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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Cosas de pesca
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Yo desconocía que Claudio, mi amigo íntimo, con el que comparto departamento y cama, también es mi novio, había agendado el WhatsApp de Elvira y a su vez, ella conocía el suyo.

En realidad no me sorprende, nuestra relación es muy abierta. Sé que a Claudio le apetecen ambos sexos pero siempre es el activo. Nos llevamos de maravillas.

Cuando me dijo que volveríamos a Mar del Plata. Lo escuché mientras me explicaba que Elvira iría con su mejor amiga, su esposo y el de ella. Se alojarían en un departamento próximo al mar.

Bruno y Manuel, sus maridos asistirían a un certamen de pesca en la ciudad de Necochea. Ellas pasarían haciendo playa tres días pero se encontraran con sus maridos cada noche de cada día.

― Acaba de obsequiarme los pasajes ― Dijo Clau, agregando―Vamos Rober, ella quiere presentarte su amiga Eli.

― No me atraen las mujeres. ―Protesté pero acepté acompañarlo.

Nuevamente alojados en el hotel Antartida y nuevamente encontrándonos en la playa con Elvira y su amiga. Eli, delgada, cabello corto ondulado castaño, senos pequeños, culo mediano y más estatura que su amiga. Sus edades son similares. Eli vestía una malla negra de dos piezas. Ambas miraban con admiración a Claudio. Elvira quizás recordando lo vivido. Eli tratando de imaginar lo que su amiga le había relatado.

Disfrutamos el sol sobre nuestra piel y el meternos juntos al mar. Las pérdidas de equilibrio de Elvira eran constantes y siempre se aferraba a Clau, tomándose de donde pudiese, sin turbarse. Eli, intentaba mantenerse en pie sin caer sobre mi o Claudio. Nos reímos, jugamos provocándonos caídas aparatosas, pero el interés de Eli por mí no se despertó, ni el mío por ella.

Regresamos al hotel, Claudio y yo a nuestro alojamiento y nuestras amigas a su departamento. Acordamos en reunirnos a la tarde en el mismo lugar.

Tres horas después volví a la playa solo. Claudio me dijo que lo disculparan las chicas, que no se sentía bien. Cuando llegue, estaba únicamente Eli que dijo― Elvira quiso descansar un poco más, vendrá después, pidió que cuidemos este lugar.

Entonces entendí lo que se habían propuesto Elvira y Claudio pero no sabía que hacer estando a solas con Eli. Decidí ponerme a hablar de cosas serias y que nos importara a ambos.

Le confesé que soy gay y recordamos de como Elvira conoció a Claudio. Ella dijo que su amiga le generó la ilusión de tener un encuentro conmigo pero se dio cuenta que no me movía ni un pelo. Le pedí perdón por defraudarla.

― No me defraudas en nada Rober―Dijo con firmeza.

Entonces la ayudé a elaborar un plan para intentar captar el interés de un macho que la haga disfrutar un encuentro placentero sin generar otro vínculo.

Eli se tendió sobre una manta, boca abajo con una visera parasol, auriculares en sus oídos, moviendo un poquito la cola simulando hacerlo al ritmo de la música que escuchaba. Cuando viera pasar alguien que le agrade daría un golpecito a su visera para que volase e inmediatamente gritaría― ¡Ay! ―estirando una mano hacia donde volaba la visera.

Se pondría de rodillas apoyando los codos en la arena Así en esa posición del perrito esperaría la devolución― Estoy seguro que funcionara. ―Le afirme y me alejé de ella para que la vieran sola.

En menos de diez minutos pasaron tres varones bien bronceados, con aspecto de guardias de playa pero sin distintivo. Voló la visera, ella hizo lo pactado. Uno de ellos de cabello largo quemado por el sol, con bigotes, de mayor estatura que Claudio y con una buena protuberancia marcada en el short, corrió presuroso y deposito la visera en su mano estirada. Permaneció conversando con ella mientras sus amigos continuaron caminando.

Yo me mantuve cerca sin importunar. Cuando ambos se dirigieron a mar. Retiré mis pertenencias y me alejé con la certeza que el varón deseaba follarla. La última vista que tuve de ellos fue que jugaban a arrojarse agua con las manos, el uno al otro. Recordé algo que escuche hace bastante tiempo, juegos de mano., rompedero de ano.

Mientras caminaba lentamente rumbo al hotel, volteaba la cabeza intentando ver cuán a gusto se sentía Eli con su nuevo amigo. Deseaba pudiera ella recibir una follada memorable para contarle a su amiga. A mí me esperaba la soledad del cuarto esperando que llegase Claudio.

