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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Bueno para todos
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Habían transcurrido nueve días de nuestra estadía en casa de Rosa y Luís cuando él me llamó a mi celu mostrándose enojado o molesto con Claudio. Un amigo le había comentado que nuestro auto, el que estuvo parado al frente de su casa, ingresó el sábado por la mañana a las nubes, que así se llama el hotelito donde estuvo Rosa con Claudio. Traté de calmarlo y le prometí que lo llamaría a la noche junto con Claudio. Le pedí que también participará Rosa, para poner en claro la situación. Luego le anticipe a Claudio que estábamos en problemas que me respondió― Hablarlo entre los cuatro sería lo mejor para ellos.

Luego de cenar y ducharme junto a Claudio, desde la cama; comenzamos con la llamada.

― No me queda duda que Claudio y Rosa estuvieron en Las Nubes, vieron el automóvil de Claudio allí, fue el sábado cuando fui al campo con Rober ―dijo Luís que continuó amenazante― No lo niegues Claudio, Rosa ya me lo dijo.

― Luís, es bueno que ella también escuche tu explicación, que cuentes sobre lo ocurrido entre nosotros ―Le respondí.

Hubo un incómodo momento de silencio y Luís continuó― Lo hice con vos porque Rosa nunca me la chupa y tampoco le agrada la otra cosa, lo nuestro no paso de un momento de sexo.

―Lo mío tampoco pasa de un buen momento, no es mi intención robarte el amor de Rosa, para mí el sexo es un juego de adultos, del que disfruto e intentó hacer disfrutar ―Dijo Claudio justificándose.

― ¿Quién lo paso mal? ―Preguntó.

Todos coincidimos en haberlo pasado bien y punto.

Luego, Rosa comenzó a decir un poco nerviosa― Yo busqué conocer algo más sobre el juego sexual. Mi anterior compañero nunca se ocupó de saber si yo gozaba. Tenía la ilusión de vivirlo con Luís. Pero nunca me atreví a más, por pudor.

La charla se extendió por mucho tiempo con muchas explicaciones pero no quiero saturarlos con detalles.

Clau agregó― Coincidimos que somos amigos y que podemos tener algún encuentro programado, sin ocultamientos. Que podemos dar rienda suelta a nuestras fantasías, gustos o caprichos sin forzar a nuestro compañero a realizar cosas que no le agraden.

De esta exposición en conjunto, acordamos tener un encuentro en Buenos Aires para fecha del cumpleaños de Luís. Para compartir un brindis, beber una copa y tener un encuentro íntimo, como juego de placer.

Ellos viajaron en su camioneta hasta nuestra casa, un viernes por la tarde. Acordamos ir a tomar unos tragos juntos y luego pasar la noche en un hermoso hotel para parejas que se llama Torres del lago. Cuenta con habitaciones muy amplias con vista al lago artificial. Cocheras propias individuales y una promoción, estadía de diez horas, que aprovechamos ingresando a las cero hasta las diez.

Luego de brindar en un lugar con muy buena música y tragos mejor preparados, acordamos en no llamarnos luego de ingresar a Torres del lago hasta haber salido del mismo.

Habíamos llegado al bar, Rosa y Luís en su vehículo, y Claudio y yo en el nuestro. Llevé conmigo un pequeño bolso con artículos de higiene personal y alguna prenda íntima. Claudio, también cargaba un maletín con cosas de uso íntimo.

Cuando dejamos el bar nos besamos como amigos los cuatro. Nos deseamos una noche de diez puntos. Y mucho buen sexo divertido.

Rosa junto a Clau, en el auto, Luís y yo en la camioneta. Ellos adelante, nosotros los seguíamos. Unos cuantos minutos de viaje, hasta el ingreso a una glorieta con plantas florales colgantes.

Nos registramos al ingresar. Luego, la indicación de la calle interna a seguir hasta llegar hasta la cochera número nueve y el control remoto para abrir. No vimos en que cochera ingresó Claudio que ya había hecho el trámite y se adelantó

Llegados a nuestro nido por una noche nos besamos. Luís miraba con ojos de admiración y exclamó― ¡Es igual al galpón con fardos de alfalfa! ―Y se reía.

