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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Confesión y reconciliación
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Vicky sabía que lo tenía que hacer, en realidad era la única cosa que podía  hacer. Su amor por el otro siempre se había basado en ser sinceros. Sabía que no podía haber el mismo tipo de amor, ni siquiera una oportunidad, si el futuro se basaba en mentiras y en ocultar partes de sí mismos. Así que, cuando José volviera a casa tendrían que hablar de aquello y ella tendría que aceptar las consecuencias de su decepción,  o su ira.

José no debía volver a casa hasta el viernes muy de madrugada. Así que el sábado por la mañana, cuando José se despertó a la cama y no encontró a su esposa a su lado tuvo curiosidad. Tuvo aún más curiosidad cuando ya olía el café. Vicky nunca se levantaba  temprano los sábados. Sin saber si debía ser curioso o estar preocupado, se levantó de la cama y bajó a la cocina donde encontró a Vicky en camisón corto, mirando su taza de café. Después de servirse una taza, se sentó frente a Vicky y preguntó― ¿Qué pasa, Vicky, mala semana? Pareces alterada por algo.

Ella le miró a los ojos todavía un poco adormecidos y dijo: ― No sé cómo explicar esto.

― Parece algo serio.

― Sólo déjame hablar ¿De acuerdo? Necesito contarte una cosa y luego podemos hablar.

― ¡No me vallas a dejar!

― ¡Dios, no! Por favor, déjame decir esto.

― Si no me dejas, soy todo oídos.

― Dios, José, haces que parezca que lo peor que te puede pasar es que yo te deje.

― Nena, creo que podría soportar casi todo menos eso. Tú eres lo que le da sentido a mi vida.

― Me lo estás haciendo muy difícil. Bien, aquí va ―Dijo levantando sus ojos humedecidos hacia los de él, y comienza― José, te engañé mientras estabas fuera. Sólo escúchame, primero. No digas nada hasta que termine. El miércoles por la noche salí con Juana, la del trabajo, y bebimos, bailamos, coqueteamos, nos divertimos. Pero luego fuimos a casa de Juana,  a medianoche.

― Tomar unos tragos y bailar no es engañar.

― No, no lo es, pero una vez en casa de Juana bebimos más vino y nos pusimos muy cachondas. Muy pronto nos estábamos besando, y luego yo estaba desnuda y ella estaba.... haciéndome sentir realmente muy bien. Después yo la desnudé y comencé a hacerla disfrutar y a sentirme también bien.

― ¿Con Juana?

― Sí. Pero eso no es todo. Verás, Juana tiene un perro grande y supongo que mientras estaba de rodillas con Juana... él entendió que yo estaba disponible. Quiero decir que aparentemente yo estaba en la posición correcta para él, y estaba excitada y ocupada de otra manera.

― ¿El perro que hizo?

― ¡José! Por todos los diablos, ¡me montó! ¡No sólo me comí el coño de Juana, sino que su maldito perro me jodió! No sé qué decir cómo pasó, simplemente pasó.

Se produjo el silencio. Vicky quería mirarlo, buscar sus ojos, pero no podía. Lo que sí vio fue a José levantándose y poniéndose de pie. Entonces él tomó su taza y la suya y fue a llenar ambas tazas con café. Se detuvo allí como si estuviera pensando. Durante unos segundos que parecieron minutos. Luego regresó y se sentó― ¿Vicky, qué sabes de mí?

― Siempre dices que me amas por encima de todo.

― ¿Crees eso?

― ¡Sí! completamente, pero...

― ¿Qué sé yo de ti?

― Que te amo.

¡Absolutamente cierto! Es un buen punto para empezar, ¿no crees? ¿Recordar lo que sabemos uno del otro? Entonces, ¿por qué sucedió esto? ¿Por qué hiciste esto?

― Soy estúpida, no lo sé.

― No,  no eres estúpida. ¿Entonces, por qué sucedió esto?

―  ¿Cómo que por qué, Por qué no estás enfadado?

― ¿Tenías la intención de hacer eso?

― ¡No! No, no, no.

― Como no eres estúpida, y no te propusiste hacer algo que ahora crees que está mal, tal vez la razón por la que sucedió es la misma razón por la que no estoy enojado.

Ella lo miró a los ojos buscando pero él dijo― Nena, no tengo la respuesta. Sólo la tienes tú. Te diré algo, te daré algo de tiempo mientras salgo y trabajo en el jardín. Piénsalo y luego podremos hablar más. ―Terminó su café, se levantó, la besó en la frente, lo que la sorprendió, y volvió al dormitorio para cambiarse. Momentos más tarde, la cortadora de césped se puso en marcha. A ella le pareció mal oír los sonidos normales de la casa un sábado. Pero tal vez él  tenía razón, tal vez por el tiempo que pasó mortificándose a sí misma nunca pensó realmente en el "por qué".