Cuando llegó, se dejó caer sobre el sillón y me pidió un poco de agua para beber. Y le relaté con lujo de detalles lo acontecido en la playa con Eli. Se reía escuchando mi relato y luego siguió relatándome su experiencia. Comenzó diciendo― Fuimos al mismo hotelito que ya habíamos estado. Nos dieron otra habitación. Ella estaba tan deseosa como la primera vez, muy impaciente. Y perfectamente depilada y perfumada

Apenas le desabroche el sostén y se liberaron sus pechos aprisione sus pezones y los hice girar entre mis dedos.

Se pusieron duritos y suspiró profundamente .Me quito el pantalón y dejo caer mi slip dejando libre la verga ya muy dura. Abrió sus labios carnosos para comérmela. En ese momento llegó a su celular un mensaje de su marido “Acabo de coger el pez más pequeño del certamen se prendió al anzuelo más grande de la línea” Me lo leyó y sonrió

Dejo apoyado el teléfono sobre la cama y prosiguió con el objetivo de introducirla hasta la garganta. La desnudé sin darme cuenta y cuando se la quite de la boca, la aprisiono entre sus pechos. Tenía la boca abierta y jadeaba. Su vagina, también estaba levemente abierta, caliente y mojada esperaba la rellenara pronto. La pincelé entre los labios abiertos de su rajita. Con mis dedos muy lubricados acaricie su ano presionando hacia adentro. Dócilmente se dilato también esperando su porción.

Nos abrazamos y rodamos en la cama. Ella quedo sobre mi falo duro y caliente apretado por su barriga. Cuando se movió, recogió un poco sus piernas, su boca llegó a la mía, y mi verga quedó apoyada en sus labios vaginales, Un leve movimiento bastó para que comenzara a penetrarla.

Una fuerte convulsión la sacudió toda y se estremeció con un orgasmo interminable. La aprisione sobre mí y toda mi verga la llenó. Mis dedos hurgaron en su ano y dos permanecieron estirándolo.

Elvira se recobró, flexionó las piernas quedando de rodillas y sentada sobre mi pelvis. Comenzó a subir y bajar sin dejarla salir totalmente de su interior. Por momentos cuando ella subía, yo con mis manos tomando su cintura, la empujaba hacia abajo. Este juego la hacía suspirar porque le entraba violentamente. Su rostro reflejaba el gozo de sentir placer sexual en máxima expresión. Pensé que Elvira de joven sería una hembra fogosa y deliciosa.

Varios minutos de sube y baja hasta que se inclinó para besarme. Le introduje mi lengua en la boca y se movió para respirar.

Mi pene escapó de su vagina y se rozó con su ano. La cabeza instintivamente halló la entrada. Intentó decir algo y moverse pero le fue imposible. Ya la estaba follando fuertemente por el culo. Bombeé aceleradamente mientras ella decía cosas que no entendí.

Cuando sentí que me derramaba la mantuve pegada a mi pelvis para no dejar escapar ni una gota de semen de sus entrañas. Cuando mi pene perdió su dureza, se la saqué. Permanecimos minutos en la misma posición, ella sobre mí escurriendo fluidos sobre mi mata de vellos púbicos.

Me incorporé luego. Fui a orinar y a ducharme para quitarme el pegote y Elvira pidió ducharse conmigo. El agua tibia corrió sobre nosotros. Ella jabonó su cuerpo todo y siguió con mi espalda, luego el pecho, el vientre y el trocito que tanto la había hecho suspirar. El roce de sus manos en el miembro y pelotas, sumado a poder jugar con sus tetas hicieron que mi verga cobrara firmeza nuevamente. Me miro a los ojos y sonrió. Esperaba alguna palabra y le dije― Un polvo más.

Se tomó con sus brazos a mi cuello, quedando en punta de pies. Así la conduje caminando ella hacia atrás. La dejé caer cruzada sobre la cama, con las piernas colgando. Su vagina semiabierta, hinchadita y húmeda me esperaba sedienta

Apoyé sus pies sobre mis hombros. Su ano se veía rojo e inflamado por tanto roce. La cabeza con forma de sombrerito se abrió paso en la rajita y comencé a darle una follada memorable.

― Por favor Claudio, por atrás no. siento que me late el ano ―Me pidió

La invadió otro orgasmo convulsivo. Gritó y lloró de gozo cada vez que mi estocada la golpeaba profundamente y mis bolas golpeaban su ano. Sus fluidos internos salían un poco cada vez que mi miembro tomaba distancia para ensartarla nuevamente hasta dejarla sin reacción y llena de semen caliente.

Salimos exhaustos del hotelito y ya tiene Elvira para contarle mucho a su amiga, por todo eso vine agotado.

Lo pasaste muy bien― Dije ―y continué― Creo que Eli también tendrá algo para contarle, su nuevo amigo tiene aspecto de semental.

Rober

 

 

Claudio

Rober nos habla de Claudio, uno de sus amantes

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