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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Soy un zorrón
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Querido Bedri:

Soy un zorrón, lo digo y lo reconozco pero solo en privado, públicamente seré rigurosamente recatada y hasta me indignaré No es hipocresía, es prudente discreción. Una cosa es que me guste el sexo casi sin reparos y otra que eso sea de dominio público. Además, poner las cosas difíciles al principio proporciona más placer y de eso se trata. Esa discreción también me permite llegar a hombres que de otra manera se verían marcados con mi compañía.

Empecé tarde en esto del sexo. Mi adolescencia llena de acné no me permitió muchas alegrías más allá de algún roce y de los inevitables enamoramientos adolescentes. Me casé con mi primer novio formal y mi primera vez fue en el tálamo nupcial, así como suena. Llegué virgen al matrimonio. Pese a la inexperiencia de ambos no fue tan desastroso como pudieras imaginar, tuve un orgasmo admisiblemente bueno, me corrí abundantemente ante la sorpresa de mi marido. Mis corridas siempre sorprenden cuando estreno pareja de polvo. También soy muy ruidosa, expresiva, como dice un buen amigo.

Mi matrimonio acabó pero mi vida sexual recibió un impulso importante con tres novios consecutivos y casi contemporáneos. Fue cuando me di cuenta de que no necesitaba una pareja fija para disfrutar del placer del sexo. Se lo que quiero, como lo quiero y conozco la manera de conseguirlo. Ello no me lleva a una promiscuidad desbocada, me gusta follar y follo cuando me apetece y con quien me apetece. Mis gustos son especiales pero sin ser rebuscada, busco el placer pero también cierta complicidad y un plus de personalidad. Por eso tengo una serie de amantes en plantilla como les digo, hombres con los que practico el sexo regularmente. Este es un grupo, numeroso para alguno, corto para otro, para mi suficiente. Es variado, hay jóvenes, maduros, algún viejo; también los hay casados, solteros, viudos, con compromiso; blancos, negros; europeos, asiáticos, americanos, africanos, árabes; amigos, no tan amigos, esposos de mis amigas, tíos, sobrinos, hermanos, hijos de mis amigas o sus hermanos y cuñados; desconocidos en general o simplemente cualquiera que en un momento dado, en la situación adecuada, sea capaz de hacerme sentir la necesidad de follar. Hay incluso objetos inanimados, regalos de alguna amiga despistada pero de los que hago buen uso.

Quiero hacer resaltar algo, distingo entre echar un polvo, follar o hacer el amor. Para mí son conceptos diferentes Echar un polvo es algo casual, de un momento, sin pretensiones de repetir más adelante. Echar un polvo es algo esporádico, lo echaría casi con cualquiera. Para mí sí que es aquí te pillo, aquí  te mato. Es cierto que me entrego plenamente y disfruto enormemente pero al acabar te irás. Aunque puede que vuelvas.

Follar es otra cosa, tú quieres hacerlo y yo también quiero, por eso te ofrezco mi cuerpo a cambio del tuyo. Podremos hacer casi cualquier cosa, se trata de follar como locos, de pasarlo bien, de disfrutar, tú de mi cuerpo y yo del tuyo y los dos del de los dos. Se del placer que mi cuerpo proporciona. Para mí, follar tiene continuidad, nos volveremos a ver y volveremos a follar pero a la mañana te irás, aunque puedas volver más tarde.

Hacer el amor tiene otra connotación, no quiere decir que me haya enamorado, solo que te ofrezco mi cuerpo para que lo disfrutes, no es imprescindible que yo me corra, que me correré, con que tú lo hagas me basta. Mi cuerpo es para que lo disfrutes. Cuando amanezca es posible que te pida que te vayas pero si no quieres irte entonces, puedes volver a hacerme el amor. Porque también necesito amor, aunque sea a mi manera.

Echo muchos polvos, follo mucho y también hago mucho el amor, es cuestión de matices. Normalmente empezaríamos con un polvo y si me gustas me haré la encontradiza y me ofreceré. Puede que acabemos haciendo el amor, en tu casa o en la mía.

