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La Página de Bedri
Vino
Ribera del Duero

Castilla y León, España

Esta denominación de origen avala excelentes vinos rosados y tintos. Siendo estos últimos extraordinariamente notorios y cada vez más extendidos en los mercados mundiales.

Área Geográfica:

La denominación Ribera del Duero ocupa una amplia franja del Alto Duero que abarca cincuenta y nueve municipios de la provincia de Burgos, diecinueve de Valladolid, seis de Soria y cuatro de Segovia. La provincia de Burgos destaca con el 85% del viñedo.

Burgos

Adrada de Haza , La Aguilera, Anguix, Aranda de Duero, Baños de Valdearados, Berlangas de Roa, Boada de Roa, Caleruega, Campillo de Aranda, Castrillo de la Vega, Fresnillo de Las Dueñas, Fuentecén, Fuentelcésped, Fuentelisendo, FuentemolinosFuentenebro, Fuentespina, Gumiel de Izán, Gumiel del Mercado, Guzmán, Haza, Hontangas, Hontoria de Valdearados, La Horra, Hoyales de Roa, Mambrilla de Castrejón, Milagros, Moradillo de Roa, Nava de Roa, Olmedillo de Roa, Pardilla, Pedrosa de Duero, Peñaranda de Duero, Quemada, Quintana del Pidio, Quintanamanvirgo, Roa, San Juan del Monte, San Martin de Rubiales, Santa Cruz de la Salceda, La Cueva de Roa, La Sequera de Haza, Sotillo de la Ribera, Torregalindo, Vadocondes, Valcabado de Roa, Valdezate, La Vid, Terradillos de Esgueva, Tórtoles de Esgueva, Tubilla del Lago, Valdeande, Villalba de Duero, Villalbilla de Gumiel, Villaescusa de Roa, Villanueva de Gumiel, Villatuelda, Villovela de Esgueva, Zazuar, Zuzones.

Segovia

Aldehorno, Honrubia de la Cuesta, Montejo de la Vega de la Serrezuela, Villaverde de Montejo.

Soria

San Esteban de Gormaz, Aldea de San Esteban, Atauta, Ines, Matanza de Soria, Olmillos, Pedraja de San Esteban, Peñalba de San Esteban, Quintanilla de Tres Barrios, Rejas de San Esteban, Soto de San Esteban, Velilla de San Esteban, Villálvaro, Langa de Duero, Castillejo de Robledo, Miño de San Esteban, Alcubilla de Avellaneda, Alcoba de la Torre, Alcubilla del Marqués.

Valladolid

Bocos de Duero, Canalejas de Peñafiel, Castrillo de Duero, Curiel de Duero, Fompedraza, Manzanillo, Olivares de Duero, Olmos de Peñafiel, Peñafiel, Pesquera de Duero, Piñel de Abajo, Piñel de Arriba, Quintanilla de Arriba, Quintanilla de Onésimo, Rábano, Roturas, Torre de Peñafiel, Valbuena de Duero, Valdearcos de la Vega.

Esta es una amplia zona de producción en la que los principales municipios vitivinícolas son los de Pedrosa del Duero, La Aguiera, Gumiel de Hizán, Aranda de Duero, La Horra, Roa, Peñafiel y Valbuena del Duero.

La altura de esta comarca varía entre los 700 y los 1.000 m y su relieve forma una lengua central más o menos llana, flanqueada por terrenos en elevación con una topografía muy variada y abrupta.

La elevada altitud de la zona aporta un factor de calidad produciéndose vinos aromáticos, afrutados, finos y elegantes.

Historia

 La historia de la Ribera del Duero, una denominación joven, no puede entenderse sin la enorme contribución de los vinos de Vega Sicilia  y de Alejandro Fernández, un auténtico revolucionario en el sector.

Es probable que los romanos cultivaran ya el viñedo en esta comarca, creando lagares para abastecer a sus legiones. Pero fueron las órdenes monásticas las que propagaron la cultura del vino en la meseta ibérica. Ya en el siglo XII, los monjes procedentes de Cluny elaboraban vino en Valbuena de Duero. En el siglo XVI, los vinos que se elaboraban en Valladolid y Burgos eran tintos oscuros, pero no tenían, al parecer, la raza que hoy caracteriza a sus sucesores.

