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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Iniciación
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Cuando éramos niños, la niñera tenía la costumbre de bañarnos antes de almorzar y luego nos hacia dormir desnudos en la misma cama. Recuerdo desde que Helenita mi hermanita menor tenía ocho Anitos y yo nueve. Nos recomendaba que nos acariciemos porque éramos hermanitos, lo que no sabíamos es que aprovechaba la tarde para disfrutar de su cuerpo, como descubrió Helenita a los once años.

Una tarde del mes de febrero, en pleno verano, se despertó por la calor y buscó agua para tomar. Al pasar por el departamento de servicio, escuchó un llanto que la inquietó, al mirar por la ventana, con sorpresa la vio desnuda sobre la cama, con un aparato que entraba y salía de su vagina mientras gemía desesperadamente. Por sus piernas corría un líquido que mojaba la sábana. Se quedo estupefacta y corrió a despertarme,

­¡Fernandito, Fernandito! algo le pasa a la Josefa, despierta Fernando.­

­ ¿Que dices? ­

­Si, está llorando desnuda en su cama con las rodillas empinadas y de sus piernas entra y sale un tubo largo grueso y negro.­

Me levanté de mal humor y desnudos nos acercamos. Sin querer cerré fuerte la puerta de la cocina para evitar el viento que nos enfriaba, al llegar a la ventana vimos a Josefa durmiendo bien tapada.

­Helenita, te has soñado­.

Y nos metimos en la cama.

­No Fernandito no me he soñado la vi con mis ojos­.

Se abrió la puerta y entró Josefa y nos preguntó si andábamos por la cocina.

­No, nos hemos levantado.­

Nos tapó y se fue.

Mi hermanita no se quedo tranquila y al día siguiente sin avisarme se levantó poco después de que nos acostó y sigilosamente se deslizó al dormitorio de Josefa. Estaba desnuda acariciando sus senos que lamia con su lengua, a su lado estaba el tubo negro largo y grueso. Me despertó tapándose la boca para que no haga bulla y me dijo muy airada ­¡Ay! Fernando los hombres no sirven para nada.­

Protesté ­¿Qué?­

­Mira Josefa esta desnuda acariciando sus tetas.­

­Helenita estás loca de remate, déjame dormir.­

­Fernando no miento, ven para que veas­

Me levanté y le dije­ vístete, hace frío­

En efecto nuestra niñera, una hermosa mujer muy bien formada, con cintura de avispa, senos prominentes, piernas largas, torneadas muy bellas, una boca con labios carnosos y rostro agradable se revolcaba en la cama con los ojos cerrados acariciando todo su cuerpo especialmente su vagina que dejaba fluir un liquido que llevaba a su boca saboreando golosamente. Cogió el tubo de manguera negro y grueso y lo chupo como una paleta, pasaba su lengua y lo venía por su vagina mientras gemía desesperadamente. La escena provocó que pese a ser niños nos excitáramos. Nos miramos con las bocas abiertas y Helenita tocando mi pene me hizo notar que estaba parado y muy duro.

Prudentemente lleve a mi hermanita a la cama, la besé y le dije ­Le contaremos a mamá­

­No, no ­ me dijo ­No digas nada, averiguaremos,-

­ ¿Qué?­

­Si Fernando, averiguaremos­ No cabe duda las mujeres son más perspicaces que los hombres.

Al día siguiente, de regreso del colegio de monjas donde estudiaba (son los peores), mi hermanita llegó excitada, con la cara sofocada, sudorosa, muy inquieta, me tomo de la mano y me llevo al fondo del jardín para revelarme sin que nos escuchen su descubrimiento. Sus amigas le contaron que lo que hacía Josefa era masturbarse, porque así conseguían placer. Me increpó ­¿Ustedes no conversan entre amigos?.­

­La verdad no se me ocurrió.­

Es bueno hacerles conocer que mis papas son expertos en las lides amorosas, aspecto que también descubrió poco después Helenita ( ya les contare) , esta es la razón por la que Josefa andaba excitada todo el tiempo y dedicaba las tardes para el sexo solitario, por eso nos bañaba antes de almorzar para que durmiéramos. Josefa espiaba a mis papas y veía como hacían el amor. También le contaron sus amigas que era muy rico acariciar el cuerpo y si lo hace otra persona es mejor.

­¿Fernando tu eres mayor y no sabes nada?­

Quedé pensativo ¿Qué debía saber?

Como de costumbre nos bañó, almorzamos y nos acostó desnudos. Mi hermana comenzó a acariciar con sus manitas todo mi cuerpo, al permanecer indiferente me dijo ­Que tonto eres, te acaricio y tu nada­ Se acercó a mi boca y besó suavemente mis labios. Era el primer beso de una mujer, no respondí. Helenita reaccionó enojada.

 ­¿Por qué no me besas?­

­¿Helenita qué te pasa?­

Me explicó ­Fernandito mis amigas dicen que si te acarician sientes algo muy rico­.

Acá comenzó nuestra vida sexual. En efecto la besé en la boca. Me recibió con la boca abierta y sentí algo muy rico, tanto así que me volví goloso no quería dejar de jugar con su lengua, con sus labios, intercambiábamos salivas y nos gustaba tanto que no volvimos a dormir. Nos levantábamos y espiábamos a Josefa que todas las tardes se entregaba al placer solitario, enseñándonos sin saber que la mirábamos, todas las formas de masturbarse.

Las escenas viendo a una hermosa mujer gozando de su cuerpo, revolcándose de placer, mojando las sábanas y gimiendo mientras el consolador hacia su tarea en ese vello y delicado templo que todas las mujeres tienen entre las piernas, que vuelven locos a los hombres, que devoramos tomando los fluidos que emanan cuando las hacemos llegar al orgasmo, nos excitaba tanto que comenzamos a sentir cosas ricas y deliciosas, no solo nos besábamos, acariciábamos nuestro cuerpo, nuestro sexo- Por instinto comencé a besar la virginal vaginita de Helenita que me enloqueció, Dios mío solo pensaba en lo delicioso que era meter mi lengua jugar con los labios vaginales esperando los estertores de mi hermanita señal de que me tocaba mi premio porque venía abundante sopa Cabello de Ángel que sorbía evitando se desperdicie.

Amigos no quiero abusar de su atención, pronto seguiré con mis memorias y las de Helenita.

Anónimo

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