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La Página de Bedri
Vino
Vinos jóvenes afrutados

El resultado final del proceso de elaboración de un vino es el llamado, en todos los casos, "vino nuevo" el cual puede tener diversos destinos:

Si se ha diseñado y efectuado el proceso de elaboración para que se deba beber el vino en su primer año de existencia, estamos ante los llamados "vinos jóvenes", los cuales son, sobre todo, blancos o rosados, aunque no absolutamente, pues también han tintos con estas características.

Si el proceso de elaboración se ha diseñado y efectuado para que los vinos se consuman en etapas posteriores, una vez haya finalizado su elaboración, estamos ante un vino nuevo destinado a la "guarda", normalmente con procesos de crianza y envejecimiento,

Algunas variedades de uva aportan un "afrutado" especial, una característica que figura en el carné de identidad de algunos vinos. Esto origina que el nombre de la uva esté considerado por el consumidor como un factor distintivo de una determinada calidad.

Características

Tienen aromas muy diversos, que se pueden clasificar, en función de la naturaleza química de los compuestos, en "terpénicos" y "no terpénicos". Entre los primeros, las variedades más conocidas son la Gewurztraminer (o Traminer en sentido más amplio), la Moscatel (Muscat en otros países), la Schaiber y la Torrontés (originaria de Galicia y característica de Argentina), que da lugar a vinos, no sólo "afrutados", sino aromáticos.

Entre los "no terpénicos" se encuentran variedades tan notables como la Albariño, la Godello, la Verdejo, la Riesling, la Semillón, la Macabeo o la Viura, en las que se encuentra un maravilloso abanico de aromas a frutas carnosas (como la manzana, la ciruela el melocotón o los cítricos), a otras más pequeñas (como la grosella, la fresa o el cassis), a las tropicales (maracuyá, plátano, piña) e incluso a los frutos secos, como la almendra.

También hay vinos en los que se mezclan los aromas "terpénicos" y "no terpénicos", como los que proceden de las variedades Sauvignon Blanc y Chardonnay.

Maridajes

En general, los blancos jóvenes afrutados son grandes compañeros en la buena mesa, pues complementan a pescados, mariscos y carnes blancas y de ave. Entre ellos, las variedades Riesling y Albariño constituyen dos buenos ejemplos de su gran calidad.