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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
Alfonsito, el hijo de mi amiga
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Querido Bedri:

Ya te he hablado de Alfonsito, hijo de una de mis grandes y mejores amigas. Es un chico encantador, incansable, divertido, innovador y gran follador; y cada día lo es mejor.

Ya te he contado como empezó nuestra relación, únicamente sexual. Porque es el sexo lo único que me mueve a compartir mi cama con este jovencito imberbe, descarado e incansable. Conmigo es atrevido, directo y sincero. Me trata de zorra, puta, putón, golfa, guarra y otros epítetos del mismo estilo que repite cada vez que me folla o está caliente y salido. La verdad es que tiene razón, yo misma me considero un zorrón.

Durante el curso escolar, una vez por semana viene a casa para que le ayude con las matemáticas. Es muy buen estudiante pero le estimulo premiándole con sexo, follamos si obtiene buenas notas, hasta hemos hecho una tabla, una especie de tarifa, donde se especifica cuantas veces follaremos según la puntuación obtenida en cada asignatura o examen; que ambas cosas se contemplan. El piensa que me ha engañado pero no sabe que he sido yo que me he dejado engañar. Sabes que puedo hacer casi cualquier cosas por un buen polvo y estos los son. La verdad es que ha mejorado mucho el rendimiento escolar, incluso en aquellas asignaturas que no repasamos. Hacer el amor es bueno para el cerebro.

Con Alfonsito el sexo es especial, una sesión normal puede consistir en media docena de metidas, rápidas pero enérgicas. Puede llegar a ser insultantemente incansable. No suelo alcanzar el orgasmo la primera pero le estoy enseñando a comerme el coño y cada vez lo hace mejor. Me gusta su lengua nerviosa y torpe en este clítoris mío tan propenso a hincharse y ponerse duro. Como tu polla cuando me coloco con el culo en pompa para que me folles como tú sabes.

Entre polvo y polvo jugamos. Sí, jugamos, a los médicos, a los papas, lo que se tercie. Nos hemos explorado el cuerpo, especialmente el mío y sobremanera las tetas. El culo y el coño, me los he abierto para él, y él me los ha abierto. Me ha visto la vagina y me la ha tocado, ha metido sus jóvenes dedos, torpes, inquisitivos y juguetones, en ese lugar tan íntimo y que tanto gusto da, me hace unas pajas de cine. Me ha manoseado las tetas, me las ha analizado en detalle, toqueteado, apretado, chupeteado, pellizcado, ha logrado sacarme orgasmos así. Hacemos esas cosas que hacen los adolescentes y que yo no hice acomplejada y discriminada por mi acné. Ahora he recuperado este tiempo perdido, con Alfonsito y con mi amigo gordito.

De momento resulta ser discreto, le he advertido que si comenta algo, aunque sea una leve insinuación, se acabará todo y lo negaré. Le advertí que me harían más caso a mí. Es cierto que en una ocasión le sorprendí intentando hacerme una fotografía con el celular y le ordené borrarla amenazándole con no follar ese día. Y funcionó. Otra vez su madre me preguntó si sabía si Alfonsito tendría novia porque estaba raro. Yo puse cara de no saber nada de la vida íntima del chico. No puedo decirle a su madre que me lo follo.

Normalmente lo primero que hacemos es repasar las tareas del colegio. Luego follamos. Nos vamos a la habitación, nos desnudamos, le hago una mamada mientras me retuerce los pezones. Luego nos besamos, me pongo sobre la espalda, abro las piernas o me las abre él, me la mete y se corre dentro de mí. A veces también me corro yo. No vamos a la cocina a tomar algo. Volvemos a la cama, me abro de piernas para que me examine el coño. Es entonces cuando, si antes no me he corrido, me hace una paja. Me manosea el coño, me frota el clítoris, me mete los dedos buscando el maldito punto G que nunca encuentra pero me corro, busca una toallita y me seca bien el desparrame que acompaña mis orgasmos. No me importa que no encuentre ese dichoso punto porque la siguiente semana volverá a intentarlo y para eso me mete los dedos en el coño. A veces pienso que en una vida pasada fui una naranja que suelta su jugo cuando la exprimen. Luego, sin tiempo a recuperar el aliento me voltea, me coloca a cuatro patas, me la mete y me vuelve a follar. Esta vez sí me corro, excitadísima porque ha aprendido que llamarme puta, zorra, guarra, y otras cosas cuando me folla a lo perrito, me excita de una forma indecible. En esta postura me da muy fuerte, embiste con ganas.

