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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Alfonso, el hermano de mi amiga
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Querido Bedri:

Alfonso es el hermano de una de mis mejores amigas y tío de Alfonsito de quien ya te he hablado. Tiene un par de años menos que nosotras y le conozco desde que éramos muy pequeñas. Pasé muchos momentos en su casa siendo niña, jugando y haciendo las tareas escolares con su hermana. Luego, cuando me fui al instituto y pasé a ser “la granos” seguimos siendo muy buenas amigas, amistad que se ha fortalecido con el tiempo.

Su hermano era la víctima propiciatoria de nuestras maldades de preadolescentes malvadas, éramos especialmente crueles. Luego el tiempo pasó y el niño medio tonto se convirtió en un jovencito muy agraciado y luego en un apuesto galán irresistible para el género femenino, para mí también pese a que no lo quisiera admitir.

Aunque para muchos sea solo Sito o Alfonsito, yo prefiero llamarle Alfonso, para no confundirlo con su sobrino con quien me comparte aunque sin saberlo ellos, o eso me creo yo.

La primera vez que tuve sexo con Alfonso fue en mi comedor, encima de la mesa, me hizo una comida de fábula, propia del experto que luego me demostraría que es, maneja la lengua de forma virtuosa, solo superado por alguna que otra persona que ya te he dicho y que te diré.

Se presentó una tarde en casa, con una excusa, preguntaba qué tal se portaba su sobrino Alfonsito en las clases que yo le daba. La verdad que me sorprendió bastante y pensé que el chico le habría contado algo. El caso es que sin saber muy bien cómo acabó desnudándome y tumbándome sobre la espalda en la mesa del comedor, reconozco que no solo no me resistí sino que puede que hasta le incitara a ello. Colocó un cojín bajo mis nalgas, me separó los muslos y comenzó besándome el clítoris que comentó estaba a punto de estallar, y era verdad, estaba muy caliente, muy perra. Fue mi primera gran comida de coño, había tenido antes, pero ninguna como aquella, hasta entonces, luego me las hicieron muy buenas; y me las siguen haciendo.

Yo me limité a cerrar los ojos y a dejarme llevar por el gratísimo placer que me proporcionaba aquella lengua cálida, húmeda y juguetona. Tuve una cadena de orgasmos que fueron in crescendo, de intenso a muy intenso acabando con uno intensísimo, tan enorme fue que tensé tanto los músculos, arqueé tanto el cuerpo y apreté tanto los muslos que Alfonso tuvo que pedirme entre risas que no le aplastara la cabeza. Desde entonces me compara con la mantis religiosa.

Me dejó jadeando sobre la mesa y se fue al baño. Me quedé esperando la continuación, una mamada, un polvo, algo para él que no hubo; oí la puerta de la calle cerrarse y me sorprendió, un hombre que se iba sin follarme. No supe reaccionar.

A la mañana siguiente me llamó para disculparse, le dije que en ese momento no podría atenderle, que se pasase por casa a la tarde. Lo demás ya te lo puedes imaginar, repetimos la comida del día anterior, sobre la misma mesa pero esta vez no se limitó a la comida, conmigo jadeando y deseando más, tiró de mi por las piernas, mi cuerpo se deslizó sobre la pulida madera de la mesa, me hizo bajar, me giró, apoyó mis brazos sobre la mesa, me separó los muslos. Noté como se desnudaba a mis espaldas y como se ponía el condón, me la metió. Fue un polvo extraordinario, es uno de los mejores folladores que me la han metido. Lo hizo con profundidad, fuerza, potencia, ritmo, control y persistencia, fue un polvo muy duradero. Si mis orgasmos anteriores fueron muy intensos, los del polvo los superaron. No sé cuántas veces me corrí, puede que media docena, no los conté, solo me dejé llevar por el deseo y el placer Cerré los ojos, separé los muslos, asenté los pies, levanté el culo y me dejé hacer.

Se corrió con un ronroneo muy parecido al mío. Al tiempo que su cuerpo se relajaba, apartó el cabello de mi nuca y me dejó un beso muy tierno y suave.