Sólo en la segunda mitad del siglo XIX fundó la familia Lecanda una bodega a orillas del río Duero. En sus viñedos se aclimataron cepas internacionales, como la cabernet sauvignon, la malbec y la merlot. Muy pronto, aquellos viñedos produjeron un vino excepcional que recibió el nombre de Vega Sicilia.

El vino castellano está tan integrado en la historia de la cultura que sus propias crisis se corresponden a crisis culturales. Y así, cuando la filoxera se abate sobre los territorios del Duero en 1898, juntamente con la pérdida española de Cuba y Filipinas, deja a toda una generación sin vino.

Después de la gran plaga, Vega Sicilia consigue recobrar su prestigio gracias a la iniciativa de un bodeguero vasco pero los vinos de la Ribera del Duero se mantienen en el anonimato hasta que una bodega celabora, en 1975, una reserva que asombra a medio mundo.

Desde 1982, la comarca vitivinícola de la Ribera obtuvo su propia Denominación de Origen. La iniciativa de las bodegas tradicionales se vio respaldada por el trabajo de los pequeños viticultores, que elaboran cada año algunos vinos excepcionales que se cuentan entre los mejores tintos españoles.

Los grandes vinos de la Ribera del Duero han marcado un cambio definitivo en la apreciación de los nuevos tintos. Los amantes del buen color, noble graduación (13º o 13’5º), poderoso tanino y aristocrática presencia, deben estar siempre atentos a las joyas que nacen en esta singular región.

El medio natural

La Denominación de Origen de Ribera del Duero se localiza en la gran meseta septentrional de la Península Ibérica, formada por un gran zócalo antiguo arrasado y, en parte, recubierto por sedimentos terciarios. El mayor volumen de estos sedimentos está constituido por capas más o menos lenticulares de arenas limosas o arcillosas, y destaca la alternancia de capas, tanto de calizas como de margas e, incluso, de concreciones calcáreas.

La cuenca ribereña, formada durante el Mioceno, presenta niveles horizontales, suavemente ondulados, limitados por la erosión diferencial, y convertidos hoy al estado de penillanura. El relieve de la zona oscila entre las lomas interfluviales, con cotas de 911 metros, y los valles, con una altura topográfica situada entre los 750 y 850 metros.

El clima:

El clima de la comarca de la Ribera del Duero es mediterráneo templado, cálido y seco. Es característica la continentalidad determinada por una escasa precipitación media, entre los 400 y los 600 mm anuales, veranos secos e inviernos rigurosos. Enero es el mes más frío con temperatura media inferior a los 3º. El periodo libre de heladas es solo de cuatro o cinco meses lo que determinada la importancia de la situación de las cepas. Las horas de sol medias anuales son unas 2.300.

Es importante la variación térmica que se experimenta de la noche al día, ya que hace que la uva madure más lentamente, lo que da lugar a excelentes índices de acidez.

La temperatura media anual es de 11 grados. Oscila entre los 20'3º de julio y los 3'1º de enero, y las precipitaciones van desde los 441 mm. de noviembre y los 155 mm. de agosto.

La climatología de esta comarca establece una limitación en las variedades a cultivar a causa del corto periodo vegetativo y con un parón que fuerzan las altas temperaturas estivales. Algunas variedades pueden tener problemas para madurar en años fríos o escasamente soleados.

Las específicas condiciones climatológicas que caracterizan el cultivo de la vid en la Ribera del Duero, tienen gran influencia a lo largo del ciclo vegetativo de las viñas, desempeñando un papel fundamental en el desarrollo de la planta y la maduración de la uva. De esas especiales condiciones depende, en gran medida, la calidad de los caldos obtenidos.

El suelo:

El suelo de la Ribera del Duero es extremadamente variado y heterogéneo puesto que se sitúa sobre un zócalo antiguo arrasado y cubierto en parte por sedimentos del terciario de gran espesor y constituido fundamentalmente por arenas limosas y arcillosas. La disgregación de los materiales ha dado lugar, en superficie, a suelos relativamente homogéneos, de tipo pardo calizo. En los cerros afloran las margas y el pH está comprendido entre 7 y 8,5.

El viñedo:

La cuenca ribereña, formada durante el Mioceno, presenta niveles horizontales, suavemente ondulados, limitados por la erosión diferencial, y convertidos hoy al estado de penillanura. El relieve de la zona oscila entre las lomas interfluviales, con cotas de 911 metros, y los valles, con una altura topográfica situada entre los 750 y 850 metros.