Lo habitual suele ser que me deje caer de espaldas jadeando, me vuelve a limpiar con la toalla, me vuelve a separar las piernas e insultantemente me la vuelve a meter. Esta vez solemos corrernos casi al tiempo. El siguiente polvo, casi inmediatamente después, es conmigo encima. Marcando yo los tiempos. Con Alfonsito cogido a mi cadera, intentando acelerarme pero se resistirme. Esta vez ya nos corremos juntos o muy próximos. Al acabar me dejo caer sobre él que me acaricia la espalda, de la misma forma que lo hace Alfonso, su tío. A veces pienso que ambos saben lo que hace el otro conmigo. Es mucha casualidad que tío y sobrino se follen a la misma mujer y que me hagan las mismas cosas. Siempre tengo esta duda, que Alfonsito le contó a su tío que me folló y que ambos se han puesto de acuerdo para mantener mis favores sexuales. Aunque la verdad, el favor pudiera ser que me lo hacen ellos con esas sesiones de sexo sin límite.

El quinto polvo de la sesión suele consistir en un intento de remedo de una postura de la última película de cine porno que Alfonsito haya visto en Internet. Algunas veces las vemos juntos para copiarlas. Suele acabar en desastre pero los dos nos corremos y a mí me gusta hacer eso, que ya sabes que también lo hago con uno de mis sobrinos.

Si tenemos tiempo o uno de los dos está insatisfecho echamos otro polvo. Como este es más largo, me suelo poner yo encima y Alfonsito se deja hacer. Acostumbra a acariciarme las tetas y en eso ha mejorado mucho, los pellizcos son más suaves, mejor dados, en el sitio apropiado, los apretones ya no son tan salvajes. A veces intenta meterme el dedo en el culo pero aún no lo ha conseguido.

No sé el pero yo acabo agotada, satisfecha pero agotada, casi sin resuello. Menos mal que todo esto sucede en menos de una hora. Muchas veces, en cuanto me recupero, de ducho, me pongo algo de ropa encima y subo a ver si mi vecino del sexto necesita algo, como echarme un buen polvo. Que es lo que acostumbra a pasar. Así en la misma tarde, follo con mi amante más joven y con el más maduro. Me encanta eso.

Le he prometido que si saca muy buenas notas puede pasar un día entero conmigo, en mi cama, y hacerme lo que quiera. Tengo miedo que intente metérmela por el culo y para eso aún no está preparado del todo. Tengo que entrenarle, tengo que suavizarle porque es un poco brutote metiéndola. Es una pena que sea tan delicado limpiándome el coño o comiéndome las tetas y tan bruto metiéndomela. Eso sí, me encantan su pajas, me ha cogido el punto y me saca unos orgasmos bestiales. Como mis corridas son tan abundantes, en lugar de masturbarme le dice ordeñarme. La única vez que tuvimos sexo fuera de mi casa fue en la suya. Me hizo una paja genial metiendo la mano por debajo de mi falda y a cambio yo le hice una mamada completa en el comedor de su casa. Cuando llegó su madre, estábamos los dos tan compuestos y modositos divagando tonterías que temo que hubiera sospechado algo.

Alfonsito me ha hecho prometer, que su despedida de soltero será follándome un fin de semana entero, conmigo desnuda todo el tiempo como si fuera mi marido. Yo le he dicho que ya veríamos, que aún falta mucho tiempo pero mucho me temo que así será. También me ha pedido follar en la bañera que es un sitio que me gusta mucho. Me dejaré enjabonar y me hará una paja fantástica y luego follaremos dentro del agua.

P.D. Acaba de ponerme un wasap con las notazas que ha obtenido. Me temo que me va a follar de lo lindo porque ha sido casi todo matrículas de honor, que cada una de ellas está premiada con un día de polvos. Voy a estar muy atareada estos días. Y pensándolo bien, le voy a pedir que me folle el culo. Para ir entrenándole.

Q.

 

 

Cartas de Q

Q es un amiga que nos cuenta su ajetreada vida sexual en forma de cartas, periódicamente nos envía una para darnos a conocer su intensa vida sexual. Discreta como pocas, es una mujer que disfruta del sexo intensamente practicándolo de forma entregada y libre.

Dispone de un amplía lista de compañeros de juegos y también de compañeras. Desde sus sobrinos, tío, vecino, amigas, hijos de sus amigas, en definitiva, cualquiera que sea capaz de cumplir sus exigencias sexuales.

Van dispuestas según se han ido recibiendo, la más antigua arriba y la más moderna al final, aunque cronológicamente no sigan el orden establecido.

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