Haciendo memoria no puedo recordar con exactitud cuántos hombres han gozado con mi cuerpo, ni cuantos polvos eché, ni cuantas veces he amanecido acompañada. Recuerdo algunos hombres, algunos lejanos, otros recientes y los más actuales.

Confieso que hice alguna locura pero no me arrepiento, volvería hacerla. Volvería a follar con aquel chico negro vendedor del top manta que, detrás de unos arbustos del parque, me echó uno de los mejores polvos que recuerdo. Fue ensartarme con aquella polla negra y grande y correrme. Tuve un orgasmo nada más metérmela, supongo que por las ganas que tenía de hacerlo. El polvo en la mecánica fue simple, me levantó las faldas, me bajó las bragas, me tumbó en el suelo, se bajó el pantalón, me la metió y me corrí. Luego se corrió él desparramándose dentro de mí, que los condones son un incordio y tardan en ponerse robándole magia al momento.

Lo de follar sin condón un día me va a dar un disgusto. Tantos años follando sin quedarme embarazada me hacen confiada aunque me gustaría quedarme preñada de alguno de mis hombres. Con algunos, echando polvos, nos ponemos condón, con otros, especialmente con quienes hago el amor no. También es verdad, que son hombres a quien amo, sin estar enamorada. Algún amigo, mi tío, mis sobrinos, el hijo y el hermano de una buena amiga, el marido de otra y el vecino del sexto, no necesitan condón para hacerme el amor y además, me gusta sentir su corrida dentro de mi cuerpo. Me siento más hembra.

Te cuento alguna cosa de mis amantes fijos, empezaré por el de más edad, el vecino del sexto.

El vecino del sexto me apretó el culo en el ascensor, creo que intencionadamente, y como estaba con ganas se lo propuse ─¿Quieres metérmela?─ Y claro que aceptó, me apretó más las nalgas y nos fuimos a su casa, me desnudó, me comió las tetas, me cogió fuerte el culo y me llevó a su habitación, me colocó sobre el edredón y me separó las piernas, se desnudó, se puso sobre mí, me la metió y me hizo el amor. Fue muy bueno, muy largo, muy sudoroso, una concatenación de orgasmos que nunca había tenido hasta entonces. Cuando acabamos, se quedó sobre mí, me besó en la frente y me dijo ─Tenía mucha gana de metértela, desde que llegaste a este edificio─ Me reí y le dije ─A mí me pasaba lo mismo─ y es verdad. Nos volvimos a besar y le pregunté ─¿Me la volverías a meter más veces?─Le pregunté. ─Solo tienes que llamar a mi puerta─ Dijo mientras me besaba la frente. Ahora, casi semana si y semana también hacemos el amor. Cuando están sus hijos no. Tiene dos, el más joven me mira detenidamente las tetas y el mayor se gira para verme el culo cuando paso. Al vecino el sexto le ayudo con la declaración de la renta y las cosas del banco.

Con uno de mis sobrinos fue diferente, se había quedado a dormir en casa y le sorprendí pajeándose. Entré en el baño y le encontré con la polla en la mano. Le fui a decir algo y advertí que me miraba fijamente al pecho. Puede que el frío o simplemente que empezaba a tener ganas pero mis pezones hacían algo qué pocas veces hacen, se habían puesto duros y se marcaban bajo la camiseta sin sujetador que vestía. ─¿Quieres tocarlas?─dije- No contestó, alargó la mano izquierda y me apretó un seno mientras volvía a masturbarse. Le dije que no, que aquello no se hacía así. Me quité la camiseta, me arrodillé y se la chupé un poco y le hice una cubana total. Se me corrió encima y con voz entrecortada me propuso follar. Aquella noche hicimos el amor, fue inexperto pero la práctica continuada le ha convertido en un muy buen amante. Siempre empezamos con una cubana, me gusta que se corra salpicándome. Me come muy bien el coño y tiene verdadera obsesión con mis tetas. Le encanta hacerme el amor a lo perrito, conmigo a cuatro patas. Empuja fuerte y se corre con mucho ruido, en eso se nota la familia. A mí me gusta que me haga el amor, las veces que quiera. Ahora tiene novia y lo hacemos menos pero practicamos posturas para entrenarle. Con su novia usa condón, conmigo no y eso me hace alcanzar más placer.

