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La Página de Bedri
Café
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Origen

Existen muchas versiones acerca del origen del café y existen muchas leyendas acerca del mismo. Parece ser que el café es originario de Persia o de Etiopía.

No se conoce exactamente el momento en el que la primera persona descubrió los efectos de la planta del café y preparó una bebida a partir de las bayas, pero se cuentan diversas historias sobre sus orígenes.

Se considera que fue el botánico alemán Léonard Rauwolf quien, por primera vez, describió el cafeto en un libro publicado en 1583.

Se supone que los hombres primitivos, imitadores de las costumbres de los animales, observaron como algunas plantas los atraían. Esta sería la justificación para que desde muy tempranas épocas de la historia, el hombre masticaba café. Algunos frutos maduros del café son de sabor dulce y las estimulantes que contienen generan sensación de bienestar.

Parece que las tribus africanas, que sabían del café desde la antigüedad, molían sus granos y elaboraban una pasta utilizada para alimentar a los animales y aumentar las fuerzas de los guerreros. Su cultivo se extendió en primer lugar en la vecina Arabia, llevado probablemente por prisioneros de guerra y  donde se popularizó aprovechando la prohibición del alcohol por el Islam. Yemen fue un centro de cultivo importante, desde donde se propagó al resto del mundo árabe.

Los datos arqueológicos disponibles hoy en día sugieren que el café no fue "domesticado" antes del siglo XV: el proceso de elaboración de la bebida, largo y complejo, explica quizás el descubrimiento tardío de las virtudes de las semillas del cafeto, poco atractivas inicialmente. Al comienzo se propagó con la siembra de largas estacas plantadas en forma de arco sembrando sus dos extremos. No se utilizaba la propagación del café mediante las semillas. Los recientes descubrimientos (1996) de un equipo arqueológico británico, aún por confirmar, dejan entrever la posibilidad de que el consumo comenzara a partir del siglo XII, en Arabia.

Lo que parece ser cierto es que el café se empezó a consumir en las altiplanicies de Abisinia, donde crecía en forma silvestre su modalidad llamada Arábica. De Etiopía pasó a Arabia y a la India, probablemente a través de peregrinos musulmanes que viajaban a La Meca, ya que las rutas de peregrinación fueron al mismo tiempo, durante siglos, grandes rutas comerciales. Pero los grandes propagadores del café fueron los holandeses, que explotaron grandes plantaciones del mismo en sus colonias de Ceilán e Indonesia. Ellos fueron los importadores del cafeto y quienes lo aclimataron en los jardines botánicos de Ámsterdam, Paris y Londres, desde donde pasó a la Guayana holandesa, al Brasil, a Centroamérica y a otros muchos países. Gracias a lo cual en tres siglos esta infusión ha pasado de ser casi desconocida a convertirse en una bebida universal que Bach, Balzac, Beethoven, Goldoni, Napoleón, Rossini, Voltaire y otros muchos personajes de la historia han consumido en grandes cantidades y elogiado desmesuradamente.

Los árabes fueron los primeros en descubrir las virtudes y las posibilidades económicas del café. Desarrollaron todo el proceso de cultivo y procesamiento del café y lo guardaron como un secreto. Los Árabes también trataron de evitar la extradición de cualquier semilla de café como sucedía con el o el gusano de seda en China.

El primer cultivo sistemático de café empezó en los jardines en forma de terraza del Yemen, y con la ayuda de la peregrinación islámica a la Meca y Medina, el uso del café se extendió al Oriente Próximo. Más tarde el cultivo llegó hasta Arabia y Egipto, donde la costumbre de tomar café (o "Kahweh") pronto se convirtió en hábito diario.

También es muy antigua, la costumbre de invitar a los amigos visitantes a sembrar una planta de café, como símbolo de buena voluntad y afecto.

Se cuenta que, alrededor del año 1000, Avicena utilizaba el café como una medicina.

Posteriormente, en la historia encontramos a los etíopes consumiéndolo como estimulante y disipador del sueño. Lo utilizan en muchas ocasiones, como ejemplo en las largas ceremonias religiosas.

Muchos años después, los turcos tomaron la costumbre de beberlo, pero tostando primero la semilla que molida la remojaban para hacer una bebida que llamaron Kahve.

