estaba pensándolo, y dejar que sus manos en mis tetas hagan toda la conversación. Pero le debía a Bernal, o Susana, como esperaba que terminara llamándose después de la semana que viene. Mi adorable Susana. En mi mente una idea floreció ¿Por qué no lo había pensado antes?

― Es justo ― dije― Pasamos horas aquí satisfaciéndonos mutuamente. ¿Por qué no debería Bernal pasar sus horas en casa satisfaciéndose? Pues eso es lo que ha estado haciendo.

― ¿Masturbándose? ―Era difícil de creer que Carlos tuviera tan poca memoria. ¿O estaba siendo deliberadamente tonto?

― No, cumpliendo su deseo de la infancia de ser mujer a veces ―le contesté. Todo esto estaba más allá de la comprensión de Carlos. Nunca entendería algo tan complicado como ser transgénero. Nuestro follar y el recuerdo de follar y nuestro deseo de follar más marcó el sus intereses y absorbió toda su atención. Pero bueno, cada uno a lo suyo. Pero lo intentaría por última vez― Carlos, hace mucho tiempo, incluso antes de conocerte, Bernal me confesó que de vez en cuando tiene ganas de jugar con mi lencería. No sólo jugar, se mete de lleno en eso.

― ¿Y qué? Muchos hombres lo hacen. Yo solía ponerme las bragas de mi ex alrededor de la polla y masturbarse con ellas.

― No, quiero decir eso, me dijo que siempre quiso usar mis bragas, y mis sostenes también.

Carlos soltó una carcajada pero sus manos continuaron amasando mis pechos y sus pulgares frotaban las puntas de mis pezones extendidos, así que, ¿a quién le importaba?

― No, en serio, poco después de nuestro matrimonio le pillé una tarde cuando volví temprano a casa de la oficina. Incluso entonces, ¡se veía tan lindo! No lo había pensado antes y nunca lo había notado, pero el año pasado, incluso antes de poner hormonas en su comida, ya se veía bien de mujer. Quiero decir, él siempre ha sido delgado, con rasgos delicados y hombros pequeños, un andrógino natural mira. Ahora en ese pecho delgado sus pequeñas tetas parecen enormes, sobresaliendo de la forma en que lo hacen, y sus sostenes ya no son opcionales, los necesita. Tiene un talento innato con si fura una mujer natural.

― Huummmp ―murmuró Carlos que claramente no me creyó― Un hombre es un hombre y una mujer es una mujer y siempre puedes decir cuál es cuál.

― Por supuesto que le faltaba finura. Incluso ahora, se pone ropa que no concuerda ¡cuadros con estampados….! ¿Puedes imaginártelo? Y todavía usa lápiz labial púrpura aunque ya no esté de moda desde hace años. Pero ha aprendido mucho. SÍ, hazlo de nuevo.

Carlos había empezado a amasar cada uno de mis pechos desde la base hasta la punta, pellizcando los pezones y cada vez que alcanzaron dos veces su tamaño me dio el doble de placer. Obviamente Carlos no estaba en absoluto interesado en las cosas de las mujeres que le importaban a Bernal. O cómo su desajuste con la ropa me había llevado a querer entrenarle de la forma adecuada. La mayoría de los hombres nunca entenderán la ropa de mujer pero en estos días mi amor me aconseja.

Se me ocurrió que tal vez ya no sea un hombre. Quizás la semana que viene, con un poco de suerte, será una mujer de verdad. Lo suficiente para permanecer así en su cabeza y en sus deseos, para que sea mi novia ¿Podría querer más que eso de él mientras tengo a Carlos para follar? ¡Eso sería perfecto!

― Cuando me enteré de que era un travestido, estaba tan avergonzado, estaba petrificado ese día que le descubrí probándose mis bragas. Intentó esconderse en un armario y me pidió que me fuera, que me lo explicaría más tarde. Y entonces empezó a llorar. Mi pobrecita querida, bueno, mi corazón estaba con él y tuve que ayudarlo. ¡Oh Dios, Carlos, hazlo de nuevo eso en mis pechos!

Y entonces llegué sola por lo que Carlos me estaba haciendo en los pechos y yo a mi clítoris ¡Estaba el cielo! ¡También tengo que hacerle eso a Susana! O encontrarle un hombre que le haga esas cosas. El hermano de Marga tal vez para empezar, a pesar del riesgo.

A Carlos le divertía verme temblar pero también le agradaba y me dijo― Así que te encuentras casada con un maricón, y por eso es que yo tengo que ocuparme de tus necesidades sexuales ―Y sonrió simplonamente. ¡Qué mundo es en el que vive!