Comencé a llenar el recipiente del hidromasaje y pasé al baño a quitarme la ropa de calle. Cuando salí cubierto con mi baby doll de gasa roja y la tanguita con puntilla también roja, no le presto importancia a mi atuendo sexi Luís estaba desnudo con su largo miembro amacándose, y la cabeza de su verga, roja como mi prenda asomándose y dejando caer gotas al piso.

Se me ocurrió decirle― Quiero tomarle una foto a tu pene, la guardaré para mí, como recuerdo íntimo ―Asintió que sí al tiempo que se le ponía más dura.

Tomando su teléfono móvil dijo― Yo quiero una de tu cola cuando te la esté clavando, tomaré la foto ahora. Hicimos una simulación de que me estaba entrando. Al filo de la cama, con mis nalgas bastante abiertas apoyó el glande en mi ano y tomó un primer plano.

Jugamos dentro del hidromasaje cubiertos de espuma totalmente desnudos, con mis piernas sobre las suyas. Sus manos recorrían cada rincón de mi cuerpo, hasta estirando de mi pene.

― ¡Que pequeño! ¿Es para muñecas? ―Dijo bromeando.

― Es así para que lo comas y no te atragantes ―Respondí.

Sobre la mullida cama, sin cubrirnos, iniciamos un 69. Yo sobre él, Intentando meter en la boca la cabeza roja hasta mi garganta mientras mis dedos jugaban sobre su fruncido hoyuelo oscuro y poblado.

El abría mis nalgas con sus manos y su lengua inquieta me estremecía. Hasta llegó a meter en su boca mi miembro como si fuese un caramelo Luego le pedí que me liberara un momento para ir por algo. De mi bolsito obtuve la balita con vibrador, y cuando estuvimos nuevamente en nuestro 69, toqué su ano con la balita vibrando. Lo volvió loco de placer hasta que decidió aplicarme lo mismo. Creo que hasta le mordí la cabeza del miembro cuando la vibración masajeaba y distendía mi esfínter.

En la pantalla del televisor se reproducían imágenes de una playa tranquila con el sonido de las olas llegando a la orilla y se alternaba con primeros planos de una pareja que se devoraban con pasión al borde del mar.

Luís me tomó haciendo cucharita, con todo el largo de su verga apoyada en mi espalda. Un brazo apoyado debajo mi cuello y con la mano libre hacia girar un poquito suavemente mis pezones. Después acomodó su verga de forma que quedó aprisionada entre mis piernas y asomaba junto a mi pene. Era gracioso verme así en el espejo que reflejaba mi frente.

― Así me gustaría hacerlo con Rosa ―Dijo alejando unos centímetros su cuerpo del mío, para permitir que el glande caliente y mojado se apoye en mi puertita y comenzará a entrar.

Su respiración profunda, a veces entrecortada sonaba junto a mi oído. Los movimientos suaves y cadenciosos de su pelvis y su trozo de carne hirviendo que se metía con cada golpe un poco más.

Comprobó con sus dedos que el anillo de mi ano dilatado estuviera apoyado fuertemente en el nacimiento de su verga que nacía desde una tupida mata de vellos negros. Como para asegurarse que estaba toda metida en mí.

Un leve cambio de posición y su cuerpo busco apoyarse sobre el mío. Todos sus noventa kilos sobre mi humanidad. Vi en un espejo, como levantaba un poco su trasero y caía fuertemente con sonido de chasquido que hacían su pelvis mojada y sus bolas al golpear mis nalgas también humedecidas Un gruñido y la rigidez de su cuerpo me indicaron la transferencia de semen de sus testículos a mis entrañas.

Volvimos a la posición de cucharita teniendo aun su miembro abriéndome y quede dormido por un corto tiempo debido al desgaste físico. Cuando desperté, su pene estaba flácido apoyado en mi espalda, muy mojado y las sábanas también húmedas por lo que escurría de mi culito.

