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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Postas sensuales
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Era una noche de otoño. Ella había vuelto de un viaje al exterior de 27 días durante el que él la había extrañado y deseado mucho.

Acababan de cenar y estaban bebiendo un malbec, mientras se ponían al día en cuanto a novedades planes y deseos.

Ella se paró para ir al baño

A su retorno el no dejo que ingrese nuevamente al comedor.

Le dijo lo fuerte que sentía por ella. Y a la vez le recrimino esos días durante los que la distancia no les había permitido verse, y que ella ahora debía pagar por eso.

Ella demostró aceptación sin siquiera decir una palabra, solo con la expresión de los ojos y los labios de ambos entendieron sus roles.

Le vendo los ojos, abrió la puerta del ambiente en el que habían estado tomando aquel rico vino y ella no pudo verlo pero sí percibir.

Había gordas velas rojas encendidas, suave música sonando y una cálida brisa que abrazaba los 2 cuerpos, haciendo mover los rubios cabellos de ella.

Él la guió hasta la silla, ya que ella estaba sin poder ver, salvo el tenue resplandor de esas velas a través de la suave tela de su vendaje.

Siguieron bebiendo y conversando.

Luego llegó el momento de continuar con las postas o prendas que ella había aceptado implícitamente tener que cubrir o pagar.

Él le ordenó incorporarse avanzar hasta la próxima silla, sobre la que había dejado preparado un plato con chocolates.

Ella caminó lentamente tanteando con suaves movimientos de brazos para no chocar contra su próximo obstáculo, encontró la silla. Él le dijo que había algo rico que degustar sobre esa silla. Ella tomó un bombón y lo disfruto entre sorbos de vino y charla.

Luego le llegó el turno del próximo paso. Le solicitó sacarse todas sus prendas. Cosa que se le dificultaba por el hecho de tener los ojos vendados.

Pero él lo disfruto mucho. Y mientras ella dejaba caer cada pieza de si delicado vestuario al piso él hacía exactamente lo mismo, sin quitarle los ojos de encima, y sin emitir sonido alguno, para que ella no se percatase que ambas pieles estaban sin nada que las cubra

Posteriormente le ordenó que avance 3 pasos, mientras él se ubicaba justo frente a ella. Ella obedeció. Ni bien termino de avanzar, le solicito que se arrodillara. Una vez arrodillada él se acercó muy lentamente. Lo suficiente para que ella sienta el olor y calor de su cuerpo. Tras un movimiento de ella hacia adelante rozó el glande que yacía grande, duro y rojo delante de sus labios.

A ella le encanto esa sorpresa. Por lo que lo tomo muy delicadamente con ambas manos y comenzó a deslizar la afilada punta de su lengua por la base del miembro.

Los suspiros de el no tardaron en surgir.

Ante tal demostración de deseo, ella comenzó a lamer sus testículos, al mismo tiempo que con una mano le apretaba unos de sus glúteos y con la otra le rozaba el frenillo con sus filosas uñas. A ella le encantaba tener el poder de su excitación. Bajarla e incrementarla a su antojo y al ritmo de sus besos y sus caricias.

Ambos estaban muy húmedos. Ella disfrutaba mucho de su humedad, mientras que el enloquecía por ante el deseo de sentarla y comerla a besos.

No aguanto un mimo más. Intentó separarla para no acabarse, pero ella no se lo permitió y dio sus últimos besos, tan fuertes, como para que una pequeña cuota de dolor detuviera el pico de excitación.

Fue cuando él la levantó, dirigió al sofá, la recostó y comenzó a comer todos sus jugos con suaves y prolongados besos. Primero de labios. Luego mimo con las yemas de sus dedos. Después besos con su lengua.

Al llegar ambos a un punto demasiado alto de excitación, él se incorporó y tiró sobre ella, para apoyar la punta de su pija sobre los entreabierto y mojados labios vaginales.

Ni bien ella se sacó la venda, el empujó sorpresivamente hacia adelante, penetrándola intensamente.

Max Cher.

Otro relato ...




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