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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Carlos y la esposa de su primo, segunda parte
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Soy Carlos y esta es la segunda parte de mi relato.

Les refresco la memoria, en la primera parte ella termino diciendo que ahora era mi turno de mostrarle lo que sabía hacer. En ese momento sentí tanta excitación a pesar de que había eyaculado, que quería más y más. Llevaba 3 meses sin tener sexo y estaba súper excitado, tan sólo pensar que mi primo estaba a unos metros, me puso la verga a mil. Le toqué la vulva y la tenía muy mojada.

La coloqué en el lavamanos y yo agachado me puse a mamarle toda esa vagina deliciosa y jugosa. Luego le introduje dos dedos y la masturbé. Ella se movía y me jalaba el cabello, me agarraba la cabeza y me decía― Si papi sigue así ¡Que rico! Me encanta como lo haces ―con la voz entrecortada por la excitación.

Seguí por unos cuantos minutos y luego me dijo― ¡Papi, ya viene, que rico! Ahhh… ―Y noto un líquido salir de su vagina, que me empapó. Noté sus contracciones vaginales durante más de un minuto. El momento era de ensueño, me sentía satisfecho por haberla hecho eyacular, y me dijo ―Hace mucho tiempo que no sentía tal excitación con alguien ¡Me encantas papi! ―Con voz cansada por el orgasmo― Pero quiero más ―añadió. Yo quería estar seguro para terminar de comerme aquel culo que tanto anhelaba. Ella fue, echó un vistazo y volvió diciendo― Esta noche es de los dos ¡hazme lo que quieras!

En ese instante se me subió la adrenalina, pusimos una cortina en el piso del baño, yo me quité toda la ropa, y le quité el pijama admirando su hermoso cuerpo, con unas nalgas sin imperfecciones, totalmente suaves, y unos senos bien deliciosos. Nos empezamos a besar apasionadamente como dos adolescentes pubertos. Hicimos el 69 para volver a entrar en acción. Luego de unos momentos de excitación, ella se subió encima de mí, y empezó a cabalgarme salvajemente. Notaba su vagina calientita, un poco estrecha; parece que José no la atiende tanto como se debe a una mujer de este calibre. Cada vez que se la metía, ella gemía como una perra, diciendo― Aaahh aaahhh ¡Cómete mi concha, cómetela papi! ―Eso me puso la verga como una piedra.

Yo la sujetaba por la cadera mientras se la metía salvajemente, luego se puso en cuatro y en esa posición le di más rico y sus nalgas rebotaban con mi pelvis. Es una sensación única comerte a la esposa de tu primo en su propia casa y a escasos metros de él.

Yo seguía y seguía, le jalaba el cabello como a una puta, la ahorcaba, le pegaba por las nalgas. Luego le dije― ¡Quiero tu culo! Quiero llenarte el culo de leche, cumple esa fantasía de tu papi.

― Tus deseos son órdenes, mi rey, trata suave mi culo, hace mucho que no tengo sexo anal, a José no le gusta tanto ―dijo ella con la respiración agitada.

Le seguí dando mientras le metí un dedo. Como estaba excitada, le metí el segundo dedo. Ya dilatado su culo, le metí la cabeza de mi verga, la sacaba y se la metía cada vez más profundo. Ella me miraba con cara de dolor, cansancio y excitación― Duele pero se siente un cosquilleo muy rico.

Ya acostumbrada a mi verga en su culo, se la metí hasta el pegué de los huevos. Ella gimió― Aaahhh… Aaayyy papi que rico tu vergón, siento como me rompiste toda, me siento llena de tu verga papasito me encantas, dame duro y lléname de leche.

El culo de Johanna se sentía demasiado delicioso, era una mezcla entre una vagina virgen y una succionadora de verga. Ella apretaba el culo y yo me sentía en la séptima dimensión. Me sentí poseído por una excitación que jamás antes había tenido, quería disfrutar ese culo que tanto soñé. Le recogí el cabello y empecé a darle por el culo, le metía y le sacaba a tope mi verga de 19 cm de largo y de 17 cm de circunferencia, hasta los huevos. Ella gimió fuerte, le tapé la boca y le metí el dedo que antes le había metido en el culo que chupaba y saboreaba. Yo seguía dándole y le rompí el culo.

Ella se estaba masturbando mientras yo le daba, estaba cansado pero la adrenalina me impulsaba más, hasta que ella me dijo― Papi me voy a venir, siento que viene algo fuerte ―con un tono de voz agitado.

Yo también sentía un placer súper rico, y ya me iba a correr, para fortuna de ambos. Ella tuvo un orgasmo explosivo, un orgasmo mezclado, anal y vaginal. Tuvo contracciones en su culo y eso aceleró mi segundo orgasmo. Le llené el culo d.

Ella cayó exhausta, con el culo rojo y empapado de semen, la concha roja con jugos de ella. Y yo, con la verga exprimida, vaciada de leche y cansado. Cómo pude, me levanté y me cambie, ella se puso la pijama, se recogió el cabello, me abrazó, me dio un beso y me dijo― Has sido mi mejor polvo, hasta ahora, me encantas mucho, me encantó cómo me hiciste tu puta sumisa ―Yo le contesté que ella era la mejor mamadora y que me había encantado todo lo que hicimos, nunca olvidaré esta noche mágica, mi sueño hecho realidad.

Salimos del baño con cuidado, ella inspeccionó el cuarto de mi primo y todo estaba en orden. Eran las 4 y 30 de la madrugada y me acompañó hasta la puerta de mi habitación. Nos dimos un beso apasionado, con agarrada de nalgas y de verga. Le pegué unas nalgadas, se frotó las nalgas con mi verga para despedirlos y dijo― Espero que esta gran noche se vuelva a repetir en otra ocasión ―Yo le dije― ¡Por supuesto! Cuando haya otra fiesta, ponme de primero en la lista de invitados.

Al día siguiente mi primo me dijo― Mi esposa amaneció de buen humor, y se le ve un brillo en sus ojos de enamorada, seguro es por nuestro hijo, está feliz de que la fiesta haya sido un éxito.

Le respondí ― Si, debe ser eso ―diciendo en mis adentros que fue por la follada que le había dado anoche en su propio baño.

Así termina mi relato, se fue larga está segunda parte pero valió la pena escribirla para ustedes, espero que la hayan disfrutado mucho.

Carlos L

Johana

Johana es la esposa del primo de Carlos. Es una mujer muy bonita, estatura media, cabello negro, de piel blanca, ojos café claros, con los senos redonditos y no tan grandes, tiene una cadera más o menos ancha y unas nalgas paraditas muy lindas.

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