Varias horas después, José regresó a la cocina todo acalorado y  sudado. Ella seguía sentada en el mismo lugar y todavía con su camisón corto. Tomando un par de refrescos  light  y se sentó de nuevo frente a ella― Dime.

Sin levantar la vista dice― Me sentía sola, pero no realmente sola, Más bien necesitaba estar con alguien, divertirme un poco. Sentirse deseada, cercana, emocionada. Es difícil de explicar, pero tú preguntaste y déjame intentarlo. No es no sentirme amada porque sé que nos amamos. Pero estamos muy ocupados. Tienes un gran trabajo del que disfrutas, eres bueno y la compañía te respeta y te recompensa por ello. Has ascendiendo en tu trabajo, recibes mucha atención, apoyo, elogios, recompensas. Y, te vas mucho fuera de viaje. Pero, sé que es tu trabajo. Pero yo tengo un trabajo sin salida a pesar de mis cualidades, no tengo reconocimiento y no sé por qué sigo ahí. Y... ¿mencioné que te vas mucho? No es una excusa, sino la combinación de mi frustración y nuestra vida convirtiéndonos en "viejos casados", unos cuantos tragos... y sucedió. Mi cuerpo sólo quería algo de emoción. Mi mente lo sabía, pero el alcohol apartó eso a un lado. Yo sólo anhelaba algo más durante un tiempo. Lo siento, José.

― En realidad puedo entender eso. Esa es una razón con la que podemos trabajar si es que quieres. Asumiendo que realmente quieres que trabajemos y nos comprometamos.

― Absolutamente, cualquier cosa, no quiero que esto sea una barrera si puedo evitarlo.

― Pero, ¿qué pasó con ese perro?

― ¿Y si dijera que me montó?

― Sonaba como si pudiera haber sido parcialmente. Pero tu comentario suena confuso. Fue una metida al principio, pero luego... ¿qué?

― Vas a odiarme o a pensar que soy horrible.

― Vicky, ¿qué te he dicho miles de veces?

― Es que fue muy malvado, muy tabú, muy perverso. Después de que él estaba dentro de mí y Juana sujetaba…

― ¿Juana te estaba sujetando?

― Sí, una vez que el perro me montó se agarró fuerte a mi cuerpo. No podía moverme. Entonces, con el perro dentro de mí, moviéndose de un lado a otro, creciendo, en realidad se hinchó dentro de mí,  y luego comenzó a bombear de verdad. No como un hombre con largos golpes, sino rápidos golpes ardorosos que parecían tener un solo propósito y ese era aparearse. Lo siento, José, pero en realidad llegué... ¡y con fuerza! Lo siento, eso suena pervertido, lo sé, pero pasó. Pero luego, después, me hundí totalmente. Lloré y sollocé y Juana no pudo consolarme. Finalmente me vestí y me fui. Ella trató de hablarme cada día después de eso pero yo no quería tener nada que ver con ella.

― Así que necesitabas emoción y la tuviste, pero...

― Sí, lo hice y fue emocionante y me sentí bien. Pero no quería tener que arrepentirme porque fuera algo que no estuviera bien para ti.

― ¿Así que si lo supiera, lo compartieras contigo, te animara, estuviera de acuerdo, habría sido genial?

― No sé qué estás sugiriendo. Pero lo importante es que tú y yo estemos juntos. El resto es compartir lo que es bueno. ―Luego ella se detuvo, inspiró y dijo― ¿José?

― ¿Sí, querida?

― ¿Estamos bien?

Él tomó su mano, se levantó y comenzó a caminar hacia el baño principal con ella. En la ducha se bajó y se quitó los pantalones y la ropa interior, la miró, la besó en los labios y sonrió.

― ¿Qué estás haciendo? ―dijo ella.

El agarró la parte inferior de su camisón y tirando de él hacia arriba, dijo― Tomando una ducha. ―Abrió el agua, comprobó la temperatura y la atrajo hacia él. Tomó su cara entre las manos, besó sus labios profundamente y deslizó ambas manos por su espalda y tirando de ella hacia él, sintió su pecho presionando su pecho, sintió su polla endurecida presionando contra su abdomen. ― Si tengo que tener más tiempo para ti, tenemos que aprovechar cada oportunidad que tengamos.

