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La Página de Bedri
Vino
Tomando vino

Tomar un vino puede ser algo muy simple en todos sus aspectos pero sin por ello que cada uno de ellos resulte tremendamente determinante del resultado final, que disfrutemos del vino.

Uno de los factores importantes es la temperatura a la que va a ser servido el vino, para esto hay que identificarlo primero, por su variedad, edad y color. Cada vino posee su temperatura ideal, los blancos ligeros y espumosos se sirven a una temperatura de 7 º y los blancos con cuerpo a 11º, así no se pierden sus aromas y sabores, los tintos suaves a 15 grados y a 18 los que tienen cuerpo. No se debe olvidar que el vino debe tener la temperatura adecuada para tomarlo, pues las temperaturas muy frías tienden a ocultar los defectos, tales como demasiada azúcar, demasiada acidez, demasiado taninos, y está demasiado caliente, pierde todas sus propiedades, e incluso, podría ponerse ácido.

Descorchar una botella es una de las operaciones aparentemente simples que pueden dar al traste con la degustación de un buen vino si no se realiza de forma adecuada. Entre la salida de bodega y el servicio en la mesa, se rodeará la botella de vino de los mayores cuidados. La cápsula metálica se cortará por el nivel inferior del anillo. El corcho se extraerá sin atravesarlo y no debe presentar ningún olor, ni siquiera a corcho. La elección del sacacorchos apropiado resulta de gran importancia.

Cuando el sacacorchos penetra en el corcho, no debe atravesarlo, pues derivará en el desmigado del corcho que entrará en contacto con el vino, creando gran dificultad para apreciar el producto, principalmente cuando se trate de vinos antiguos.

Los vinos almacenados durante más de 3 años se deben abrir con cuidado de no agitar la botella, ya que con el tiempo tienden a formar cristales sólidos en el fondo de la botella. Si el vino presenta cristales sólidos y manchas en su composición, eso no quiere decir que no sea apto para el consumo, aunque sí necesita ser decantado. Este proceso puede hacerse  en casa dejando la botella de pie durante algunos minutos hasta que los posos se encuentren en el fondo de la botella, después separe el líquido de las partes sólidas trasladándolo a otra botella y teniendo cuidado de que los residuos se queden en la primera botella.

Una vez abierto el vino, este debe ser consumido rápidamente, preferentemente el mismo día, pues el vino en contacto con el aire se oxida y empieza a perder sus cualidades.

La experiencia indica ir de los vinos ligeros a los de más cuerpo, de los más firmes a los más suaves y de los más jóvenes a los más añejos.

Un vino sin pretensiones se servirá de manera sencilla, mientras que un vino de gran edad habrá sido puesto previamente en un cesto portador conservando posición horizontal de bodega.

Es bueno dejar que el vino se airee un poco. En caso de vinos añejos es bueno dejarles airearse al menos una hora antes de tomarlo.

Lo más importante es que el vino es bueno si te gusta.

Como abrir una botella de vino

A la hora de abrir una botella de vino, lo primero que se debe de tener en cuenta, es tratar de moverla lo menos posible, para que en el caso de que haya sedimentos estos no se revuelvan y enturbien el vino.

La botella debe colocarse en posición vertical y sujetarse firmemente evitando moverla para en primer lugar, con un corta cápsulas o un cuchillo bien afilado retirar la cápsula de metal o plástico que protege el corcho. Una vez descubierto el corcho, es prudente limpiar con un paño limpio cualquier suciedad.

Utilizando un sacacorchos, adecuado a cada caso, y evitando mover la botella se procede a extraer el corcho con cuidado, evitando en todo momento que se rompa; si se utiliza un sacacorchos de barrena, debe evitarse traspasar el corcho y así evitar que caigan restos del mismo sobre el vino. El corcho debe extraerse lentamente, girándolo si fuera necesario pero sin cambiar nunca la dirección del giro para evitar romperlo.

Una vez extraído, puede comprobarse el estado del corcho, al hacer una leve presión sobre el mismo, debe mantener la integridad y una cierta elasticidad, así como oler a vino, nunca a corcho ni por supuesto a otros olores.

Una vez abierta la botella, debe limpiarse la boca de la misma con un paño limpio, eliminando posibles restos de corcho o de cualquier otro tipo de pequeña suciedad que haya en la boca y en la parte interior del cuello de la botella.

Si existiera la posibilidad de que hubieran caído restos de corcho sobre el vino, puede utilizarse una copa auxiliar para verter un poco de vino , arrastrando las impurezas que hubieran podido caer.

Las normas del protocolo indican que debe servir primero una pequeña cantidad a la persona que eligió el vino, para que lo pruebe y decida si lo considera correcto. También, se puede servir una pequeña cantidad en la copa de la persona que consideremos más experta en vino para que de su aprobación.

Si la aprobación se produce, se procede a servir al resto de los presentes sin llenar las copas más de un tercio de su capacidad pero siempre teniendo en cuenta el tamaño de la misma.

Abrir un vino espumoso

Uno de los principales factores a tener en cuenta a la hora de abrir un espumoso, cava, champagne y otros similares, es la temperatura a la que va a ser servido, pues hay que tener en cuenta que la baja temperatura ocasiona un lento desprendimiento del gas, volviéndolo menos agresivo. Se recomienda que se enfríe en una cubitera para evitar el enfriamiento del corcho, que causaría dificultades a la hora de abrir la botella.

