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La Página de Bedri
Relatos prohibidos
A donde fue a parar 3
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La noche era calurosa pero no agobiante y con el jefe tomándome la mano nos fuimos todos desnudos a la piscina. Reíamos y mi amante amiga estaba con los otros dos mientras yo era abrazada de atrás por mi “novio” sintiendo en mis nalgas como su miembro tendía a endurecerse. Mi amiga se daba piquitos con ellos mientras acariciaba sus miembros debajo del agua, era evidente que sabía bien de que se trataba.

Salimos para ir a cenar en forma muy frugal pero necesaria, mi macho me secó y no privó a sus manos de ninguno de mis poros. Nos lengüeteamos delicadamente y empecé a secarlo haciendo el mismo trabajo con el hasta lograr una erección plena. Los de mi amiga tenían una mano cada uno en sus nalgas y ella bajaba alternativamente a saborear las pijas.

Fue la primera vez que en mi vida me senté a la mesa a comer desnuda con los demás; mi macho me hacía mimitos dándome bocaditos en la boca y mi amiga sacaba la lengua para recibir de la boca de ellos trozos de comida. Todo estaba lejos del asco y aunque parezca mentira lo vi excitante. Comimos tranquilos riendo, mi amado no me sacaba la mano de mi pierna como yo cada tanto acariciaba su verga. Mi amiga se puso dulce en los pezones y sus amigos los chuparon, siguió con una frutilla sacada de su vagina que comieron los tres compartiéndola al unísono. Se fueron a un dormitorio y yo quedé con el capo a solas; me sentó en la falda y empezamos a besarnos de manera pasional mientras me toqueteaba por todos lados, tenia buena pija y su panza me resultaba entre desagradable y perversa por lo peluda. Tenía la pija al mango y nos pusimos de píe besándosenos; tomó mi mano y la llevó hasta ella para pajearla, me tomó del cuello y empezó a bajarme hasta que quedé con mi boca frente a ese nervio duro y lleno de venas; cerré los ojos abrí la boca y la metí adentro. Traté de chuparla con dulzura y pasión pero me costaba, no sabía, me separó la cara diciendo

—Angelito, a ver con la lengua, con la puntita ¿Es la primera pija que chupas?

—No seas malo papi, enséñame, no se pero quiero hacerlo.

—Si bebita así con la lengua alrededor y ahora como si fuera un chupetín despacito papi te coge la boca.

Estuve unos minutos siendo cogida por la boca ante sus jadeos y movimientos; ya me gustaba su sabor cuando se hizo saborear las pelotas y totalmente perdida la refregué por mi cara

—Papi, papi haceme lo que quieras, degenérame por favor.

Me levantó para abrazarme y empezar a caminar rumbo al dormitorio. En el trayecto hizo señas de silencio y asomamos a una habitación, ahí estaba ella con la cara de un hombre entre sus piernas mientras el otro le ponía la pija en la boca. Cambiaban la posición y hasta le pusieron las dos vergas en la boca, seguimos camino hasta entrar al dormitorio, me alzó en brazos depositándome en la cama con sabanas de seda que contrarrestaban el color de mi piel. Me mandó la lengua en la boca hundiendo un dedo en mi concha y otro en el culo, me estremecí escuchando su tranquila chanchita.

—Papi te va a enseñar— e hizo algo que me desesperó. Sacó los dedos de adentro mío y los llevó a su boca ponderando el sabor de mis flujos y culo. Me empezó a chupar la concha, era el primero como hombre pero ¿Cómo me creería? Empecé a pajearme con su lengua y no sé cómo su pija entro en mi boca, esto era el 69. De repente me giró y bajó su lengua por mi espalda hasta abrir mis nalgas con ella.

—No por favor. Dije.

Me puso de costado sin dejar de chuparme el culo y yo sabía que llegaba el fin de mi invicto. Me escarbó con su dedo, me pidió que me relajara y empezó, estaba demasiado caliente pero igual le pedí por piedad que no lo hiciera; no me contestó solo empujó y yo quise salir de sus manos y enredo de sus piernas pero seguía avanzando hasta que sentí el tope con mis nalgas y como hervía mi culo. Se movía lentamente a ritmo y con fuerza cuando me tomó de la pera e hizo que mirara un espejo grande. Allí estaba yo rodeada de sus brazos y piernas sin escape y el con su gordura reía victorioso susurrando

—Es nuevito mamita, que lindo, que boludo el que no te lo rompió. Ahora lo voy a usar hasta cansarme. Que divino mi puta culo roto.

Lo llenó de leche y yo quedé llorando con un gimoteo discreto pero soltando lagrimas a granel.

—Hijo de puta, te odio ¿Quien te pensás que sos,? No me vas a ver nunca mas.

Me acarició el hombro besando mi mejilla.

—Callate yeguita divina, todavía no te lo rompí bien, yo voy a decir cuando dejo de cogerte.

Me babeó el cuello y seguí llorando, no se si era culpa, nostalgia o porque en el fondo este hombre que me había comprado, me había hecho dependiente. Sentí su jadeo y lengua en cuello y oreja; entonces me arrodilló tomándome del cuello para llevar mi boca a su pija y cuando quise darme cuenta no llegué a cerrar la misma y parte de su lechita se fue a mi garganta y el resto golpeo mi cara. No tuve tiempo para el asco, solo tragué ese sabor amargo y salado cayéndoseme las lagrimas otra vez; y tratando de golpearlo me tomó de las muñecas recostándome en su pecho mientras le pedía que me soltara que me iba y el solo dijo —No, entraste en mi terreno y por curiosa vas a tener que investigar todo.

La paga fue más que excelente. Mi amante lésbica me llamaba muy de vez en cuando y era solo para estar con ella. Con ese viejo conseguí buen dinero y sacar la parte que tenía guardada muy adentro de mí, lo odié, me asqueó pero lo necesitaba hasta el punto que embarazada de seis meses de mi marido iba a acostarme con él y en una ocasión sus amigos se pajearon mirando cómo me cogía panzona y hasta por lo general el final de sus perversiones eran orinarnos uno al otro.

ADRO

A donde fue a parar

Estos relatos de Adro narran las aventuras sexuales de una joven mujer casada, masajista de profesión y su relación una hermosa mujer madura, su hijo y unos amigos de avanzada edad.

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