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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Vecinita
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Graciela es una bella jovencita de veintiún años comprometida con un joven casi de su edad y con un bebé que no tenía el año. A pesar de su corta edad y el alboroto sexual propio de su juventud no se sentía completamente satisfecha con la vida en pareja, recién tenían un año viviendo juntos y la rutina sexual acechaba cada noche, no creyó posible que el resto de su vida tendría que ser así.

Una noche dejó a su bebé en casa de sus padres y salió a bailar con su esposo, después de algunas copas bailaban más apasionados hasta que llegaron algunos amigos de su esposo quienes se juntaron con ellos y en esas conversaciones de varones ella se sentía excluida al punto de que se fue de la discoteca y él ni cuenta se dio.

Estaba decepcionada y furiosa, pensó ir a casa de sus padres a recoger a su bebé e irse a casa, pero en la espera de un taxi se encontró con Oscar, un vecino taxista de casi cuarenta años y con tres hijos quién se ofreció a llevarla en su auto, ella subió y los efectos del alcohol la hicieron hablar tanto que hasta habló de su problema. Oscar se sorprendió, ya que Chela, como le llamaban, era muy tímida y apenas solía hablar, así que le siguió la conversación...

—Aun son jóvenes y les falta mucho por descubrir en el sexo, ten paciencia y poco a poco verás.

— No lo soporto más, quiero descubrir otras cosas, ya me cansé de solo abrir las piernas para complacerlo por 5 minutos...

— Entonces complacete tú misma, hay consoladores y juegos sexuales... ¿No han practicado sexo oral?

— Una vez me dijo que se lo chupe pero no estaba segura y tampoco me gustó fue horrible y desde ahí nunca más.

— ¿Y él no te lo ha hecho?

— ¿A mi? Nooo, me da vergüenza.

— Pero te estás perdiendo de algo maravilloso, cuando lo pruebes te darás cuenta...

Oscar la miró con deseo y Chela lo notó, de reojo vio como se tocó sutilmente la bragueta del pantalón y sintió una corriente extraña.

— Dudo mucho que mi marido me haga eso alguna vez, supongo que usted si lo ha hecho a su mujer.

— Claro que lo he hecho, y el sabor de una vagina es exquisito, es una delicia... lástima que tu marido te tenga tan descuidad,  si yo fuera él.

— ¿Si tú fueras él qué?

— Te haría explotar de pasión.

Ahora fue Chela quién se acarició la pelvis pero sin discreción, pasaba sus dedos por encima de su pantalón sin ningún remordimiento

— ¿Puedes enseñarme ese placer? Pero solo oral, no quiero que me penetres...

Oscar ingresó a una cochera discreta y ambos se fueron al asiento posterior, Chela se quito el pantalón y la truza, mientras que Oscar solo se quitó la camisa.

Empezó a besar sus pies y pantorrillas suavemente mientras sus manos subían por los suaves muslos, Chela cerró los ojos y se dejó hacer, Oscar subió por las piernas hasta llegar a la vagina, presionó su nariz en la entrada y dio una fuerte y sonora aspirada disfrutando aquel olor, abrió un poco más las piernas y lamió los costados y separó el vello para dejar los labios vaginales a disposición, los gemidos de Chela iban en aumento y quiso retirar a Oscar pero éste le sujetó las manos y procedió a meter la lengua y juguetear con el clítoris, Chela quiso soltarse pero no pudo y empezó a disfrutar las contracciones propias del orgasmo.

Oscar hacía lo suyo con paciencia y delicadeza, lamia, besaba, jugaba y mordía suavemente aquella ardiente vagina, al notar que Chela ya no oponía resistencia soltó sus manos y abrió un poco más la vagina con sus dedos e introdujo uno y empezó a masturbarla mientras lamia el clítoris, los gemidos de Chela se convirtieron en gritos de pasión.

— ¡¡¡¡QUE RIIICOO … HAYYYY… ES DELICIOSO… PENETRAME POR FAVOR PENETRAMEEEEE!!!!

La excitación estaba al máximo y Oscar lo sabía y aprovechó eso.

— ¿Quieres que te penetre?

— ¡¡¡SIIII!!!! METELO YAAAA, QUIERO TU VERGA YAAAA!!!

— Primero chúpamelo si quieres.

— SIIII TE LO CHUPO, DÁMELO, DÁMELO YAAAA

Oscar se saco la verga completamente erecta y Chela se la comió de uno solo, la chupaba con desesperación desde la cabeza hasta los huevos.

Luego Oscar se acostó boca arriba y Chela se subió y se sentó sobre la verga y empezó a cabalgar de una manera salvaje, se comía toda la enorme verga hasta el fondo con gemidos y gritos desesperados, al cabo de algunos segundos el orgasmo llegó con un grito de satisfacción y se acostó encima de él

— No sabía lo rico que es el sexo, gracias por enseñarme

— Cuando quieras puedo complacerte, pero para la próxima iremos a un hotel

— Donde tú quieras, cuando tú quieras y como tú quieras, seré tu esclava y estoy a tu disposición.

— Entonces el martes inventa una excusa porque haremos un viaje corto de 5 horas.. yo te aviso.

Así quedaron desnudos acostados en el auto, mas tarde la llevó a casa de sus padres y quedaron en volverse a ver…

Víctor

 

 

Vecinita, los encuentros

Chela es una bella jovencita de veintiún años comprometida con un joven casi de su edad y con un bebé que no tenía el año. A pesar de su corta edad y el alboroto sexual propio de su juventud no se sentía insatisfecha con la vida de pareja, recién tenían un año viviendo juntos y la rutina sexual acechaba cada noche, no creyó posible que el resto de su vida tendría que ser así. Hasta que se encontró con Oscar.

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