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La Página de Bedri
Vino
Vinos claretes

El nombre proviene de la perversión e imitación de "Claret", el vino pálido tinto de origen Bordeaux. Comúnmente son elaborados con uvas tintas y blancas, realizando la fermentación con los hollejos. Su elaboración está justificada cuando se quiere producir vino con suficiente color rosado pero no se dispone de la cantidad necesaria de uvas tintas.

Como vino clarete se define como el procedente de mostos de mezclas de uvas blancas y tintas o de sus mostos y cuya fermentación se hace en presencia de los hollejos tintos; resultando según la definición de la Comunidad Europea como un vino tinto, elaborado con una mezcla de mostos blanco y de vendimia tinta. Los claretes más conocidos son los de Valdepeñas, elaborados aproximadamente con un 80 por 100 de mosto blanco de la variedad Airén y un 20 por 100 de la vendimia tinta de la variedad Cencibel (Tempranillo).

Durante unos años, en especial en La Rioja (España), se denominó claretes a los vinos tintos de crianza o reserva, que por el envejecimiento perdían parte de su color, llegando a etiquetarse con esta denominación. Hoy en día esto ya no ocurre.

En algunos lugares se denominan así a los vinos rosados aunque estos se elaboran de forma diferente.

La diferencia entre un rosado y un clarete es que mientras el primero se elabora como un vino un blanco pero con uvas tintas o mezcla de tintas y blancas, el clarete es como un rosado pero elaborado a la manera de los tintos y con periodos de maceración cortos.

Elaboración

El Clarete es un vino elaborado de forma semejante al vino tinto, realizando la fermentación con los hollejos, pero con una buena proporción de uvas blancas, de forma que se obtiene un vino con poco color.

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Clasificación del vino clarete

Según el tipo de variedades utilizadas, del procedimiento de elaboración y del tiempo de envejecimiento de los vinos en barrica y en botella, tendremos:

  • Joven o de Año: no ha pasado ningún tiempo en barrica o no el suficiente para ser considerado crianza.
  • Crianza: ha pasado entre seis y doce meses en barrica (según lo marcado por las diversas denominaciones de origen), permaneciendo reposando en botella hasta el tercer año tras su elaboración, antes de poder ser comercializado.
  • Reserva: como mínimo un año en barrica y reposo en botella hasta transcurrido el cuarto año desde su elaboración.
  • Gran Reserva: al menos 18 meses en barrica y tres años en botella, pudiéndose comercializar tras el sexto año. A esta etapa solo llegan las cosechas excepcionales.