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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Enfermera de gerontes
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Siempre trabajamos un poco a contramano con mi marido pero aun con dos niños nos las arreglábamos bien. Tengo 36 años, algún kilito de más pero me considero atractiva aunque en la calle ligo piropos en el pelotón de las rezagadas.

Trabajo de enfermera alternativa y había salido un trabajo por tiempo indeterminado para cubrir una chica que cuidaba un abuelo pero ante una emergencia familiar tuvo que ir a su casa provincial; la paga y situación de trabajo eran inmejorables solo que debía presentarme a mitad de tarde hasta el otro día a media mañana. Era un caserón y con el abuelo estaríamos en la casa de visitas dado un poco el carácter del mismo como la necesidad de descanso del resto de la familia compuesta por matrimonio y un casal de 18 y 20 años.

El abuelo era de mirada torva y serio a diferencia del resto de la familia, rara vez hablaba pero en si solo se quejaba por menudencias. Posterior a un adiestramiento de costumbres y examen de remedios empezó mi tarea. Sin bien el abuelo era algo huraño lo de la separación de hábitat se debía a una suerte de negación de su existencia como al hecho de una mejor independencia cosa que en algún punto me gustaba. Todo pasaba normalmente mas allá de un medicamento que me costaba mucho que lo tomara pero con algunas artimañas lograba lo ingiriera. La rara vez que me dejó ayudarlo a bañarse pese a mis guantes noté su pene de buen tamaño algo erecto y deduje que solo me dejaba ayudarlo cuando andaba “con ganas”. Me fastidié pero en esos casos también sentí un dejo de falso orgullo el hecho que se excitara conmigo. Dormíamos en la misma habitación con un biombo de por medio y sabiendo del reflejo de silueta a través del mismo una noche de histeria y bronca por lo del baño me desnudé con la luz de mi velador prendida. A la madrugada sentí ruidos y me levanté; quería el papagayo para orinar y yo me había olvidado de traerlo del baño, cuando lo traía noté su mirada libidinosa y muy despierta para la hora y caí en la cuenta de que no me había puesto desovillé y andaba con mi enagua transparente, entre fastidiosa y vengativa tomé su pija a mano limpia y la dirigí al papagayo poniéndome seminclinada para resaltar mi cola que dicho sea de paso es bastante prominente y los senos colgando.

—Que linda sos ahora que te veo bien lo noto.

Sonreí pidiéndole  no se burlara de mi a lo que él respondió que hablaba en serio. Solo estaba prendida la luz del baño que quedaba bien enfrente a su cama y con un dejo de maldad le sacudí la pija con un suspiro, la guardé agarrándola entera y marché a vaciar el papagayo revoleando mi cola entangada en forma descarada; cuando volví le pedí que si necesita algo que me llame porque es mi trabajo y me despedí dándole un pico para luego apagar la luz e irme  a dormir. Al otro día no se habló del caso y eso me gustó, estaba mejor dispuesto y la atendida parecía yo cuando me despedí hasta la tarde noche me dijo que tenía miedo que no volviera, sonreí y le dije.

—¿Ahora que se está poniendo lindo?

Me despedí con un pico y el buscó meter su lengua en mi boca. Lo saqué diciendo— Ibas bien despacio, cuidado.

—Tenés razón perdóname pero sos linda en serio.

Estuve todo el día pensando en ello nunca había engañado a mi marido pese a que callé más de una de las de él; cuando el tonto pensaba que no me daba cuenta. Estaba excitada pero con mi paciente y analizando las veces que había tenido que ponerle freno a los otros; este salí a buscarlo yo, por despecho, curiosidad, placer o morbosidad.

Cuando volví su conducta era normal los saludos de rigor sin novedad, con el conversamos de todo y nada y llegada la noche a mis tareas de medicación. Se negaba más que nunca al medicamento que odiaba diciendo que ya le quedaba poco para tener que sufrir con esa porquería, que la tirara y basta. Entonces le dije que si eso era cierto tenía que pasarla lo mejor que pudiera y estaba mal negarse a ello, que lo iba  a ayudar, cargué la cuchara y saqué un seno poniendo la misma a su lado.

—Tómalo y te doy el premio.

Lo bebió de una y sonriendo con malicia preguntó si tenía que tomar más, dejé la cuchara y acerqué mi pezón a su boca, lo hizo bien, despacio, saboreando las aureolas y su respiración fue medida en la medida que se endurecían mis senos. Paró un segundo para preguntarme si la otra no estaría celosa. Quedé con las tetas al aire y las chupó con gran maestría. Llevé mi mano hacia la sabana donde estaría su verga.

—No sé si voy a poder. Dijo.

—Vas a poder, aunque me lleve la vida. Retruqué.

Trabé la puerta y me aseguré por las dudas que de afuera no pudieran ver nada, volví con mi torso desnudo y al entrar al dormitorio el estaba sentado en la cama, flaco, en camisón, desdentado y excitado masajeaba su pija. Su aspecto corría a cualquier mujer pero mi morbosidad pudo más. Avancé hacia su boca y las lenguas se masajearon con pasión.

—Despacio amor tenemos toda la noche.

Me paré para quitarme el vestido y lo hice poniéndole el culo en su cara; abrió mis nalgas para sumergir su cara dentro de el y sentí su lengua en mi ano escarbando desesperadamente, le refregué el ojete en la cara y después de desnudarlo me acosté a su lado para recibir su lengua en mi boca al tiempo que nos manoseamos todo. En un momento separó mi rostro y mirándome me escupió en la cara desparramando su saliva con la lengua pidiéndome que yo le hiciera lo mismo. Lo empapé en saliva y bajé por su estomago buscando su pija que de a poco se enderezaba cada vez más, me tomó del cabello haciendo recorrer mi cara por su pija, huevos y hasta se hizo chupar el asqueroso culo en cuyos pendejos había resabio de caca pero yo estaba demasiado excitada para darle lugar al asco y me chupé hasta la mierda de sus pelos quedando en mi boca un aroma cloacal, después de todo soy enfermera y el cuerpo humano con sus flujos son naturales para mí. Subí hasta su boca trenzando las lenguas lo tomé con dulzura de su semicalva indicando que bajara hasta mi vagina, se desesperaba por mi gemidos y me hice una regia paja con su boca. Quede exhausta, sudada, y él seguía lamiendo, acariciando mis muslos. Le dije que ya estaba y respondió que tenía unos flujos exquisitos como nunca había bebido antes, se montó y me penetró y si bien la erección no era plena no estaba mal, se prendió de tetas y boca hasta jadear gimoteando y largar un esperma acuoso pero abundante, escarbé en mi vagina lo saqué con dos dedos y tragué. Nos besamos sonriendo y lo tuve que ayudar para llevarlo al baño, solo ahí me di cuenta que era prácticamente un despojo de viejo pero que pasión había puesto; me senté en el inodoro y lo pajeaba despacio hasta que vino lo que esperaba, un regio chorro de orina a pleno en mi boca que me enjuagó su leche, el musitaba.

—Nunca lo había hecho, que puta divina sos.

Nos bañamos y volvimos  a la cama, le pedí  por favor me dejara dormir con él y así fue, me desperté y estábamos cucharita. En los días que quedaron trabajé desnuda, me hacia desfilar y hacer poses para su calentura, cada tanto me bebía el papagayo y el empezó a recibir mi lluvia dorada. La anterior enfermera volvió y lloró al despedirme lo cual dio la posibilidad de darle franco a la otra para que yo fuera su suplente y el viejo me cogiera a gusto hasta por el culo.

ADRO

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