Cuando despertó, preguntó― ¿Te lastime?

― No, pero casi la sacas por mi boca ―Le dije riéndome

― Vamos a bañarnos ― sugerí.

El agua caliente corriendo sobre nuestros cuerpos nos relajó como para poder dormir nuevamente. Aunque me besó metiendo toda su lengua en mi boca no paso de esas demostraciones.

Nos disponíamos a dormir, desnudos; el pegado a mi espalda y cubiertos por una manta, eran las tres de la mañana.

― ¡Que rápido pasamos la noche! ―Dijo Luís cuando despertó a las siete.

Estábamos empapados de transpiración. Y él permitió él que me higienice primero.

Cuando pasó al baño yo volvía a la cama, me dio una palmadita en la cola, y sonrió. Su falo estaba semidormido.

Aproveche su ausencia para masajearme el ano y lubricarlo apenas un poco. Noté que mantenía bastante flexibilidad y que había bajado más fluido viscoso de mis entrañas durante el sueño.

― ¿Si fueras Rosa, te agradaría mamarla a la mañana, cuando despierto con la verga dura? ―Me planteo Luís.

― Si, Luís, es hermoso que me ofrezcas tu verga totalmente hinchada y limpia ―Respondí como si fuera ella.

― ¿Y me dejarías ponértela en la cola, Rosa?

― Te dejo Luís llenarme la cola con tu leche. Si te acuestas mirando el techo, yo subo sobre tu vientre y te cabalgo mientras mi vagina toca tu pelvis y recibe estimuló. Tu pene acomodado en la cola ya lubricada puede entrar despacio hasta que me acostumbré a estar ensartada profundamente. También me podes chuparme los pechos cuando subo y bajo mi culo ―le respondí rápidamente.

Luís me escuchó y dijo― ¡Gracias amor! ¿Podemos practicar un poco?

Me reí, le dije que si, y comencé a chupársela suavemente. Cuando la verga estuvo rígida y mojada, él se acostó cruzado en la cama mirando el techo. Yo hice el resto cual si fuera Rosa. Nuestros labios se juntaron, nuestras lenguas de buscaron como serpientes furiosas y una vez más me inundó de leche el rabo. Cuál si fuera el semental desvirgador de potrancas.

Llegamos a nuestra casa casi juntos con Rosa y Claudio y nos saludamos con besos.

Rosa se tomó a la cintura de Luís que la rodeó con un brazo sobre los hombros. Luego preparamos un rico almuerzo. Los cuatro coincidimos que estábamos hambrientos, cansados y satisfechos con todo lo acontecido.

A la tarde luego de descansar unas horas, Rosa y Luís, volvieron a su ciudad, al parecer contentos de la experiencia que los ayudaría a tener un buen sexo sin ocultamientos. A la noche le relate a Claudio lo acontecido con Luís. El me relató todo su encuentro íntimo con Rosa.

― Ella estaba nerviosa ―Empezó diciendo Claudio, y continuo― Hasta que ingresamos a la habitación, recién ahí comenzó a tranquilizarse. Me dio un beso en los labios, la abracé y le dije que se tomará todo el tiempo necesario para ponerse cómoda y linda. Yo la esperaría en un sillón escuchado música. Le dije pensará en que se encontraría con Luís. Que la esperaba con mucho deseo de hacerla mía.

Tardó cuarenta minutos en bañarse, perfumarse, peinarse, lavar varias veces su sexo. Y vestirse con un baby doll negro cortito. Abajo tenía una braguita minúscula también negra. Le dije que estaba preciosa. Que era un postre exquisito para saborear lentamente.

La abracé, la besé en la boca, las orejas, el cuello y los pechos por arriba de la fina tela. Y le sugerí que tomáramos un baño de sales y espuma para distendernos.