Uno de los más antiguos escritos que hace referencia al café es llamado "The Success of Coffee" (El éxito del café), escrito por un sensible hombre originario de la Mecca llamado Abu-Bek a principios del S.XV y fue traducido al Francés en 1699 por Antoine de Gailland, el mismo que tradujo "Thousand and One Arabian Nights" (Las mil y una noches).

El café comenzó a conocerse en Europa a partir de principios del siglo XVII, y su popularidad creció con gran rapidez. Los establecimientos de café se multiplicaron por doquier, sobre todo en Italia, Gran Bretaña, Holanda, Francia y Alemania. A comienzos del siglo XVIII, los holandeses extendieron el cultivo del café hasta Indonesia; los franceses llevaron algunas plantas a Martinica, mientras que los españoles, por su parte, comenzaron a introducir plantaciones en el Caribe, América Central y Brasil.

Referente a su origen botánico, prácticamente existe consenso científico que sus inicios es en el noreste de Africa, en Etiopía, antiguamente denominada Abisinia, es allí donde se han encontrado las plantas de café silvestre más antiguas.

Leyendas

En cuanto a las leyendas, la más popular, nos relata la historia de un joven y su apuesto curandero llamado Ali, que trabajaba exitosamente en el bullicioso mercado de Gondar. Comarca del Africa Oriental, su vida transcurría sin contratiempos hasta que un día la princesa Jazmín, (no podía ser otro el nombre), que era la hermosa hija del terrible Negus Neguesti, rey de reyes, pasó por el mercado.

Lo demás es como en todas las tradicionales novelas de amor y aventuras: se encontraron las miradas, las de Alí y Jazmín, y brotó de inmediato un profundo y tierno sentimiento. Amor sublime, amor eterno.. Por supuesto, que el romance duró solo hasta que el malvado rey se enteró que el plebeyo Alí, flaco, desgarbado y sin un centavo, pretendía a su tesorito. (Al parecer en esos tiempos la medicina no era una profesión muy lucrativa). El Negus, ordeno atrapar al osado y lo deportó al bosque más lejano que encontraron sus tropas y en el término de la distancia el galán estaba fuera de circulación. El pobre Alí, abatido, comprendido, que solo consiguiendo un regalo diferente y magnífico, tendría alguna oportunidad de reconquistar a su amada Jazmín.

Dice la leyenda que trabajó durante tres años, día y noche, sin descansar, buscando tan ansiada ofrenda. Para no quedarse dormido, comenzó a tomar una infusión que había descubierto casualmente cuando unas bayas de un arbusto cercano cayeron en el agua donde hervían sus alimentos.

Cuando Alí estaba a punto de desfallecer, sin haber encontrado el talismán que buscaba, y tomando el último trago de su amargo café, brotó de pronto como una luz la gran idea. Desde hacía muchos meses tenía ante sus ojos el regalo que buscaba, lo había tostado, disfrutado de su negra y olorosa infusión y reconfortado con su calor interno, por supuesto estamos hablando del Café.

Alí, llevó su regalo al sultán Negus Neguesti, y este quedó tan satisfecho con el presente, que en recompensa le otorgó la mano de Jazmín. Los siguientes años las pasó el rey, plácidamente, viendo jugar y crecer a sus nietos en los regios jardines de palacio, mientras compartía con sus numerosas esposas, Alí y Jazmín unos deliciosos cafecitos. Lo más chocante de esta historia es que la antigua Abisinia era, y sigue siendo, un reino cristiano, por lo que los nombres de Alí y Jazmín, muy holiwudienses,  no son creíbles teniendo además, que el Negus, también León de Judea era un ferviente cristiano y por lo tanto solo podía tener una esposa, eso si, de cada vez.

Según otra historia, el café tiene su origen en el siguiente episodio: un tal Omar y a sus seguidores fueron expulsados al desierto para que murieran de hambre. Omar hizo que sus seguidores cocieran en agua una planta desconocida que encontró. Omar y sus seguidores no sólo no murieron sino que experimentaron  unos efectos excitantes y todos creyeron en un milagro.

