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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Fin de semana, relato de él
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Soy de pueblo, he nacido en un pueblo, trabajo en un pueblo y vivo en un pueblo. Nunca he vivido en otro sitio que fuera mi pueblo.

Trabajo en el campo, en las tierras que son de mi familia y vivo en la vieja casa que ya fue de mis abuelos. Vivo solo, soy uno de esos solteros de pueblo, algunos me pintarán con una sola ceja pero no es así. Me gusta leer, el cine y el teatro, En cuanto tengo ocasión viajo a la no muy lejana Madrid a ver los últimos estrenos. Vivo la vida que me gusta aunque echo en falta algunas cosas pero solo algunas veces.

Todos los años, en agosto se celebran las fiestas patronales del pueblo y la casa se me llena de hermanos y hermanas, cuñadas y cuñados, sobrinos ruidosos y sobrinas presumidas. Todos muy urbanitas. La peor es una de las cuñadas, está muy buena, tiene un buen polvo pero es la mujer de uno de mis hermanos y ya se sabe. Me hace ojitos, se me insinúa y a veces coincidimos sospechosamente en demasiadas ocasiones en los lugares más apartados de las fincas. He aprendido a esquivarla, para una semana que va a estar en casa me las apaño para escabullirme

Aquel día, por la mañana, que no se había puesto el sujetador y se había vestido bastante transparente, había estado excesivamente molesta así que con una excusa que ya ni recuerdo me fui. Como hacía calor me dirigí al río, a un espeso soto donde la tranquilidad y la fresca temperatura me permitían dormitar una bien merecida siesta. Llevan solo dos días en casa y ya me tienen harto. Dejé la bicicleta escondida tras unas matas y entré discretamente porque mis sobrinos más pequeños tienen a costumbre de seguirme. Es un sitio muy agradable. El río forma una poza que parece una piscina y que hace mucho tiempo que no va nadie. Al construir una piscina municipal, los más jóvenes se quedan en el pueblo. Solo algunos vamos de vez en cuando a pescar y yo a esconderme. Según me iba acercando a la poza, note algo raro en el río. Unas ondas extrañas se formaban en la superficie del agua y salían de la orilla que me quedaba oculta a la vista. Me acerqué sin hacer ruido pesando que podría ser algún animal. Cuando llegué casi al borde, aceleré y me planté sorpresivamente en la orilla solo para encontrarme a una mujer completamente desnuda que salía precipitadamente del agua y chocaba conmigo. Solo le veía los ojos asustados pero la reconocí, era la nieta pequeña de la Casona. Ella asintió cuando se lo dije y muy avergonzada intentaba taparse el cuerpo sin levantar la vista del suelo. Cuando lo hizo fue para poner sus manos en mis hombros y darme dos besos que sonaron como explosiones en el silencio del soto.

Como nos reconocimos comenzamos a hablar, nos preguntamos sobre nuestras cosas y ella se relajó. Dejó de taparse pero yo no podía mirar, estaba hipnotizado con sus ojos, marrones claro, como la misma miel e igualmente dulces. Y cada minuto más.

Aquella era una situación extraña y un poco incómoda. Ella estaba desnuda y muy buena, mucho más que mi cuñada. Yo tenía una de las mayores erecciones que recuerdo. Así que farfullé una excusa y me despedí. Ella me abrazó y me besó otra vez y por defuir algo normal le recordé que esa noche habría verbena y que me gustaría verla allí.

Me alejé unos metros y me llamó por mi nombre preguntándome se le gustaba. Yo que además de gustarme tenía el pantalón a punto de estallar le dije que si mientras volvía donde estaba y la abracé, me cogí a sus tetas y las apreté. Baje una mano hasta su coño y la apreté contra mi para sentirla mejor. Ella se dio la vuelta, me metió la lengua en la boca, se acaballó sobre mis muslos y comenzó a frotarse. Yo estaba muy excitado así que me separé para desnudarme, más bien me arranqué la ropa. Otra ocasión como esa no la tendría otra vez.

