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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
La Nena, el final.
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Era sábado y era el último día que Mafer estaría sola en casa, quería que todo sea perfecto en su cita con Carlos y había preparado todo, unos piqueos, vino y música suave. Por la tarde se atrevió a ir a la casa de Carlos y hablar con su esposa para pedirle que hable con él para que le cuide la casa mientras ella salía a bailar y, dada la gran amistad entre Carlos y el padre de Mafer, además que era una chiquilla de apenas 17 años, la inocente esposa no sospechó nada.

Al llegar Carlos a su casa se dio con la sorpresa de que su propia esposa le pedía que vaya a la casa de Daniel porque su "nena" tenía una fiesta y quería que alguien de confianza le cuide la casa, Carlos acepto entre dientes.

Después de bañarse y ponerse ropa ligera se dirigió a casa de Daniel donde la impaciente Mafer lo esperaba vestida con una transparencia negra que dejaba notar una ropa interior de encaje rojo, estaba maquillada sutilmente y el cabello lo tenía recogido.

—Estas preciosa  Nena.

—Es nuestra primera noche juntos y quiero que sea especial.

—Te ves como toda una mujer.

— Es que ya soy tu mujer y está noche tú serás mi rey y mi dueño.

Se besaron con ternura y cenaron un poco, luego de unas copas de vino, la pasión se apodero de sus cuerpos.

— Quiero que me hagas lo que quieras Carlos.

—¿Te gusta lo que te he hecho hasta ahora?

— Si mi amor, la primera vez me enseñaste el grosor de tu pija y como es un orgasmo, la segunda vez me hiciste eyacular y me hiciste probar el sabor de tu verga, la tercera vez me tragué tu leche y me penetraste con violencia,  quiero seguir aprendiendo contigo.

—Esta noche dormiremos juntos y te haré algo nuevo,  si estás dispuesta.

—Claro mi amor, estoy dispuesta a todo.

Carlos la besóo con pasión y Mafer lo guió hasta la habitación, ella se quitó el vestido mientras él besaba su cuello y acariciaba sus senos, la excitación se notó en los pezones de ella y el brasiere quedó a un lado para que los labios de Carlos devoren cada uno de aquellos tiernos pechos, luego le quitó el calzón y le lamió los dedos de los pies hasta subir lentamente hasta la joven concha que ya estaba lubricada y lista, Carlos lamió despacio cada labio vaginal metiendo la punta de la lengua en la conchita y jugueteando con el clítoris. Sus dedos frotaban el interior de la vagina y el rededor del ano, Mafer no contenía sus gemidos y gritaba.

— Sigue mi amor... ¡¡ Ohhh que ricoooo!! ... ¡¡ Siii así así!! …¡¡¡Sigue sigue!!! … ¡¡¡Que delicioso!!! … ¡¡¡Ayyy me encanta!! —Los múltiples orgasmos terminaron con una fuerte eyaculación y un grito de pasión y cansancio.

Entre el cansancio y todo Carlos se desnudó y se acostó a su lado, la besó con fuerza y le tomó la mano guiándola hacia su verga, Mafer acariciaba la pija con delicadeza, rascaba los huevos y lo corría suavemente. Cuando estuvo un poco recuperada quiso devolverle el favor a Carlos y se bajó hasta la verga y la comenzó a lamer despacio desde la base de los huevos hasta la punta del glande, saboreando las gotitas blancas que apenas asomaban, luego abrió su boca lo mas que pudo y se tragó lo que alcanzó de ese gordo miembro, trataba de metérselo todo en su pequeña boca pero no logró ni llegar a la mitad, el resto lo corría con fuerza y desesperación. Carlos estaba en el paraíso, a ratos sujetaba el cabello de Mafer y la ayudaba en la mamada y a ratos solo la contemplaba cómo parte de su verga se perdía entre esa pequeña boquita; al cabo de un momento Carlos eyaculó con violencia llenando la garganta de Mafer de leche espesa y caliente que se la tragó hasta la última gota.

Se volvieron a acostar abrazados y al cabo de media hora de conversación absurda volvieron a la pasión, ésta vez Carlos se subió encima de ella y empezó a penetrarla despacio mientras besaba sus pechos y acariciaba sus muslos y nalgas, luego se acostó boca arriba y Mafer se subió encima y su concha se comía la verga completamente, subía y bajaba con ritmo pausado y constante, gozaba con cada ingreso y cada salida de esa maravillosa verga que la hacía delirar de pasión hasta que un fuerte orgasmo la tumbó sobre el pecho de él.

—Hazme lo que querías hacerme por favor, Carlos.

—¿Estás segura?

— Claro mi amor, soy toda tuya.

Carlos la puso en cuatro patas y le lamió las nalgas y la raja hasta llegar al ano, lo escupió y con sus dedos mojaba los bordes de ese hoyo aún virgen, luego puso algo de lubricante en el ano y la cabeza de la pija y comenzó a sobarla por el culo, ese culito se veía demasiado pequeño para la verga de Carlos pero él deseaba penetrarlo. Apenas Mafer sintió la punta de la pija en su hoyo, saltó de temor, pero Carlos la sujetó con fuerza de las caderas y comenzó a intentar meter el miembro. Estaba muy cerrado, no entraba ni la punta y a ella le dolía un poco cada intento, lo volvió a lubricar, hizo que ella ponga su cara sobre la almohada y así tener el culo mas parado, y continuó con los intentos hasta que por fin de una embestida fuerte logró entrar la cabeza, Mafer sujetaba con fuerza la almohada y no decía nada pero su frágil cuerpo temblaba, Carlos quiso continuar pero escuchó los sollozos de Mafer, estaba llorando de dolor, decidió sacar la cabeza y pudo ver su miembro con sangre y una gota había manchado la blanca sabana.