Otro de mis sobrinos fue más directo, me dijo que tenía novia y que su único polvo había sido un fracaso. Me propuso que le enseñara. Yo le hice saber que la teoría no serviría de nada sin practicas. La primera lección fue desnudarme y comerme las tetas. Luego vino lo de follar que es el premio por aprobar la lección del día. Ahora practicamos semanalmente una postura del Kamasutra o de la última película porno que él haya visto. Hubo un fin de semana  que dedicamos exclusivamente a imitar todas las posturas de una película en concreto. Me corrí más que las protagonistas y lo mío fue autentico. Le encantan mis tetas que soba y chupetea insistentemente aunque ahora empieza a fijarse en mi culo, debe de ser que va madurando. Hacemos el amor sin condón regularmente casi todas las semanas un par de días antes de que se vaya con su novia. La siguiente ocasión que no encontramos me lo cuenta y corregimos errores, te puedes imaginar como lo hacemos. Soy muy buena follando.

Algo parecido sucedió con el hijo de una buena amiga. Por una avería hubieron de dejar su domicilio por unos días. Por la cercanía al instituto Alfonsito se quedó en mi casa. Serían un par de semanas y el fin de semana del medio se quedaría para jugar al baloncesto con el equipo al que pertenece. Yo había salido, infructuosamente, la noche del sábado y dormía profundamente en mi cama, vestida con un impactante camisón blanco, regalo de cumpleaños de un amigo, cuando desperté al notar al chico apartando la ropa de cama que me cubría. Señalar que el camisón, que me encanta, es bastante trasparente y duermo sin ropa interior; desde que vivo sola me la quito al llegar a casa y si hace calor no me pongo nada. Me sobresaltó notarle la mirada ─¿Alfonsito, qué haces?─ Apartó totalmente la ropa y se echó sobre mí. ─Párate, Alfonsito párate, estate quieto ¿qué haces?─ Decía sorprendida mientras intentaba quitármelo de encima. ─Quiero follarte puta zorra─ Balbuceó. Aquellas cuatro palabras me dejaron petrificada; es el hijo de mi mejor amiga, un chico al que vi crecer y cuidé muchas veces en el parque, al que vi desnudo muchas veces aunque antes de la pubertad. Aprovechó mi desconcierto para colarse entre mis piernas haciéndose sitio; tampoco hice nada por resistirme, dejé hacer. Se bajó un poco el pantalón y noté la polla dura buscando entrar. No lo consiguió y nada más hubo encontrado el sitio entre los labios exteriores de mi coño se corrió a la puerta. Fue una corrida grande, cálida, pegajosa, frustrante. Se dejó caer sobre mí y le abracé. ─Las cosas no se hacen así Alfonsito, si quieres follarme no tienes porqué intentar violarme─ Susurré. Pareció sorprenderse mientras se sentaba a mi lado. Yo permanecía en la misma postura, con las piernas abiertas y el coño bañado en la leche de aquel adolescente tan salido. ─Estás muy buena y yo también quiero follarte─ dijo bajando la mirada. Le cogí una mano y el hice algunas preguntas que respondió mansamente, casi con timidez; me había oído contarle a su madre un polvo con un conocido, aunque es cierto que sin mucho detalles. ─Alfonsito, las cosas no se hacen así, se piden─ sonrió un poco entre tímido y triunfante y empezó a manosearme las tetas por encima del camisón. No sé por qué será, pero mis tetas gustan mucho a los jóvenes, a otros es el culo. Me levanté para ir al baño y quitarme la pringue del coño y regresé desnuda. Alfonsito abrió los ojos como platos e hizo ademán de querérseme abalanzar pero le refrené; le hice acostarse a mi lado y le quise besar pero totalmente inexperto hube de darle alguna instrucción. Cuando noté por su erección que ya estaba dispuesto para un nuevo envite me coloqué ofreciéndole el coño para que me la metiera pero esta vez le ayudé. Le pedí que fuera despacito, sin prisa pero con energía y le dije como hacerlo. No duró mucho, media docena de metesaca y se corrió, pero esta vez dentro porque no le deje retirarse. No tuve orgasmo pero me gustó. ─No estuvo mal, la próxima vez será mejor─ le dije. ─¿No te gustó─ Respondió desolado. ─Yo también me quiero correr─ susurré mientras le acariciaba la frente. Afortunadamente es un joven de mucha energía porque no fue hasta el sexto intento cuando logró que me corriera. Fue un orgasmo exagerado, intenso y ruidoso, fue largo. Duró incluso cuando la polla ya se había desinflado. Me había colocado encima, cabalgándolo y le gustó tanto que ahora lo hacemos siempre así para acabar nuestras largas sesiones de sexo que siempre empiezan con una buena mamada, tiene una resistencia muy de agradecer. Es lo que tienen los jóvenes, sus metidas duran poco pero la meten muchas veces y yo soy de correrme rápido, a veces demasiado rápido. La excusa que tenemos para estos encuentros son las clases de apoyo de matemáticas que le doy gratuitamente cuando necesita; sabe que si no aprueba se acabó hacerme el amor, si saca buenas notas hay premio. Lo hacemos sin condón porque al principio le costaba ponérselo. Sé que es bueno que se lo ponga porque así durará más pero no me importa. Espero que su madre nunca llegue a enterarse.