―Tenía muchas ganas de follar contigo ―murmuró.

―Yo también tenía muchas ganas ―y añadí― Me tienes a tu disposición para follar como hoy las veces que quieras.

Y nos abrazamos muy fuerte, nos comimos la boca y nos fuimos a la cama donde dejamos que la madrugara nos encontrara. Pocas noches he tenido como esa, no hubo parte de mi cuerpo que no hubiera sido besado, acariciado, lamido, chupeteado, tampoco del suyo. Fue una noche interminable de orgasmos.

Es verdad, desde mi adolescencia, cuando Alfonso se convirtió en un chico alto y guapo, de ojos azules, agradable rostro y cuerpo atlético me excitaba la idea de tener una aventurilla con él, pero su hermana me lo hubiera impedido. Aunque la verdad yo no pensaba en tanto como ese día, pensaba solo en una pajilla que es a lo más que mi corta imaginación de entonces me permitía desear. Este polvo superó todas las expectativas.

Luego hubo muchos otros, en lugares de lo más insospechado, en todas las posturas que te puedas imaginar y más, follamos mucho y bien. Me la ha metido por todos los sitios, me lo ha comido todo y yo a él, más de una vez hemos acabado cubiertos de saliva por las mutuas comidas, lamidas y chupadas. Tiene una de las pollas que más me gusta comer.

Ahora somos pareja de amigos con derecho a roce, aunque no sea una relación formal y no lo hayamos hecho ni oficial ni oficioso, son muchas nuestras amistades que no dudan que nos acostamos regularmente, incluso su hermana, mi gran amiga. En algún que otro acto social, e incluso familiar, nos hemos presentado como pareja y si el acto es en otra ciudad compartimos habitación de hotel. Cuando Alfonso necesita una pareja para algún festejo recurre a mí. Yo acepto encantada y nos comportamos con total naturalidad. En una ocasión su hermana me preguntó acerca del sexo con su hermano, yo hice un mohín me mordí el labio inferior y le guiñé un ojo, desde entonces nunca más ha vuelto a preguntarme. Ni siquiera cuando Alfonso le pide el chalet de la costa para pasar unos días de playa conmigo. Me encanta tomar el sol desnuda a su lado y mucho más que me extienda el protector solar, por todo el cuerpo. Algún día te contaré.

Alfonso me vuelve loca y me hace el amor como pocos, es muy buen follador, un gran amante., un extraordinario compañero. Le encanta mi culo por donde intenta metérmela cuando puede. Solo usamos condón en la primera vez que follamos y una temporada que contrajo un hongo. Vete tú a saber dónde la habría metido. Es tan promiscuo como yo, o mejor liberal. Pese a que me constan sus constantes aventuras sexuales y sus conquistas, jamás me ha dicho nada, ni insinuado, pero nunca lo ha ocultado. Tampoco me ha preguntado nunca si yo me acuesto con otros o que hago cuando no estoy con él. Tampoco me preguntó más por su sobrino Alfonsito. Nunca me ha pretendido hacer suya, quizás porque sabe que un poco ya lo soy. Quizás si me lo pidiera formalmente me iría con él pero creo que no sabría renunciar a mis otros hombres y mujeres.

A veces me hace regalos muy íntimos.

Q.

 

 

Cartas de Q

Q es un amiga que nos cuenta su ajetreada vida sexual en forma de cartas, periódicamente nos envía una para darnos a conocer su intensa vida sexual. Discreta como pocas, es una mujer que disfruta del sexo intensamente practicándolo de forma entregada y libre.

Dispone de un amplía lista de compañeros de juegos y también de compañeras. Desde sus sobrinos, tío, vecino, amigas, hijos de sus amigas, en definitiva, cualquiera que sea capaz de cumplir sus exigencias sexuales.

Van dispuestas según se han ido recibiendo, la más antigua arriba y la más moderna al final, aunque cronológicamente no sigan el orden establecido.

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