Mirando a sus ojos, ella bajó sus manos y encontró su dura polla y comenzó a acariciarla lentamente mientras el agua fluía por sus cuerpos. Aun mirándole a los ojos, le besó el cuello, los hombros, el pecho, el estómago y finalmente la cabeza de la polla. Besando y lamiendo hacia abajo y hacia arriba en toda la longitud, tomando la cabeza justo dentro de su boca, girando su lengua y suspirando profundamente. Ella lo deseaba desesperadamente y empezó a mover su boca de arriba a abajo con su polla alojada firmemente dentro de su boca y lentamente tratando de llevarla más y más profundo dentro de su boca hasta que sintió que le golpeaba la parte posterior de su boca. Nunca antes había tratado de tragarse la polla de nadie, pero este parecía el momento perfecto para empezar. Al principio se vio asfixiada mientras intentaba tragar más de la polla.

― ¡Oh Dios mío! ―dijo él mientras su cabeza se apoyaba en la pared de la ducha. ― Se siente maravillosamente cuando entra por tu garganta.

Animada por eso, ella lo intentó más y más. Al relajarse y querer darle  más finalmente lo hizo y encontró su nariz tocando la base de la polla. Una vez alojada, se movió ligeramente arriba y abajo, lo que inmediatamente lo envió al límite y le dio la corrida más intensa de la que jamás pudo recordar. Tal vez fue porque estaba en su garganta, pero ella no lo creyó así. Ella sabía que iban a estar bien. Tragando casi todo lo que le había dado, la levantó y la miró a los ojos. Tomó su dedo y lo pasó por la boca de ella quitándole un poco de semen perdido. Sosteniéndolo frente a ella, lo puso en sus propios labios y la besó profundamente.

―Mi turno― dijo, y la empujó contra la pared de la ducha, se arrodilló delante de ella, la animó a abrir bien las piernas y procedió a comerle literalmente el coño. Usando sus labios, lengua y dientes devoró su coño, usando su lengua para buscar en el interior y lamer los labios y lamer el clítoris repetidamente. Chupó sus labios y su clítoris y literalmente se lo masticó. Todo lo cual la envió al clímax y luego, lentamente se deslizó hacia arriba, buscando  su cuello mientras subía y devoraba su boca. Incluso eso la envió con un orgasmo menor, que ya podía saborearse en su lengua y labios.

Sin enjabonarse para lavarse, agarró unas toallas, la secó rápidamente y la llevó a la cama que aún no estaba hecha. Si pensaban que la ducha era buena, lo que harían en la cama se convertiría en algo asombroso. Habiendo acabado de correrse, su resistencia era buena y su deseo inmenso. Usaron casi todas las posiciones que habían usado en la cama y se agotaron completamente y ya casi a medio del día se durmieron, con Vicky acurrucada con José, y con una de sus piernas sobre la de él.

Varias horas más tarde, ambos se despertaron. Él acarició ligeramente su brazo y un lado de su pecho. Ella movió su rodilla y presionó su entrepierna con su muslo. Levantando su barbilla con un dedo y mirándola a los ojos― Amante, estamos bien. Tengo una idea. Ocupémonos de hacer algunas cosas por aquí, duchémonos y después vayamos a cenar y a hablar. Una buena charla. Hablemos de que vamos a hace ahora en adelante.

Más tarde, cuando ella salía de la ducha,  él le dijo― Querida, haz esto por mí. Te he  elegido un vestido, medias y zapatos para esta noche. ¿Podrías por favor poner eso con cualquier joya que desees?

Cuando él volvió al dormitorio, ella estaba de pie con las medias altas hasta el muslo que le seleccionó, un collar, con el maquillaje aplicado y sólo faltaba el vestido. ― ¿Cariño, realmente quisiste decir sólo esto? ¿No te olvidaste de la ropa interior?

― No. No la he olvidado. Elegí no incluir ninguna.

― Pero este vestido es corto, por medio muslo y la parte superior no ofrece ningún apoyo. Si no tengo cuidado cuando me siente... podría estar en exhibición. Y mis pechos se moverán por todos lados mientras camine.

― Entonces tendrás que tener cuidado cuando te sientes y hacerlo con gracia cuando camines. Dijiste que querías algo de emoción.

Mientras esto sucedía, él se estaba vistiendo.

― ¿Nos vamos?

Se miró en el espejo, casi desnuda, con las medias en los muslos y los zapatos de largos tacones y sujetando aquel vestido y pudo sentir su coño ya mojado. Respiró profundamente y se puso el vestido por la cabeza. Se tocó el pelo en el espejo, se enderezó y se ajustó el vestido. Sacudiendo la cabeza y murmurando― ¿Qué estoy haciendo? ―se fueron.