Tras el enfriado, inclinar la botella, retirar la cápsula superior y la argolla de alambre y girar en el sentido de las agujas del reloj presionando levemente hacia fuera, con cuidado de que no se rompa. Con la presión del líquido, el corcho empezará a salir, verter suavemente para que el gas se disuelva lentamente y la espuma mantenga sus características hasta el final. Al servir el espumoso, echar una pequeña cantidad y cuando se le vaya el gas rellenar.

Temperatura

Temperaturas de servicio
Vino temperatura
Tintos reserva 16-18º C
Tintos jóvenes con cuerpo 12-14º C
Tintos jóvenes ligeros 11-13º C
Rosados secos 7-10º C
Blancos secos crianza 8-11º C
Blancos jóvenes secos 7-10º C
Cava y Champagne Brut 6-8º C
Finos y manzanilla 6-7º C
Dulces 6-8º C
Licorosos secos 5-8º C

Antes de servir un vino, lo primero que tenemos que tener en consideración es la temperatura de servicio, que tiene que ser la correcta para cada tipo, para poder apreciar todas sus cualidades organolépticas.

Un vino tinto a una alta temperatura (22º C) puede parecer ardiente, por el exceso volátil del alcohol, y el mismo vino a su correcta temperatura se muestra más suave y fluido. Si por el contrario lo enfriamos a menos de 10º C iremos eliminando su capacidad olfativa y notaremos en exceso su cuerpo, y la astringencia provocada por los taninos.

Con lo que si el calor acentúa la acidez y el frió la astringencia, los vinos blancos y rosados, que no son astringentes por falta de tanino, tienen que servirse fríos, para disminuir la sensación de acidez, y afloran los componentes frutales y se vuelve agradable y refrescante.

El vino debe guardarse a una temperatura constante, lo más aconsejable es que sea entre los 5 y los 15º C, siendo la ideal entre los 10-12º C, y se tienen que evitar las variaciones bruscas de temperatura. A mayor temperatura el vino acelera su proceso de envejecimiento, con lo que se acorta su vida.

Las temperaturas teóricas ideales de servicio de los distintos vinos son:

Las copas

La clave en una buena copa es la simplicidad. No es conveniente usar copas talladas o coloreadas ya que estos elementos distorsionan los colores del vino y reducen notablemente la visibilidad, no olvidemos que el vino no es solo para beberlo, sino también para observarlo. Por lo tanto, lo mas recomendable es utilizar copas totalmente transparentes, lisas y finas tanto como sea posible.

La copa debe ser lo suficientemente grande como para permitir que el vino pueda moverse dentro de este antes de beberlo y así mejorar su aroma y sabor.

Atrás quedaron las copas de Bohemia y de cristal cortado. Esto por una simple razón, cuando estamos disfrutando de un vino queremos apreciarlo, disfrutarlo, juzgarlo, en otras palabras, comunicarnos con él.

La copa ideal deberá ser estrecha en la parte superior pero no abierta, para que no se escapen los aromas. El vidrio o cristal deberá ser lo mas delgado posible.

La copa de vino tinto debe ser mas amplia que la de vino blanco ya que necesita moverse, para poder respirar.

Antiguamente las copas de vinos tintos también eran mas grandes que las de vino blanco, pero por otros motivos, no se sabia que el vino debía respirar, era por protocolo, este mandaba que el anfitrión debía de servir el vino tinto, por mas que tuviera mayordomos, y para que este no estuviera que parar varias veces se hicieron las copas grandes y el vino blanco si podía ser servido por estos.

La copa para los espumosos, debe ser larga, pero aquí tenemos tres tipos de copas. La palmera que ya esta en desuso, era la copa baja, no es idónea por que es baja y no podemos apreciar el tamaño de la burbujas, un factor que nos indica la calidad de este, y luego por que son abierta dejando escapar todos las burbujas, estropeando el trabajo del elaborador, que en muchos casos le llevó años.

Los otros dos tipos de copas son la llamada flauta y tulipán, ambas son largas, pero si ya se quiere entrar al protocolo de servicio del cava, hay una diferencia entre ambas, la primera es la informal, y la otra es la formal, que que se sirve en la mesa.

Consejos y trucos
  • Antes de usarlas, lavar las copas o vasos en agua caliente, preferiblemente solo con agua y en su caso, enjuagándolas varias veces, para que no queden restos de jabón o detergente.
  • Es prudente asegurarse que las copas tengan la temperatura apropiada para el servicio del vino.
  • Para evitar que no se produzcan las deseadas burbujas del espumoso procurar pasar un paño limpio de hilo por las copas.
  • Las copas de vino tinto se llenan un tercio y las copas de blanco a la mitad.
  • De una botella de vino, se obtienen seis copas.
Copas Riedel

Riedel cambió el mundo del vino con su revolucionario concepto de la copa ideal, fue el primero en la historia en reconocer el efecto de una copa en la percepción del vino. Cuarenta años atrás detectó que el mismo vino en dos copas distintas, tenían diferente sabor dando pie a que se comenzaran a confeccionar copas de cristal especialmente diseñadas para cada variedad de uva.

Lo que hace la diferencia de Riedel con otras copas es la finura del cristal, este determina la apreciación visual, el tamaño del cuerpo, el área de evaporación y la presentación aromática, la abertura de la boca, le da la dirección al aroma y la esencia de este al primer contacto con el paladar.