Con su tío empezó de otra manera. Puede que Alfonsito se lo dijera, puede que lo dedujera o puede que yo me dejara engañar. Así que ahora hago el amor con Alfonso y con Alfonsito, con cada uno en diferentes momentos. La primera vez fue en mi comedor, encima de la mesa. El caso es que tiene una lengua que me vuelve loca y me hace el amor como pocos, es muy buen follador. También le encanta mi culo por donde intenta metérmela cuando puede. Solo usamos condón una temporada que contrajo un hongo. Vete tú a saber donde la habría metido.

Mi relación sexual con el tío del pueblo empezó un fin de semana que necesitaba descansar de tanto sexo; a veces lo hago, fin de semana de monja le llamo. No tuve mejor idea que aceptar su vieja y reiterada invitación. Fue llegar, ir al cuarto asignado, desnudarme completamente, ponerme un vestido de playa, sin ropa interior, y al darme la vuelta le vi en la puerta. El bulto del pantalón era notable, mi tío tiene una polla enorme y sabe usarla. Nos miramos, y sin decir nada me saqué el vestido por la cabeza. Cuando tenía los brazos levantados y el vestido tapándome la cara, note las manos duras de mi tío apretándome las tetas; me encantó y comencé a tener un orgasmo que estalló cuando colocado detrás de mí, en el pasillo de las habitaciones camino de la suya, desnuda al lado de una ventana, me acarició las tetas como nunca nadie antes había hecho, llegué a la cama con el coño chorreando y con ansias de más sexo. Me puso a cuatro patas y me la metió, me corrí, cambiamos de postura y me corrí, a cada orgasmo que alcanzaba cambiamos de postura; me corrí mucho, cambiamos mucho de postura. Se corrió cuando estaba encima, quiso retirase pero le pedí que se fuera dentro. Se tumbó a mi lado y sudorosos nos dormimos abrazados. Al despertar no estaba y bajé desnuda, sabía que no había extraños. Le encontré en la cocina y le di las gracias, también le dije que hacía mucho tiempo que lo deseaba. Y es verdad, en mi adolescencia tuve algún sueño húmedo con mi tío. Luego, ya divorciada, me masturbé varias veces fantaseando que me follaba. ─Llevo muchos años con ganas de follarte sobrina─ Dijo estirando la mano para acariciarme la nuca, algo que, sin él saberlo entonces, me excita mucho. No volvimos a follar entonces porque su edad no le permitió la disponibilidad que yo deseo. Pero aquella noche si, repetimos un polvo larguísimo, esta vez con mamada inicial, para que durase más ¡y si que duró!, Acabé agotada y me dormí desnuda a su lado, sobre el edredón. Pasamos la noche juntos, esa y todas las demás, hacíamos el amor cada noche al acostarnos y cada mañana al levantarnos. Mi desayuno era la rica leche de su polla tan hermosa. Durante el día, mientras él atendía sus obligaciones yo me iba de excursión, y algún polvo eché, eso sí, siempre con condón que tenía que regresar dispuesta y limpita. En alguno de aquellos escarceos, alguien se llevó una buena y húmeda sorpresa. Quizás algún día te la cuente. Con mi tío hago poco el amor, solo durante las vacaciones y algunos fines de semana de monja de pueblo que no lo son todos los que me gustaría pero es que tengo demasiadas pollas que atender.

