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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Me he follado a mi tía
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Me he follado a mi tía. A mi tía Cuqui. Tal como suena o quizás fuera mejor decir que mi tía me ha follado. En cualquier caso no solo no opuse resistencia si no que además participe de forma activa y voluntariosa.

Mi tía Cuqui está muy buena, tiene un gran polvo, el que le eché y otros muchos más. Tiene treinta y algo y una figura envidiable. A mis amigos les pone mucho ¡si ellos supieran!. Se cuida, se viste, peina, maquilla y perfuma con clase. Tiene andares suaves y elásticos, no es como una modelo pero anda de forma seductora moviendo el culo como una reina. Mi tía Cuqui está soltera ahora.

A mis amigos siempre les puso mucho, sobre todo cuando coincidimos en la playa. Siempre estaban mirando a ver si le ven una teta o algo más cuando se viste. También están al tanto de las veces que se baña para verle los pezones marcando el bikini. Una vez, que llevó un bikini blanco, se emocionaron todos porque casi le transparentaba y decían que se le notaba la forma del coño y si que se le notaba.

Yo, como es natural y al tratarse de mi tía prefería hacer como que no me enteraba. Es verdad que un par de veces le vi las tetas al desvestirse en la playa y alguna vez más en su casa donde suele ir sin sujetador, pero nada más. Otra vez le vi el culo al movérsele la toalla con el viento y mi amigo Ruper casi se queda sin habla. Es un gran culo.

Otra vez las olas le desnudaron medio pezón y otro de mis amigos se quedó embobado. Cuando mi tía se dio cuenta, se recolocó el sujetador del bikini y le guiñó el ojo. Desde entonces no dejaba de repetir que quiere follarse a mi tía Cuqui. Los demás también lo dicen.

Pues bien, no se la folló ninguno, lo hice yo. Yo me follé a mi tía Cuqui. Y quiero repetir.

Salía una noche de un bar, con un par de amigos, cuando vi que mi tía tenía dificultades. Estaba evidentemente bebida. En lugar de eludirla me acerqué y le pregunté si necesitaba algo. Me miró con ojos vidriosos y mirada perdida y me pidió que la acompañara hasta su casa. Me despedí de los amigos y le ofrecí el brazo. Mis amigos se me quedaron haciendo gestos obscenos que yo desprecié con un gesto.

Había un buen trecho hasta la casa de mi tía Cuqui. Ella se empeñó en preguntar por mi relación con las chicas, que chicas me gustaban, cosas de esas que preguntan las tías. Exageré en las respuestas. Subí con ella hasta su casa, un amplio apartamento en un edificio céntrico, le abrí al puerta y sin más, se fue directa al baño. Cerró justo delante de mí y oí abrir el grifo.

Fui a la cocina, se que tiene cervezas en la nevera, cogí un botellín y me puse a beberlo mientras curioseaba las cosas que se había dejado encima de la mesa. Toda una colección de cosas extrañas. Alguna me sorprendió.

Estaba entretenido con la cerveza e intentado saber que era lo que tenía entre las manos cuando llegó mi tía. Venía con el pelo mojado, peinado hacía atrás y cubierta solo por una toalla de baño de un blanco cegador. Al ver que tenía en la mano quiso quitármelo y al hacerlo se le cayó la toalla.

―Suelta eso ―me dijo― que no sabes que es ―Y es cierto que no lo sé aunque puedo intuirlo.

Me quedé absorto mirándola desnuda, sin soltar la botella moví la cabeza para verla bien. Fue instintivo, ¡Menudas tetas tiene Cuqui!. Me chocó verle el coño todo depiladito, sin un pelo, ni pelusilla siquiera. Limpio como el culo de un bebé. Me excité tanto que se me puso la polla tan dura que hizo un notable bulto en el pantalón. Ella se dio cuenta e hizo algo que me sorprendió más aún pero todavía más me calentó. Me quitó el botellín y tomándome de la mano, me hizo ir tras ella a su habitación.

