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La Página de Bedri
Vino
Vinos secon con madera
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La página de Bedri

Desde antiguo, el hombre viene utilizando la madera como base para fabricar recipientes en los que pueda almacenar sus vinos, pues dada su naturaleza líquida necesitan un recipiente como continente. Pronto aprendió que el grato aroma y las notables características de determinadas maderas (roble, castaño, tea, raulí, etc.) aportaban al vino características específicas generadoras de una mayor satisfacción cuando consumía los vinos puestos en contacto con la madera. Todo esto le condujo a generar procesos tecnológicos que incorporan la madera al propio proceso de elaboración en sí mismo y que han llegado a formar parte del planteamiento productivo del propio vinicultor.

Es lo que ocurre en los vinos blancos secos con madera, que pueden recibir, dentro de estas tecnologías, un doble tratamiento. Algunos fermentan mientras el mosto se encuentra en recipientes de madera, otros lo hacen en recipientes de acero inoxidable para ser posteriormente mantenidos en envases de madera, normalmente nueva y de roble, ya sea americano o francés,  entre dos y diez meses, según el aroma a madera que se quiera aportar al vino. Incluso a veces ambos tratamientos se aplican de forma simultánea y/o sucesiva.

Propiedades

Sea como fuere, se obtienen blancos de fuerte personalidad, muy diferente a la de aquellos que no han entrado en contacto con la madera. Son vinos con más cuerpo, mayor extracto y, por ende, más intensos en boca. Pierden características aromáticas frutales y florales, que son sustituidas por la propia madera, la vainilla o las especias. Dejan de lado lo etéreo y lo elegante de un blanco seco natural pero obtienen, por contra, una personalidad más intensa y más definida.

Una variedad especialmente idónea para producir vinos blancos secos con madera es la variedad chardonnay y, dentro de las variedades autóctonas españolas la godello, la albariño y la verdejo.

Maridaje

Por lo tanto, estos blancos de acusado carácter piden, a su lado, recetas marineras fuertes, más suculentas incluso que las demandadas por los que carecen de madera, e incluso otros platos protagonizados por cereales o pasta, y hasta carnes no excesivamente rotundas, como el pavo o el pollo.