— Perdóname Mafer, no quise hacerte daño.

— No te detengas Carlos, sigue por favor.

— No mi amor, te duele mucho y no podrás soportar más.

— Solo hazlo Carlos, no te preocupes por mí.

— No Mafer, vamos al baño por favor.

Mafer apenas podía caminar, le ardía el culo y se sentía mal, ya en el baño Carlos la lavó y se limpió la pija, volvieron a la cama y se durmieron abrazados. Por la mañana volvieron a tener sexo como locos y en medio de la pasión Mafer le prometió que pronto estará lista para hacer sexo anal.

Terminó aquella noche y Carlos se dirigió a su casa mientras Mafer contemplaba la mancha roja en la sabana,  era un recuerdo de aquella noche y una promesa pendiente para su amado.

Los días siguientes y después de calmar el dolor de su culo, Mafer se dedicó a investigar sobre el sexo anal y consiguió cremas y consoladores para practicar la penetración, practicaba cada vez que se bañaba y antes de dormir hasta que decidió que ya estaba lista para Carlos. Lo citó en un hostal por la tarde, Carlos pidió permiso en su trabajo y fue a su encuentro, las muestras de amor fueron insuficientes, tantos días sin verse habían parecido eternos

— Nena, mi amor ¿Cómo has estado?  te extrañé mucho.

— Yo también te extrañe mucho mi amor, pero sé que ha valido la pena ésta espera.

Ambos se desnudaron con desesperación y Carlos la colocó a cuatro patas, pero no se colocó detrás de ella, sino debajo de ella en sentido contrario, en posición 69, y le comenzó a comer la concha con deseo furtivo, Mafer no se quedó atrás y cogió la verga con ambas manos y se la metió a la boca, siguieron dándose sexo oral mutuamente hasta que ella alcanzó el primer orgasmo, Carlos la acostó boca arriba, le levantó las piernas y la penetró de una sola vez, Mafer sintió que la verga le tocaba hasta el alma y gozó como nunca mientras Carlos daba fuertes embestidas con pasión desmedida hasta que ambos eyacularon al mismo tiempo inundando la concha con los jugos de los dos. Carlos cayó rendido encima de ella y sin sacar la verga.

— Es la primera vez que te siento tan arrecho.

— Es que no sabes todas las ganas que tenía de cacharte nuevamente,  me tienes loco,

— Tu también me tienes loca, cuando quieras sólo llámame y vendré corriendo como una perra a hacer lo que quieras.

—¿Todo lo que quiera … estás segura?

—Ahora si estoy segura, por eso te llamé, ya estoy preparada para ti, mi culo te espera.

Mafer le volvió a mamar la verga hasta ponerla nuevamente dura, se lubricó el ano y se puso a cuatro patas ofreciéndole su hoyo.

Carlos se lubrico la pija y despacio intentó introducir la cabeza, pero recordó la vez anterior y se detuvo.

— No Mafer, no quiero volver a lastimarte.

— Ahora estoy preparada Carlos, sólo tómame y penetra mi culo.

— No se, tal vez te duela y no quiero verte llorar.

Mafer se convenció que Carlos tenía miedo y decidió hacerlo ella misma, acostó a Carlos boca arriba y volvió a lubricar su ano y la pija, se puso encima, colocó la verga en la entrada de su ano y poco a poco se fue sentando en ella, le dolía, no podía negarlo, los consoladores que había usado no eran gran cosa al lado de la gruesa verga de Carlos pero sabía que podía soportar, Carlos miraba asustado como aquella niña hacia esfuerzos por clavarse la pija en el culo, miraba la expresión de dolor con cada milímetro que bajaba hasta que finalmente llegó a sentarse completamente., ella abrió los ojos y lo miró, él la veía entre asombrado y satisfecho.

— Ahora sí soy completamente tuya mi amor, puedes penetrarme el culo como quieras y cuando quieras.

Carlos la volteó y se la volvió a meter despacio, empezó a bombearla más rápido admirando ese pequeño culito tragándose su miembro hasta el fondo, era increíble cómo podía soportar tantas embestidas hasta que eyaculó dentro de ese hermoso y delicado culo.

Después de ese día Mafer y Carlos se veían casi a diario, él buscaba cualquier excusa y ella se aseguraba que valga la pena, ella tenía a un maestro del sexo que la volvía loca y él tenía a la más bella criatura... su Nena.

Es el último día que Mafer estará sola en casa y Carlos acude a su casa con una excusa.

Víctor

La Nena

La Nena es la historia de la apasionada relación entre una jovencísima Mafer y Carlos, el amigo cincuentón de su padre. Para Mafer será toda una iniciación al mundo del sexo y para Carlos una tormenta a sensaciones.

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