Ella lo preparo mientras me aseé prolijamente bajo una abundante ducha de agua caliente. Tardé el tiempo necesario para que ella pueda ingresar al recipiente y esperarme. Salí envuelto con un enorme toallón. Rosa estaba sumergida en la espuma del baño de sales. Sonriente con el baby doll y la braguita a un costado sobre un canasto de mimbre.

Ingresé por su espalda arrojando la toalla al tiempo que me sumergía en la espuma, sin permitirle ver mi desnudez a fin de tentarla más. Nos reímos, nos tomamos de las manos estando enfrentados y nuestros cuerpos se aproximaron. Después sus brazos rodearon mi cuello. Sus tetas medianas y suaves se apoyaron en mi pecho duro. Sus piernas avanzaron sobre las mías e hizo un movimiento para rodear con ellas mi cintura.

Su vagina rozaba mis testículos y mi pene ya estaba levantado bajo la espuma. Le pasé un dedo por los labios para quitarle la espuma que los cubría, pero ella abrió su boca y lo aprisionó entre sus dientes. Mis manos tomaron sus pechos y apreté los pezones. Los ojos de Rosa miraban los míos con lujuria de hembra en celo. Nos besamos muchas veces, con besos largos y profundos, mientras escuchábamos música romántica, como le gusta a ella. Llevé una mano por debajo de la espuma hasta su vulvita que estaba con sus labios hinchados. Ella me miraba a los ojos sin decir nada. Tomé un toallón la hice poner de pie, la envolví, comencé a secarla y la lleve en brazos hasta la cama ―Claudio hizo una pausa y continuo contando― La cubrí con una colcha muy suave que estaba a los pies de la cama dejando descubierta su cola, redonda, blanca, de glúteos firmes levemente separados.

Hundí mi cara entre sus nalgas y le hice un largo anilinguis. Cuando jadeaba de gozo le inserté el plug rojo, de doce por cuatro medio, se movió inquieta pero lo soportó bien. La di la vuelta y comencé a lamer profundamente su vagina. De tanto placer llegó a levantar una pierna para permitir que mi lengua llegara más adentro. Ella se apretaba las tetas y movía la cabeza hacia los lados.

Cuando le acaricié la vulvita con la balita vibradora tuvo el primer orgasmo. Apoyé el vibrador en su clítoris y se desesperó hasta que dejé caer mi toalla y se la di en la boca. Cuando su succión fue demasiado intensa. Le quité la verga de los labios, volví a voltearla boca abajo, abrí sus piernas levemente para tocar con el vibrador su rajita. Fui sacándole el plug insertado en la cola hasta quitarlo y dejarle el esfínter relajado. Inmediatamente le apoye la punta del miembro y el sombrerito de la cabeza se perdió muy adentro sin que gritara. Después de entrar y salir varias veces de sus entrañas nos acostamos correctamente Ella descansó sus piernas sobre mis hombros brindándome las dos entradas.

Penetré su vagina y luego le apliqué vibrador en el clítoris, para entrarle por atrás cuando cerraba los puños y se mordía los labios por el orgasmo que la estremecía.

Mucho bombeo por su cola hasta dejarla totalmente entregada, sin reacción ante mi verga que le dejaba el ano como un cráter rojo, lleno de viscosa y blanca lava.

Quedó planchada bajo mi cuerpo. Únicamente dijo ―Jamás nadie me ha dado semejante tratamiento, no noté cuando me rompiste la cola.

Le respondí que no le rompí nada y le regale el plug para que lo use antes de entregarse al Potro de su pareja. Luego dormimos toda la noche.

A la mañana quiso mamarla un poco en agradecimiento. Yo le acaricie mucho la vagina y le apoye la verga en el ano ya cerrado hasta que se estiró el esfínter permitiendo que entre la cabeza apenas lubricada y sin causarle dolor. Creo que fue bueno para todos. Terminó diciendo Claudio.

Rober.

Historia con Rosa y Luís

Desde una ciudad distante trescientos kilómetros llegó  a casa de Claudio y Rober  una amiga de la infancia de Claudio. acompañada por su compañero Luis. Así comienza esta historia.

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