Se pueden distinguir tres niveles: las márgenes del río (terrazas aluviales-fluviales), las terrazas intermedias (terreno arcilloso en el que se planta la gran mayoría de las viñas) y las laderas calcáreas más altas (ciertas cosechas de este nivel resultan excepcionales).

Estos viñedos de altiplanicie se extienden por ambas orillas del río, generalmente muy próximos a las orillas. La zona más ancha apenas alcanza los 30 kilómetros. Las tierras más bajas se dedican a cultivos de regadío y las cotas más altas de paramera están ocupadas por el cereal, mientras que el viñedo se cultiva en las terrazas intermedias, aunque algunos viticultores prefieren zonas altas “donde la vid se hiela”. El relieve es ondulado. Las tierras llanas y pedregosas del valle se alternan con las escarpadas colinas salpicadas de pinares y bosques.

El viñedo se extiende también por los valles colaterales del Duratón, Gromejón, Bañuelos, Arandilla y Riaza. Además del viñedo, se cultivan el trigo, la remolacha y las hortalizas.

Las viñas ocupan principalmente las terrazas intermedias, sobre terrenos arcillosos. Las márgenes del río están formadas por terrazas aluviales-diluviales. Las laderas calcáreas más altas ofrecen, en ciertas cosechas, vinos de calidad excepcional. Hay también suelos arenosos, inmunes a la filoxera, ocupados por pinares. Pero, a la vez, hay que preservar claramente el patrimonio de las D. O. Y, para ello, nada mejor que delimitar los pagos donde nacen los mejores vinos.

Las viñas se plantan con frecuencia en suelos arenoso o cascajosos suficientemente calizos y profundos.

El frío intenso retrasa el brote de la vid. Los bruscos cambios de temperatura entre el día y la noche estivales, provocan un perfecto equilibrio del fruto durante su maduración. En otoño se recoge una uva de magnífica calidad.

Las variedades de uvas

El esta comarca de la Ribera del Duero existen hasta veintisiete variedades de uvas diferentes siendo la tinta del país, denominación local de la tempranillo, la dominante. Y esto es así como consecuencia de su porte erguido, su floración tardía y su maduración temprana, lo que la libra de las heladas.

La variedad más tradicional de la zona es la tinta del país o tinto fino, también llamada tempranillo, que ocupa el 60% del viñedo. Esta variedad ofrece aquí más pigmento y mejor acidez frutal que en otros climas españoles, cualidades que permiten elaborar vinos más elegantes, mejor estructurados y muy ricos en extracto.

También se cultivan la garnacha, que no se utiliza en los tintos de crianza dentro de la D.O.– y cepas internacionales como la cabernet sauvignon, la malbec y la merlot. Estas últimas producen, en Valbuena, vinos de 13º que soportan un largo proceso oxidativo de crianza, evolucionando hacia vinos ricos en extracto seco y en elegante acidez, que funden sus jugosos taninos en el tostado y ahumado roble añejo. En menor medida, también podemos encontrar en la Ribera del Duero plantaciones de albillo, una uva blanca que algunos elaboradores aún mezclan en las cubas de tinto,  y otras variedades como la bobal.

Otras variedades son la Jaén, malvasía, valenciana tinta, entre las más importantes. Aunque las variedades autorizadas por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen de Ribera del Duero son la Tinta del país, Garnacha, cavernet sauvignon, malbec y merlot.

La producción máxima reglamentaria admitida por hectárea es de 7.000 kilogramos y la uva procedente de parcelas cuyos rendimientos sean superiores a este límite autorizado, no puede ser utilizada en la elaboración de vinos protegidos por la Denominación de Origen Ribera del Duero.

Los vinos

Los vinos producidos y elaborados conforme a lo dispuesto en el Reglamento de la Denominación de Origen Ribera del Duero, y para tener derecho al empleo de la misma, deben ser sometidos y superar un proceso de calificación desarrollado por el Consejo Regulador.

Vinos rosados

Estos vinos son, en general, de moderada graduación, entre 11 y 12,5º. de color rosa guinda muy débil, con destacables matices rosa fresa y tenues irisaciones azules o violáceas en capa fina. Color de la gama de los rojos, en mayor o menor medida según la aportación de Garnacha. Aromas primarios, frutales, típicos de las variedades Garnacha y Albillo. Matices característicos de bayas silvestres. En boca resultan frutales, frescos y ligeros en boca.