Al llegar al restaurante, José pidió específicamente una mesa en la esquina más alejada indicando que era una noche especial para ellos. La anfitriona se alegró de poder darles la mesa que estaba fuera del tráfico principal y que proporcionaba un poco de privacidad para una pareja romántica. Mientras caminaban hacia la mesa, Vicky era muy consciente de cada paso que daba que hacía que su pecho se balanceara y rebotara. La mesa era capaz de sentar a cuatro personas cómodamente pero ambos se sentaron en el mismo lado, mirando hacia la sala principal. Al sentarse, José preguntó― ¿Cómo te sientes vestida cómo estás?

― Me siento tan traviesa. Aunque nadie más lo sepa, sé lo poco que llevo puesto.

― Hazme un favor, levanta tu lindo trasero del asiento y saca tu vestido de debajo de ti.

― ¿Por qué?

―Por favor.

Vicky lo hizo tan discretamente como pudo para levantarse y sacarse el vestido de debajo del trasero.

―Bien. Ahora, ¿por qué acabo de hacer eso?

― No quiero que tengas una mancha húmeda en tu vestido a medida que avanza la noche. Si te quedaras sentada en él, podrías tenerla.

― ¿Qué...? ¿Qué estás planeando?

― Relájate, cariño, y disfruta de la noche. Este es un tiempo a solas para seguir experimentando juntos.

Cuando llegaron las bebidas, José puso su mano derecha en el muslo izquierdo de Vicky. Tan alto como era el dobladillo de su vestido, que no hacía falta mucho movimiento para llegar a la parte superior de sus medias y la carne desnuda del muslo. Ella rápidamente movió su mano hacia abajo sobre la suya para detenerlo con una risa nerviosa. José dejó su mano donde estaba pero recogiendo su bebida y moviéndola hacia ella, brindó― Por nosotros, por a quien amo por encima de todo, por descubrimiento de la emoción en nosotros, en nuestra relación. ―Ella chocó su vaso con el suyo.

― ¿Qué estás haciendo?

― También he decidido que te he decepcionado. He dejado que el trabajo y la rutina se interpongan en la maravilla que nuestra relación siempre ha sido. Aunque mi trabajo es muy importante, los ingresos y la seguridad son elementos clave para la supervivencia en nuestra sociedad, estar disponible y apoyarte es también muy importante y posiblemente incluso primordial. Así que he decidido que necesito redoblar mis esfuerzos para estar realmente en el trabajo cuando estoy en el trabajo y realmente contigo  cuando estoy contigo. ―Mientras dice esto, va deslizando su mano más arriba por el muslo de ella― Intentaré hacer todo lo posible para asegurarme de que no nos convirtamos en 'viejos casados', especialmente cuando somos jóvenes

Ella darse cuenta de lo alto que había llegado la mano, se sonrojó y dijo― José, estamos en un restaurante cada vez más concurrido. Aquí no.

― Relájate, querida.

En ese momento el camarero volvió a tomar su pedido pero José no movió su mano en ningún momento. De hecho, como sabía que ella podía reaccionar abiertamente, levantó lentamente su mano hacia arriba, luego hacia abajo, y por encima de su muslo desnudo y finalmente llegó  a la parte superior, pero ella mantuvo sus muslos bien juntos. Cuando él se fue, ella juguetonamente le dio un golpe en el brazo. Él se inclinó riendo risa y le dio un buen beso y finalmente le quitó la mano. ―Cuéntame otra vez sobre tu experiencia con Juana. ¿La disfrutaste?

― No aquí, no… alguien podría oírlo.

― Dime, nadie está a nuestro lado, todavía.

Ella lo hizo, le hablo sobre los eventos de esa noche, sin eludir detalles en su relato de su encuentro sexual con Juana. Cómo se sintió mientras la comía y mientras comía a Juana. La sensación del cuerpo de Juana y cómo reaccionó a su cuerpo. Mientras Vicky contaba estos detalles en un susurro, también se sonrojaba. Contar estos detalles íntimos sobre su disfrute del coño y el cuerpo de otra mujer tenía un efecto físico en Vicky y ella podía notarlo. Se estaba calentando y sonrojando y estaba segura de que si la iluminación fuera mejor, los demás también podrían verlo.

José volvió a poner su mano en el muslo de Vicky y lentamente la movió mano hacia arriba, llegando a la parte superior de las medias y a su carne desnuda. Al encontrar, una vez más, los muslos firmemente juntos, dijo ―Abre los muslos.