Otra tradición, que viene del año 450 de nuestra era, dice que un inquieto pastor de cabras abisinio llamado Kaldi, en la región de Kaffa (Abisinia), observó cómo sus cabras se volvían juguetonas y alegres después de comer las bayas rojas de un arbusto. El pastor, al ver tanta euforia, también probó la semilla y experimentó una sensación agradable y euforizante no habitual en él apreciando sus cualidades energéticas. El curioso Kaldi llevó muestras de estas bayas y ramas al convento de Kaffa y transmitió allí el testimonio de su experiencia al Abad del convento.

El inteligente sacerdote, de esa iglesia Cristina Ortodoxa, cuyo nombre se desconoce; inició con Kaldi, una serie de experimentos. Entre los cuales estuvo la preparación de una infusión, que en las primeras pruebas fueron calificadas de horribles, terminando todas en el fuego de una hoguera, donde los restos de la planta y sus frutos comenzaron a desprender un aroma intenso, diferente y muy agradable.

Este fue el inicio experimental, para intentar tostar las bayas, antes de preparar la infusión. Habían descubierto el café, la bebida social reconfortante más popular del mundo.

Hay una versión parecida que convierte en musulmán al pastor pero eso es difícil puesto que además de lo mencionado para la leyenda anterior, Mahoma no nació hasta el año 570.

Una cuarta leyenda sobre el café viene de Arabia. hacia el año 570 nació Mahoma en la Meca, este extraordinario personaje, después de haber comprendido las características del mundo terrenal y divino, meditó durante 15 años sobre las características de su pueblo y las necesidades de una reforma religiosa y social de la nación Árabe.

Escribió el Corán, el libro sagrado de los musulmanes y atribuido por el profeta a dios mismo. En una colección de dogmas y preceptos morales, presentó el fundamento de la civilización musulmana, la única fuente del derecho, la moral, la administración y la vida misma. El Corán admite la predestinación, "Estaba escrito" dicen los musulmanes cuando les sucede una desgracia, pero, el Corán también hace al hombre responsable de sus actos. La obra de Mahoma le hizo ganar un gran número de discípulos, pero también una gran cantidad de adversarios, cuando éstos fueron mas poderosas, en el año 622 tuvo que huir, esta fuga (Hegiría) es considerada en la historia como el principio de la era musulmán.

Estalló la gran guerra y Mahoma vencedor, hizo en 629 un viaje solemne a la Meca, de la que se apoderó en 630. Poco a poco fueron sometiéndose todas las tribus rebeldes y quedó fundado definitivamente el islamismo. Un día en que Alá vio a su profeta apenado por la indolencia humana, atribulado por la gran cantidad de tareas y problemas por resolver, le envió al arcángel Gabriel con un regalo que lo animará y le diera consuelo, un presente "Negro como la piedra negra de la Kaaba".

Mahoma, buscó un nombre al regalo recibido y lo llamó "Qahwa" que significa excitante, energético, vigorizador, el café había entrado por la puerta grande al mundo árabe.

Otra historia señala a un médico árabe llamado Rhazes, quien lo menciona como una medicina alrededor del año 900 d. de C.

Difusión del café en el mundo

En el siglo XV, los musulmanes introdujeron el café en Persia, Egipto, África septentrional y Turquía, donde la primera cafetería, Kiva Han, abrió en 1475 en Constantinopla, la antigua Bizancio hoy Estambul.

El cafeto y café no eran conocidos en Europa antes de 1450. En esa fecha se bebía café en Adén, llegando a La Meca a finales de ese siglo. En 1510 ya se encuentra en El Cairo, en 1555 en Estambul y así va avanzando en el Mundo Islámico entre períodos de prohibición y tolerancia. Como es sabido, los musulmanes tienen prohibido el alcohol y se dieron con fruición al café. Lo cierto es que, hoy por hoy, el café se ha convertido en una bebida casi imprescindible en nuestra cultura y en nuestras costumbres.

El café llegó a Venecia en 1615 y en 1644 un comerciante apellidado La Roque introdujo los primeros granos en Marsella, de donde se expande su consumo a toda Francia. A mediados del siglo XVIII el consumo de café se ha generalizado en toda Europa y se han plantado cafetos en los principales jardines botánicos.

