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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Repetición
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El transmitirles mi anterior experiencia, la verdad es que me calentó mucho y estaba dispuesto a reeditarla. Me dirigí un local que es conocido por acoger a todos los gay de la ciudad de La Paz y del cual había recibido muchas referencias aunque nunca me había animado a ir. Se trata de una discoteca muy discreta y acogedora donde pude comprobar que todos actúan sin inhibiciones. Nadie se fijó en mí al entrar y me senté en la barra donde pedí un trago.

Mientras dejaba volar mi imaginación sobre lo que estaba dispuesto a hacer esa noche que había decidido sería la mía. Vi a que mi lado se sentaba dos personas de apariencia muy respetable que comenzaron a charlar muy amenamente y se notaba que no se veían desde hace mucho tiempo. No tarde demasiado en involucrarme a la charla y al rato acordamos pasar a uno de los reservados de la discoteca.

Uno de ellos me invitó a bailar y yo salí muy gustoso. Se trató de una experiencia completamente nueva. Desde el principio yo asumí el papel de una complaciente y caliente hembrita. Lo abrace del cuello y él me tomaba muy delicadamente de la cintura. Nuestra bocas, al final se encontraron y comprobé que tenía una lengüita lujuriosa que se introducía en mi boca y que yo sorbía con placer. En un momento yo baje mi mano hasta su entrepierna y pude comprobar que tenía una polla de respetables dimensiones. Suavemente baje el cierre de su pantalón e introduje mi mano. Su polla ya estaba soltando un cálido líquido viscoso y llevé la mano a mi boca para probarlo. Me alegró mucho que hubiera causado esa reacción.

Volvimos a nuestro lugar después del baile y me acomodé entre ambos que se mostraban Muy amables y me acariciaban y besaban de manera constante lo que me hacía alcanzar el paraíso. En momento determinado, uno de ellos sugirió ir a su departamento que no quedaba muy lejos. Nos dirigimos a él y resultó ser coqueto y especialmente adecuado para este tipo de aventuras.

Ocurrió que mis dos acompañantes resultaron ser expertos en estos menesteres y hasta algo exigentes. Apenas llegamos, acordamos ponernos a tono del papel que cumpliríamos. Uno de ellos entro al dormitorio y me trajo un sostén, unas bragas, medias y un portaligas todo de color blanco. Me dio también un colorante para labios, rubor y pintura para los ojos. Con todos estos accesorios entre al baño donde me aliste lo más rápido que pude incluido una buena lavada de ese agujerito que a esas alturas se mostraba ansioso por recibir lo que merecía. Mi salida fue muy recibida con elogios porque soy bastante delgado y mis piernas no son musculosas y tampoco soy velludo. Yo me sentía la más delicada de las muñequitas.

Mientras tanto ellos parecía que querían ganar tiempo y me esperaban solo en unos minúsculos slips. Me gustó mucho ser tratado con mucha ternura. Comenzaron a acariciar todo mi cuerpo a lo que yo respondía con gemidos de gatita mimosa. Sobre el sofá hice a un lado el slip de uno de ellos y una gran polla saltó babeante saltó de su encierro. Ni corto ni perezoso me apoderé de ella y puesto de rodillas comencé a besarla de forma golosa. En momento mi otro acompañante me hizo levantar la colita y haciendo a un lado mi minúscula tanguita comenzó a introducir uno de sus dedos en mi dilatado culito que ya estaba abierto por el gusto.

Le hice una mamada espectacular. Comencé por la cabeza que se mostraba imponente y rosada y distribuyendo por toda ella ese líquido que tenía un olor que realmente me enloquecía. Luego comencé lamer todo ese hermoso tronco cuyas venas dilatadas me daban la impresión de que estallaría en cualquier momento. No pasó mucho tiempo hasta que sentí un chisguetazo que me llenó toda la garganta. Me encargué de tragar completa toda esa lechita sintiendo el mayor de los placeres.

Mientras me ocupaba de la enorme polla de mi boca, sentí algo que me paralizó por completo. Una mezcla de dolor y placer se apoderó de todo mi ser. Mi otro acompañante que, mientras yo realizaba la mamada, se había distraído hurgando con sus dedos mi agujerito había decidido que llegó la hora de encajar toda su polla en mi deseoso agujerito y vaya si lo hizo. En un principio fue la enorme cabeza la que se deslizó entre mis nalgas pero la embestida fue sin previo aviso y la verdad es que vi las estrellas.

Pero luego, una vez que mi ano se acostumbró al grosor de la polla y comenzó a metérmela y sacarla con mucho cuidado sentí un placer que difícilmente puedo describir. El mismo sonido de sus bolas chocando contra mis nalgas hacia que comience a gemir como la perrita que soy. Se me ocurrió que faltaba algo para sentirme una verdadera mujer. Sosteniendo su polla dentro de mi culo con mi mano logré ubicar mis piernas sobre sus hombros mientras, el seguía bombeando a todo gusto. Sentí en un momento, como toda esa leche invadía mis entrañas, y agradecí haber nacido mientras un gran orgasmo se apoderaba de mí haciéndome sentir por primera una verdadera mujer.

Nos dormimos los tres juntos. Yo me había colocado un coqueto camisón lleno de encajes y los acariciaba y me acariciaban y si bien me comprometí a ser su putita las veces que ellos quisieran no les di la exclusividad y tengo la convicción de que cada vez me entregaré a quien lo quiera sin pedir nada a cambio, solo placer. Puedo decir que he descubierto mis verdaderas inclinaciones, ser la gatita más traviesa de todas.

E.D.

Otro relato ...




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