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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Mi alumna preferida
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Mariel es mi alumna preferida, inteligente, trabajadora, eficiente, dispuesta, hermosa, sexy y fantástica practicando sexo donde se manifiesta fresca, atrevida, experta, ardiente, incansable, a veces demasiado incansable. Es una chica morena, alta, delgada, de pechos pequeños y duros, culito perfecto, piernas largas y un perfume embriagador en una piel de seda. Pocas veces he gozado tanto de una mujer que además, disfrutaba follando como lo hace la pequeña Mariel.

La conocí en su primer año en la universidad cuando cogí un pequeño grupo de alumnos y alumnas para realizar un trabajo de investigación. Desde el principio me llamó mucho más la atención una compañera suya, una exuberante rubia de rotundas formas, labios carnosos, voz melosa. Siempre vestida con ropas de una, o dos tallas menores, con generosos escotes que invitaban a perder la mirada en el profundo canal que, unía más que separaba, los generosos pechos que se asomaban al didáctico escote. Resultaba ser una chica toda morbo que exudaba sensualidad por cada poro de su blanca piel. Sin embargo no fue con ella, pese a los comentarios y afirmaciones de mis colegas de departamento. Es cierto que esa rubia despampanante tuvo sexo con alguien que pertenecía, y pertenece, al cuerpo docente de la Universidad, pero se trata de una dulce profesorita invitada, pocos años mayor que la alumna pechugona y a la que perseguía con disimulado ahínco el decano secundado por buen aparte de los docentes y la práctica totalidad del alumnado masculino.

Una tarde, en los despachos del departamento, los distintos colaboradores se fueron retirando, quedándonos solos acabando una prueba. Hacía calor e instintivamente nos fuimos aligerando la ropa, zapatos fuera, sin corbata y con la camisa arremangada yo y ella también descalza, la camisola por fuera y algunos botones abiertos. Sucedió que estando viendo el resultado ante la misma pantalla de computador, mi mirada se posó en unos hermosos pechos apenas cubiertos por el delicado encaje de un finísimo sujetador gris azulado. Note que ella se había dado cuenta y que se inclinaba más hacia delante. Yo estaba sentado y ella agachada a mi lado, así que la atraje hacía mí y la senté en sobre mis muslos. Ella no solo se dejó hacer si no que se apoyó sobre mí inclinando la cabeza hacia atrás, haciendo que sus cabellos cayeran sobre mi cara. Largos, fragantes y suaves, los aparté para besarle la nuca al tiempo que le apretaba las deliciosas tetícas. La desnudé delicadamente mientras la besaba y acariciaba; y luego lo hice yo. La giré para ponerla frente a frente y sin tiempo de reacción me comió la boca mientras. Yo le clavaba los dedos en las firmes nalgas y la atraía hacía mi para metérsela en la fresca, jugosa y deseada vagina. Me costó un poco penetrar aquel santuario, aquella dura y apretada su vagina ofrecía resistencia a mi polla. Esperaba que tardara en alcanzar el orgasmo, sin embargo me sorprendió cuando casi inmediatamente comenzó a jadear y estremecerse en orgasmos encadenados. La silla crujía y se movía con la fuerza que imprimía el vaivén de sus caderas. Acabamos en medio del despacho, ella de rodillas chupándome la polla hasta que me desparramé por su boca, cuello y pecho. Acarició sus tetas salpicadas de mi semen extendiéndoselo mientras pudorosa miraba hacía el suelo. En mi despacho dispongo de un aseo con ducha y allí se fue ella, desnuda, maravillosa, pude verle y admirar el maravilloso culito. Quise seguirla pero una llamada me retuvo en mi puesto, ella salió desnuda, secándose con una pequeña toalla, estaba magnífica. Recogió la ropa, se vistió y con un beso al aire se fue.

No volvimos a vernos hasta la semana siguiente cuando nuevamente coincidimos en el despacho, en una situación similar a la anterior. En un momento determinado, se levantó y se dirigió a la puerta cerrándola por dentro. Se giró, y delante mismo de la puerta se desnudó, vino hacía mi, despacio, marcando los andares como una pantera, se plantó ante de mí, se arrodilló, me la sacó y comenzó una mamada extraordinaria que finalizó con una enorme corrida en su boca que se tragó con fruición. Luego, se tumbó sobre la mesa, separó las piernas y me ofreció un coñito delicado, pequeñito y escrupulosamente depilado, suave y de piel finísima. Se lo comí con glotonería mientras se retorcía de placer y jadeaba guturalmente. Noté los fluidos de su corrida en mi boca y me gustó. Se quedó un rato sobre la mesa recuperando el resuello y se levantó al baño. Fui tras ella y nos duchamos juntos. No besamos de forma ardorosa, le comí la cara y la boca mientras ella frotaba contra mi cuerpo sus duras téticas. Pasé las manos sobre sus nalgas y la icé, la penetré con firmeza pero esta vez el canal vaginal estaba suave, lubricado y dispuesto. Ella se retorcía, jadeaba, frotaba sus tetas contra mi pecho, me comía la boca, las mejillas, me besaba los ojos y todo eso mientras dejaba escapar exclamaciones de placer. Tuvo un orgasmo intenso y relajó el cuerpo. La bajé, la hice volverse para follarle el culo. Ella sonrió dulcemente y separó las piernas echando el cuerpo hacia delante, apoyando las manos sobre la pared, el chorro de agua caliente caía sobre su espalda. El culo estaba duro, fue su primera vez, pero participó moviéndose atrás y adelante, ofreciéndose y volviendo la boca para besos largos con una lengua juguetona y tremendamente activa.  Me corrí en su culito y pese al cansancio permanecimos un buen rato besándonos, tanto que prácticamente estábamos completamente secos cuando paramos. Aquella noche sucedió como la anterior, se vistió, me dejó un beso en el aire y se fue.

Cuando hubimos de presentar el trabajo visitamos varias universidades, ella me acompañó siempre ya que su facilidad para los idiomas constituía la excusa perfecta. Cogíamos siempre habitaciones contiguas pero solo usábamos una. En la otra follábamos como locos, su cuerpo joven tienen algo mágico, huele vainilla, es dulce, su piel suave y su coño sabroso. Sus téticas duras endurecen aún más cuando se corre en orgasmos continuos. Su dulce expresión de niña buena esconde su capacidad amatoria. Ahora me pongo condón pero los días que siguen a la regla follamos a pelo, sin condón. Su vagina ya no está tan dura y su culito ya no ofrece tanta resistencia. He follado más con esa mujer que con cualquier otra de las que han pasado por mi vida y a diferencia de otras, nunca me pidió ser ni la única ni para siempre, solo quería vivir el momento y disfrutarlo. En una ocasión cogí un anillo para examinarlo y ella, instintivamente dio un paso atrás.

Los veranos nos íbamos juntos de vacaciones, a lugares discretos, donde aquella maravillosa mujer se desnudaba a mi lado, haciéndome sentir envidiado por los demás hombres del lugar porque a veces, nos besábamos en público. Luego las noches eran de continuo sexo. Puedo asegurar, que esas noches cuando el calor impide hasta dormir, la frescura de sus dulces pechos coronados por duros pezones calma toda sensación de incomodidad. La frescura de su cuerpo el perfecto antídoto para la canícula estival. Despertar y encontrarse al lado el hermoso cuerpo desnudo de Mariel es una de las mejores maneras de sentir la vida.

Se gradúa este año y aún no ha decidido que hará. Yo lamentaré perder a mi alumna preferida y a la amante perfecta..

Matías

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