― No, así es como descubrí que estaba casada con un hombre que es parcialmente transgénero, que realmente puede entender y apreciar a las mujeres. Supongo que puedes llamarle mariquita... no le importaría eso ahora, porque se ha aceptado a sí mismo como es y eso es lo que es. Le ha encantado ser una mujer por mí y poco a poco se ha convertido en eso. Los hombres transgéneros no son realmente gays, Carlos. Así que no creo que tú puedas llamarlo maricón. Como hombre, lo que queda del hombre que una vez fue, todavía prefiere a las mujeres. Y como la mujer que reconoce en sí misma, debería preocuparse por los hombres, pero no lo hace. Todavía no.

Carlos me miró fijamente y dijo― ¿Quizás no ha conocido a la persona adecuada?

¡Qué acierto! C quería que su comentario fuera despreciativo, pero no lo era, contenía una verdad. ¿Si a Susana todavía no le gustan los hombres, podría ser simplemente falta de experiencia, falta de oportunidades? Asumí, que cuando yo empecé a ayudar a mi encantador esposo a aprender a ser una mujer, mi mejor novia, que terminaría siendo lesbiana. Pero sí quería que averiguara lo que era por sí mismo. Al menos debería tratar de confirmar su femineidad con un hombre. Si no puede, tendré derecho a declararlo lesbiana. Tal vez pueda terminar como una mujer bisexual.

― Yo también podría decir eso de ti, Carlos ―dije. Ya era hora de vestirme y volver con mi maridito pero primero tuve que decirle a Carlos algo un poco más profundo― Apuesto a que en algún lugar hay un hombre con una polla que se ajusta a tu boca exactamente de la manera correcta.

Carlos ni siquiera me escuchaba, es como todos los hombres, supongo. Sin embargo, conozco a un hombre con una boca que encaja en la polla de Carlos, con un culo que puede hacer lo mismo. Esa idea había estado germinando y ahora me volvía fructífera.

― Es obvio, vienes huyendo de tu debilucho maricón hacia mí para cogerte a un hombre de verdad ―dijo Carlos, mirándome fijamente.

No podía dejarlo pasar así que me decidí, Carlos sería el primer hombre de Susana. Me pareció justo compartir y compartir por igual― No, soy un poco poco convencional ―dije― Yo amo a mi debilucho mariquita.

Esto era inconcebible para Carlos, pero ya no importaba. Carlos nunca me ayudaría a sabiendas a completar la transformación de Bernal por más que nos convenga a los dos. Así que él me ayudaba a sin saberlo. La idea de que había estado germinando ya estaba completamente madura.

― Hablando de hombres de verdad, Carlos ¿recuerdas cómo me has querido para hacer un trío, quieres que traiga una novia?

Se animó y respondió— ¡Claro que sí!

― Bueno, se me ocurre que el próximo viernes vendrá una vieja amiga a la ciudad. Es Susana, ya me has oído hablar de ella. ¿Por qué no vienes a cenar con nosotras, en el Hotel Meliá a las siete? Susana estará allí, y si está dispuesta los tres podemos venir aquí.

Carlos no dudó en responder― Puedes contar conmigo ― dijo.

― ¡El Meliá! Recuérdalo no se te olvide.

—Suena bien.

― ¡Genial! Démonos la mano ―Le agarré de las pelotas y cumplí lo que había prometido antes, y les di un fuerte tirón.

Sus ojos se abrieron enormes y se dobló de dolor. Sonriendo le dije― Esto es para cualquier hombre que hable mal de mi Bernal.

Si un hombre se hace maricón por tener sexo con otro hombre, Carlos estaba a punto de convertirse en uno. Susana se la chuparía en su primera vez, pero iba a asegurarme de que Carlos también se la chupara a Susana como una delicia especial, como un clítoris extragrande. Yo estaba segura que podría hacer que se cogiera a Susana por el culo también. Si se le ocurrió entrar en mi culo como un privilegio, ¡imagina cómo se sentiría con el culo de Susana! Tal vez después le haría saber lo que todos habíamos hecho juntos y quien era Susana, pero tal vez esperaría unos viernes antes de decírselo. Tal vez no se lo diría nunca.

Me levanté, me vestí, tomé mi bolso, volví a besar a Carlos y me fui. ¿Por qué no habría pensado en esto hace meses, y me había ahorrado esos cargos de conciencia con que me afligía de vez en cuando? No he podido esperar a llegar a casa para decirle a Susana que de ahora en adelante nunca la abandonaría los viernes. Nunca la abandonaría por otras personas. Que cada una de nosotras sería la chica que siempre quisimos ser la una con la otra. Que ya era hora de que se uniera a mí.

Entonces el próximo viernes Carlos nos follaría a las dos, y nosotras a Carlos. ¡Cada una de nosotras matando dos pájaros!

Casada

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