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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Justina 2
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Se siente más que mujer y me provoca cada vez que viene. Suelta su vestido y anda desnuda por la casa sin más indumentaria que el calzado; sabe que me enloquece y mis manos y lengua se desesperan cuándo recorren su hermoso y firme cuerpo, murmuro insultos dulce y ella me niega su boca en un juego de locura hasta que la tomo de la pera y abre su boca para recibir mi lengua, masajea mi bragueta, la abre, saca la verga e inclina para chuparla. Vamos a la cama, ella me baja los pantalones y pajea, toma una coleta y recoge su cabello mientras me dice ―Mírame bien cuando te la chupo y decime que quieres, quiero que estés orgulloso de tu hembrita.

Me limpia debajo del glande con la punta de la lengua y la saborea de arriba abajo, me chupa las bolas haciendo ruidos y gemidos de placer mirándome de reojo y yo soy el rey estoy reclinado viendo como esa hermosa pendeja me chupa la pija, no logro que me practique beso negro pero después de masajear su cabeza le lleno la trompita de leche, larga la mitad como asqueada y me reprocha lo hecho a lo que le pido disculpas aduciendo que la calentura me supera. Me pide un vaso de jugo para sacarse el sabor. Cuando vuelvo esta acostada boca abajo con una pierna semi levantada resaltando de esa manera su hermosa cola. ―Toma linda ―le digo mientras con mi otra mano acaricio sus nalgas, bebe yogurt y le pregunto si está más rico que mi leche, me reprocha con la mirada devolviéndome el vaso.

Me acuesto en la cama y en medio de besos lentos pero intensos la siento en mi falda y ella perversamente menea la cola en mi verga llevando mis manos a sus tetitas y gime preguntado si no le gustaría reventarle el culo y ser el primero en todo de manera total. Le pido por favor que calle que ya es suficiente sufrimiento y cuando siente como se endurece mi pija sale de arriba mío entre prevenida y sádica advirtiéndome si en serio pienso que estoy tan viejo ya que tengo la verga pronta de nuevo y me pide que le cuente las putas más putas que cogí. Se arrecuesta en mi pecho y pajeándome escucha anécdotas de no sé cuándo pero todas terminan en que como ella ninguna.

―Mentiroso ―sentencia― yo no te doy el culo ase que no soy tan buena como las otras.

La beso tiernamente y bajo con mi lengua a pleno, la chupo toda y al llegar abajo abro bien sus piernas y saboreo ese coño de un solo uso que ya está dilatado e hinchado, la tomo de las nalgas y la levanto llenando mi boca de vagina y flujos, la doy vuelta y mi nariz abre las nalgas y chupo su arito mágico mientras repito su nombre en pequeños intervalos y me llena de ansias ese culito hermoso. Me pregunta que quiero y respondo que no puedo sufrir más que deseo penetrarla prometiéndole ser suave y si no perderla para siempre, me responde si en serio la dejaría e insisto con que sufro en demasía que la siento tan mía que no lo tolero más, todo en medio de la chupada de culo y de sus revuelcos; me saca el rostro de entre sus nalgas y se pone en cuatro ―dale pero despacio.

La pongo cucharita y la ensalivo, un dedo, se estremece.

―No pequeña tranquila relájate, papi está contigo.

Solloza diciendo que tiene miedo que le va a doler y respondo que para nada mientras mi ardiente pija se abre camino entre sus nalgas y empieza a entrar, pasa el ano y ella gime y se retuerce apretando la cola y le sugiero respire hondo levantando la pierna y otro empujoncito y así despacio va toda mientras llora y yo le agradezco su bondad y ella me pide que le jure que jamás la voy a dejar y que es la mejor mujer que he cogido; y se lo juro mientras bombeo y ella lanza quejidos de dolor, y la lleno de leche y no paro de besarle el cuello y vuelvo a escuchar sus insultos, y me despego de su cuerpo y la veo llorar con ganas mientras mi leche cae por sus piernas, y me mira jurándome que me odia y la tomo de la pera, la escupo en la boca y le chupo bien la jeta, y la manoseo entera y le digo que se calle o no la cojo nunca más y me pide que no, que la toque más y sus manos guían las mías para recorrer ese hermoso y durito cuerpo que ya me pertenece hasta que se me antoje.

ADRO

Justina, la historia

Justina es una nena con cuerpo de casi veinteañera, que se convierte en la compañera sexual de un hombre en la sesentena.

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