―Vamos a la cama me dijo.

Yo la seguí sin quitar la mirada de aquel hermosísimo culo cimbreante.

Al llegar a la cama se dio la vuelta, se puso frente a mí, me quitó la camiseta, el pantalón, los calzoncillos, me descalzó y me quitó los calcetines porque dijo que no soportaba a los hombres solo con calcetines. Se puso de rodillas y empezó a chupármela. ¡Menuda mamada me hizo! Menudas chupetadas, se la metía hasta atrás, presionaba con los labios, movía la lengua. Nunca me pude imaginar aquello de mi tía Cuqui. Me corrí en su boca y no hizo ascos porque se lo comió todo.

Me dijo algo de falta de práctica, no creo que fuera por su parte y yo sin resuello solo podía sonreír como un imbécil, quieto al píe de la cama. Cuando ella volvió del baño, supongo que de lavarse la boca, pasó a mi lado y se puso a cuatro patas en la cama, para colocar algo, no se el qué porque se la metí. La visión de aquel culo resultó demasiado irresistible y un medio infalible para tener el mayor empalme que recuerdo hasta entonces. Sigo teniéndolos enormes cada vez que veo a mi tía Cuqui.

Se la metí con ansia, con muchas ganas, hasta atrás. Ella encantada empezó a mover el culo como si le fuera la vida en ello. Lo movía como la experta folladora que creo que es. Se giró para decirme –Fuerte, dale fuerte, no pares. Y yo, que la tenia cogida por la cintura, di fuerte, sin parar y le cogí la teta que le veía y se la apreté. Y ella gritó. Si gritó, de placer pero gritó. Aún me puse más caliente y di con más fuerza hasta que me corrí todo dentro de ella. Recordé que era mi tía. Luego se lo comenté, lo de follar sin condón y me dijo que no me preocupara, que no pasaba nada porque estaba protegida. Respiré aliviado.

Se dio la vuelta acostada en la cama y yo me tumbé a su lado mientras pensaba en lo que acababa de hacer ¡Me acababa de follar a mi tía y antes me la había chupado! No pude pensar mucho porque literalmente me echó.

De camino a casa, a un cuarto de hora andando, reflexioné sobre lo que había pasado. Me inquietaba haber tenido sexo con alguien de la familia, parecía incestuoso. Pero vaya mamada y vaya polvazo. Lo peor es que no podía decirles a mis amigos que me la había follado. Que mi tía Cuqui me había hecho una mamada prodigiosa y se la había metido a lo perrito que es como a Radamés le gustaría hacérselo

Desperté con la imagen de su culo moviéndose atrás y adelante cuando sonó mi teléfono celular. Era Cuqui que me preguntaba que había pasado la noche anterior. Le dije que en ese momento no podría contestarle y nos citamos para la tarde en una cafetería abajo su casa.

Cuando llegué ya me estaba esperando. Fue directa: ―¿Qué pasó anoche?. Se lo conté, con pelos y señales exagerando mi parte. Y se me volvió a empinar, tanto que llegó a dolerme. Es que mi tía Cuqui me pone cada vez más. Ella se quedó pensativa y con cierto tono de preocupación me preguntó si lo guardaría en secreto. Le dije que bueno, que siempre se podría llegar a un acuerdo. Ella sonrió. Se levantó de la silla y me beso suavemente en los labios. Creo que me va a volver a follar.

Y en eso estoy, esperando a otra ocasión y sobre todo con un secreto quemándome por dentro. Todos mis amigos se la quieren follar y es algo que hice yo. Lo penoso es que cuando hablan de su boca no puedo decirles que me hizo una mamada, cuando hablan de sus tetas no puedo decirles que yo los acaricié, cuando hablan de su coño no puedo decirles que está depiladito y suave como el culo de un bebé. Aunque Radamés ha dicho que lo tiene así. ¡Vaya! ¿Por qué sabe eso Radamés?. ¡Caramba! Si tampoco soy su sobrino preferido…

Anónimo

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