Vinos tintos

Se elaboran con un mínimo del 75% de la variedad Tempranillo, también conocida como Tinta del País o Tinto Fino. En cualquier caso, la participación en estos vinos de la variedad Tinta del País, sola o junto con Cabernet-Sauvignon, Merlot y Malbec, no deberán ser inferior al 95%. En consecuencia, la variedad Garnacha Tinta, al igual que la Albillo, no se pueden utilizar en más de un 5% para la elaboración de estos vinos.

Vinos tintos jóvenes: Colores rojo guinda muy intenso con importantes ribetes azulados, añil, violeta y púrpura. Gran intensidad de color muy vivo. A veces, matices rubí. Aromas primarios: importantes y densos en la gama de la fruta madura y bayas silvestres (mora y zarzamora). Aromas secundarios: Con un ligero matiz de ácido sulfhídrico que desaparece rápidamente y los caracteriza. Amplios en boca y pleno de sabores. Perfecta ligazón de los taninos. Componente ácida muy equilibrada. Se elaboran con la variedad local del tempranillo o tinto fino.

Vinos tintos de crianza: han envejecido al menos dos años y 12 meses en barrica de roble. Conservan de los tintos jóvenes su estructura y brío matizadas por la permanencia en madera que les aporta más serenidad, elegancia y los hace más carnosos y redondos. Colores que evolucionan del oscuro picota intenso al rojo guinda con corazón de rubí. Destacados violáceos en capa fina, que denotan fuertes matices de juventud. Aromas frutales intensos ensamblados con los matices propios de maderas nobles, que abarcan desde los especiados de vainilla y coco a los tostados torrefactos de café y cacao. En boca resultan carnosos, estructurados y redondos, de componente tánico equilibrado. Paso de boca aterciopelado, pleno de sabores, que desemboca en amplia persistencia y potente retronasal.

Vinos tintos de reserva: tienen un envejecimiento de tres años, al menos uno en barrica de roble. Sus colores evolucionan del rojo picota al rojo rubí, de intensos y profundos aromas de fruta sobremadura en perfecta armonía con otros a curo, minerales y balsámicos. En boca es potente, amplio, pero muy bien equilibrado, persistente en el gusto y en la vía retronasal.

Vinos Gran reserva: tienen un envejecimiento mínimo de cinco años, al menos dos en barrica. Estos vinos viejos son potentes, con cuerpo, buena acidez, complejos y profundos. El envejecimiento en madera los hace profundos y largos. Vinos de lenta evolución, bien cubiertos y de lágrima densa. Colores que evolucionan del rojo picota granate, al rojo rubí. Presentan ribetes rubí que se integran con los tonos teja en capa fina. Limpios, finos e intensos en nariz. Aromas de fruta sobremadura y confitada, aterciopelados y profundos. Aromas muy complejos que mezclan almizcles con cueros, minerales y balsámicos. Carnosos y potentes en boca, bien constituidos y equilibrados. Amplios y robustos en boca. Vía retronasal, larga y persistente que recuerda las sensaciones olfativas donde se potencian de manera más acusada los aromas terciarios propios del envejecimiento.

D.O.

La Denominación de Origen, tal como hoy la conocemos, surge tras la iniciativa de una serie de viticultores y bodegueros preocupados por impulsar los viñedos y la calidad de los caldos de la Ribera del Duero.

El primer Acta que se recoge en los libros del Consejo Regulador data del 23 de julio de 1980, fecha en la que este Organismo actuaba con carácter provisional.

Dos años después, el 21 de julio de 1982, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación otorgó a la Ribera del Duero la Denominación de Origen y aprobó su primer Reglamento.

Desde entonces, la puesta en marcha de nuevas prácticas de cultivo, la introducción de las más modernas tecnologías para la elaboración del vino y los rigurosos procesos de control aplicados desde el Consejo Regulador han hecho de la Ribera del Duero un sinónimo de calidad-

El Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero avala con su sello y una contraetiqueta numerada la autenticidad y calidad de los vinos amparados. Estos distintivos permiten garantizar, de la forma más segura y fiable, su producción y comercialización.

Añadas

Buenas: 2006 y 2013

Muy buenas:  1998, 2000, 2002, 2003, 2005, 2007, 2008, 2012 y 2014.

Excelentes: 1999, 2001, 2004, 2009, 2010, 2011 y 2015.

Documentación