Ella, mirándole a los ojos devolviéndole la mirada, hizo lentamente lo que él le pidió. Luego, su esposo continuó más arriba hasta que llegó al coño desnudo. Suavemente, lentamente frotó arriba y abajo en sus labios externos y sintió su humedad. Luego apenas abrió los labios con su dedo pero sin penetrarla realmente mientras continuaba mirándola a los ojos y pudo ver que su respiración se hacía más dificultosa. Retiró la mano y le mostró su dedo cubierto de jugos y se lo ofreció a ella que lo aceptó entre sus labios y le quitó el jugo con la lengua.

José miró alrededor del restaurante rápidamente, la miró y le dijo― Deja que tu vestido se deslice de un hombro y que cuelgue de forma natural.

Ella, lo hizo mirándolo atentamente a los ojos. Levantando la mano a su hombro y deslizando el tirante de su hombro para que colgara en su brazo. Él la besó y en el proceso hizo que se moviera, lo que provocó que la parte superior del vestido cayera un poco y revelara aún más un único pecho.

El camarero vino con la cena y cuando ella miró su plato, se dio cuenta de que gran parte de su pecho estaba desnudo. No todo, ciertamente, pero mucho más de lo que ella esperaba. Cuando empezó a mover su mano para ajustar el tirante, José la detuvo. ― Déjalo así, tienes unos pechos muy hermosos. Y parece un accidente muy natural.

Hacia el final del plato principal, José dijo― Háblame del perro, otra vez.

― ¿El perro… cuando estábamos...?

― Sí.

― No, no. Aquí no. Cualquiera que me oiga pensará que soy una pervertida.

― Bien, pero más tarde, entonces. Hablaremos de ello más tarde. ¿Entonces, cómo te encuentras? ¿Tus senos están medio expuestos, sentada con los pies desnudos en un buen restaurante?

― Ya sabes cómo me encuentro. Sólo estoy más mojada que antes. No puedo creer que esté haciendo estas cosas.

Inclinándose hacia ella y en un susurro, dijo― Y por cierto, no pienses que cuando lleguemos a casa no voy a estar encima de ti otra vez.

― ¿Tres veces en un día… qué nos está pasando?

― Si quieres más emoción, tendremos más emoción. Veremos cuánta emoción quieres y necesitas.

Ella le tomó la cara y le dio un beso con la boca abierta y la lengua vibrando. Soltando su boca pero aferrándose a su cuello ella jadeó― Tócame de nuevo. ¡Ahora! Necesito que me toques.

José lo hizo y se encontró sus piernas abiertas y los labios del coño mojados. En lugar de acariciar con  su dedo sobre los labios, directamente lo deslizó en su coño. Ella lo besó, de nuevo y cuando él le sacó el dedo y lo reemplazó por dos, ella le agarró el cuello y le jadeó en la oreja― Estoy muy cerca.

― No creo que estemos listos para hacerte correr en un restaurante público. Al menos no estamos listos todavía. Algún día tal vez.

Pagó la cuenta y luego miró en el restaurante para ver si había alguien que pudiera conocerlos. En el futuro puede que necesiten encontrar lugares para estos juegos donde haya más certeza de que no serán reconocidos. Al no ver a nadie, eligió no recordarle a Vicky que su tirante colgaba y su vestido también. Se preguntaba si el pecho del vestido era lo suficientemente firme como para permanecer levantado hasta la salida del restaurante. Decidió apostar por ello. Afuera del restaurante, en el oscuro estacionamiento, a mitad de camino del auto, el pecho del vestido se soltó y un único pecho quedó totalmente desnudo. Ella casi chilló cuando sucedió y le dio una bofetada mientras se reía pero se apretó contra él y lo abrazó con un beso en medio del estacionamiento. Él le dijo― Eres una mujer muy sexy y también estás muy buena ahora mismo, admítelo ― Le besó la espalda y le quitó los dos tirantes de los hombros lo que hizo que el vestido se  bajara de la parte superior de los pechos hasta que de golpe le colgaba de la cintura y él siguiera besándola. Rompiendo el beso, dijo― Camina hasta el auto así ―Ella lo miró a los ojos, lo besó de nuevo y lo hizo hasta que estuvo al lado de su coche.

― ¿Te importaría dejar que tu esposa medio desnuda entre en el coche?  

Vicky hizo todo el camino a casa con los pechos desnudos. Una vez en la casa, entraron a través del garaje pero  nunca llegaron al dormitorio, sino que se desnudaron y follaron en la sala de estar. Aquello no era hacer el amor, era pasión y lujuria.

Magister

 

 

Cambio de vida

Estos son los relatos donde Magister narra cómo fue el proceso por el que una joven y hermosa mujer, junto con su marido, hizo un cambio radical en su estilo de vida.

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