Con el marido de una de mis mejores amigas empezó una noche que había bebido más de los que debía y Juan Ramón me llevó a casa. Me costaba andar e incluso hablar pero las ganas de follar las tenía todas y no estaba dispuesta a irme a dormir sin echar un polvo que para eso era sábado. Fue entrar en casa y correr como pude al baño donde me desnudé y me lavé bien el coño. Salí desnuda deseando no estar sola y no lo estaba. Me costó vencer sus reticencias, me apreté contra él, todo lo melosa que fui capaz y me ofrecí ─¡Fóllame, fóllame! ─ Y me folló, fue un polvo rápido porque le esperaba su esposa pero le convencí para quedar otro día. La tarde siguiente vino a casa, puede que en un principio a disculparse, pero no le di opción, como sabes, en casa no llevo nunca ropa interior, así que fue rápido, me levanté que saqué la ropa y me tiré literalmente sobre él. Me acaricio, estrujó, pellizcó, magreo, chupo, lamió, folló, hicimos el amor en el sofá. Luego nos fuimos a la cama y nos besamos. Hablamos de algunas cosas y acordamos llamarnos cuando necesitásemos follar. Lo hacemos casi cada semana. Me acaricia muy bien y consigue sacarme unos orgasmos que son la envidia de mis vecinas. Le tiene muchas ganas a mi culo donde me propina sonoros cachetes, alguna vez en la playa, a piel desnuda y alguna otra, en plena calle. Nunca usamos condón. Cuando discute con su esposa me folla mejor y me hace el amor impresionantemente, si no fuera por mi amiga metería cizaña. Una ocasión, ella me dijo que sospechaba que Juan Ramón se veía con alguien, le dije que eran figuraciones suyas, de hecho, había sido testigo de alguno de los cachetes playeros y no se había inmutado, parece como si mi discreción diera resultado. Llegó a pedirme que hablara con él y le sonsacara. Lo hice, le cité, le pregunté, le intenté sonsacar e hicimos el amor como nunca.

Como ves, tengo muchos amantes fijos y ocasionales también. Es cierto que la semana tiene solo siete días, pero cada día tiene mañana, medio día, tarde, noche y hasta madrugada. Pocas cosas hay más gratificantes que hacer el amor a media mañana o echar un polvo a la hora de la siesta. Puede que un día sea más explícita y te cuente algún polvo memorable, como aquel con un par de amiguitos que intentaban metérmela a la vez. O con aquel jugador negro de baloncesto que me folló de píe detrás de la puerta de entrada de su casa, de lo apurados que estábamos. También puede que te cuente una buena follada con mi cuñado o un polvo en un coche con un macarrilla de mis tiempos jóvenes. Y si me animo, te explico como es una clase práctica de sexo con mi sobrino o una semana de vacaciones en el Caribe. También puedo contarte como eché un polvo con el jefe de una amiga para que la ascendiera.

Ah, tengo mi edad y estoy buena pero sin ser espectacular. Desnuda gano mucho pero donde más gano es en las distancias cortas.

Q.

 

 

Cartas de Q

Q es un amiga que nos cuenta su ajetreada vida sexual en forma de cartas, periódicamente nos envía una para darnos a conocer su intensa vida sexual. Discreta como pocas, es una mujer que disfruta del sexo intensamente practicándolo de forma entregada y libre.

Dispone de un amplía lista de compañeros de juegos y también de compañeras. Desde sus sobrinos, tío, vecino, amigas, hijos de sus amigas, en definitiva, cualquiera que sea capaz de cumplir sus exigencias sexuales.

Van dispuestas según se han ido recibiendo, la más antigua arriba y la más moderna al final, aunque cronológicamente no sigan el orden establecido.

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