Se había puesto de espalda a mi, apoyándose en un árbol de la orilla me ofrecía un culo hermosísimo, no esperé más, se la metí. Tuve cuidado y procuré hacerlo con delicadeza, follar con Cati era uno de mis secretos deseos, siempre ele tuve muchas ganas. Y parece que a ella le pasaba algo parecido porque empezó a gemir y se corrió con muchos resoplidos. Yo seguí a mi ritmo, metiéndose la toda, despacio pero sin parar hasta que me corrí dentro de ella y ella también se corrió. Los dos hicimos mucho ruido y es que yo no pude resistirlo. Fue una gran follada que nunca olvidaré y mientras la saboreaba quede cogido a ella, abrazado por detrás y sujetándola por la cintura y oliendo su aroma, hasta que la polla ya desinflada salió sola. Llevaba un perfume encantador que cuando lo huelo me excita todavía hoy. Nos vestimos y al despedirnos, me dio un beso en la boca y se dejó abrazar,. Estuvimos así un ratito y yo, sin poderlo resistir, puse mi manos en su culo y se lo apreté fuerte atrayéndola hacía mi. Nos citamos para aquella noche.

Cuando llegue a casa estaba todavía en una especie de nube. Tanto es así que ni mi cuñada me inquietó y eso que se le salían las tetas por el escote. Son bonitas y está muy buena, pero es mi cuñada y Cati ya me dio un buen repaso.

Por la noche la busqué en la verbena. La encontré con su familia a la que saludé. Cuando vi que se iba la seguí, regresaba andando a la Casona. Fui tras ella dando un rodeo para que nadie sospechara nada. Al llegar a las eras de la Casona se salió del camino y atravesando un sembrado llegó a un prado que por el lado del camino tenía un muro más un meto de alto, lo saltó y se sentó en el suelo al otro lado. La seguí y cuando nos encontramos me saludo alegremente y se me abrazó muy fuerte e hizo que le magrease las nalgas. Los dos estábamos muy calientes y cuando me quise quitar la ropa ella se adelantó y me desnudó rápidamente. Me empujó hacia atrás para que me acostara en el suelo se quitó las bragas que tiró lejos. Se me puso encima y se quitó el vestido por la cabeza. Luego el sujetador. Saltaron las tetas que me parecieron más grandes que por la tarde y mucho más bonitas. Me cogió la polla como queriendo metérsela pero yo me moví para ponerme encima de ella y follarla como mejor sabía. Estaba tan caliente que se la metí despacio pero como ella también estaba muy excitada, entró fácil de lo mojada que estaba. Empecé a moverme, atrás y adelante, con ritmo y metiéndola profunda. No gritó como por la tarde pero la respiración se le aceleró y entrecortó. Me clavaba las uñas en la espalda y me pellizcaba el culo. Cuando me corrí dentro de ella se puso tiesa y me apretó muy fuerte y no me dejó bajarme. Así que me quedé encima de ella oliendo aquel perfume tan agradable mientras me acariciaba la espalda y me besaba.

Al rato me hizo apartarme y se puso encima de mi, a caballito, y me cogió la polla y se la metió. Me impresionó su expresión mientras se la metía porque no dejaba de mirarme a los ojos. Se la metió solo un poco, nada más que la punta y al moverse hacía arriba casi se la sacó, pero volvió a bajar, y se la metió un poco más. y otra vez arriba, y abajo, metiéndosela cada vez más y sin dejar de mirarme a los ojos. Yo le cogí las tetas y se las apreté. Cati empezó a respirar cada vez más fuerte y más ruidosamente y de repente empezó a hacer un ruido con la boca como si ronronease hasta que gritó supongo que de placer. Del mismo que yo sentía al follarme a la pequeña de la Casona. No se cuanto duró aquello pero se apoyó en mi cuando me corría otra vez dentro de ella y mi leche se junto con todos los jugos que ella había sacado. Estaba empapado por la entrepierna y el prado olía a hembra.

Me fui rápido por donde había llegado y ella se quedó limpiándose y vistiéndose con cara de satisfacción. La misma que me notaron al llegar a la caseta de la peña.

A la mañana siguiente, volvía verla durante la procesión. La miré y vi que me miraba como la noche anterior. La oí decir a su cuñada que volvería a final de mes. Ya se donde tengo que estar la tarde de ese sábado.

Mi cuñada que no se había puesto sujetador pareció notar algo y me dijo que se quedaba con los niños otra semana y mi hermano se iba a Madrid. Esta vez no la rehuí cuando entre el gentío se apretó contra mi. Esta vez sería diferente, no estaba tan buena como Cati pero ¿Y por qué no?.

Anónimo

Fin de semana

Esta es la historia de un fin de semana. más exactamente del sexo que hubo entre un hombre y una mujer, viejos conocidos, un fin de semana de verano. Se trata de las versiones de cada uno de ellos, de como cuentan lo sucedido dándonos su particular versión de lo sucedido.

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