El café comenzó a conquistar territorio en todo el mundo como la bebida favorita en Europa llegando a Italia en 1645 cortesía de el comerciante Veneciano Pietro Della Valle. Inglaterra comenzó a tomar café en 1650 gracias a el comerciante Daniel Edwards, quien fue el primero que abrió un establecimiento de venta de café en Inglaterra y en Europa.

Otro autor, H.J.E. Jacob, afirma que el café como bebida en Europa comienza en Viena, en el año de 1683, con el segundo sitio de esta ciudad por el ejercito turco bajo el mando de Kara Mustafá. Cuando los sitiadores incapaces de conquistar la ciudad se retiran dejan abandonados varios sacos de café que los vieneses consumen durante las celebraciones de la victoria acompañándolo de unos bollos de pan vienés en forma de media luna. Según esta historia, tanto el café  como los bollos pasarían a Francia llevados por el sequito de la segunda esposa de Napoleón, la princesa austriaca María Luisa de Austria (12 de diciembre de 1791 - 17 de diciembre de 1847), hija del emperador Francisco I de Austria. Convirtiéndose en el café aû lait o café con leche de los franceses y los croissant. Jacob además da crédito a un héroe de la época, Josef Koltschitzky, por abrir el primer "Café" en Septiembre 12 de 1683 en el centro de la ciudad de Viena.

Pese a la cita anterior dicen que el café llegó a Francia a través de el Puerto de Marsella. En 1660 algunos comerciantes de ese puerto quienes sabían del café , sus atributos y efectos por sus viajes alrededor del mundo, decidieron llevar unos cuantos sacos desde Egipto y en 1661 la primera tienda de café abrió en Marsella.

También la historia señala a Soliman Aga, el embajador de Persia en Paris durante el reinado de Luis XIV, como el primero en introducir el café en la Monarquía y la alta sociedad Francesa.

En 1670 se abrió la primera cafetería en Berlín. En París, el café Procope fue el primero en abrir, en 1686, inventando una nueva forma de preparar el café: haciendo pasar agua caliente a través de un filtro con café molido.

La primera tienda de café en Paris fue abierta al público en 1672 por Pascal Armeniano en la tradicional avenida Saint German. Un Siciliano de nombre Procopio abrió una tienda similar cerca, donde se reunían alrededor del exquisito sabor del café, muchos de los elementos más representativos de la sociedad parisina de la época. En 1689 Procopio trasladó su tienda de café a un lugar cercano al Teatro de la Comedia Francés donde prosperó hacendose conocido en todo Paris.

A mediados del siglo XVIII todas las ciudades europeas tenían cafeterías, y, en 1734, Johann Sebastian Bach compuso su Cantata del café (BWV. 211).

El café cruzó el Atlántico en 1689 con la apertura del primer establecimiento en Boston. La bebida ganó popularidad y obtuvo el rango de bebida nacional después de que los rebeldes lanzaran al mar el sobretasado por la corona Británica durante el motín del en Boston. Esta operación clave se preparó en la cafetería Dragón verde.

El café alcanza su completa aceptabilidad social en el siglo XVIII. Pronto los grandes cultivos se desplazan a Ceilán e Indonesia consolidándose posteriormente en América del Sur.

El café comenzó a cultivarse en las colonias inglesas, en particular en Ceilán, pero las plantaciones fueron devastadas por una enfermedad y finalmente sustituidas por plantaciones de . En 1696, los holandeses lo hicieron cultivar en Indonesia y Java.

Las primeras referencias sobre la llegada del cafeto a América datan del siglo XVIII, tras recibir el rey Luis XIV de Francia unas plantas de café como regalo del municipio de Ámsterdam que se conservaban en los invernaderos reales. Años más tarde, en 1.723, un esqueje de una de estas plantas fue embarcada clandestinamente por el capitán de infantería Gabriel de Clieu y Gobernador de la isla de Martinica, con destino a América. Tras un duro y largo viaje, el cafeto fue plantado por el propio Clieu en su jardín, obteniendo su primera cosecha en 1.726, tres años después. Mas tarde se extendió en las cuestas del Monte Pelée en Martinica y Santo Domingo y cincuenta años más tarde, se cuentan ya 19 millones de plantas en Martinica.

Posteriormente, los portugueses introdujeron el cafeto en Brasil; más tarde los ingleses hicieron lo propio en Jamaica y Cuba, y los españoles en Colombia.

En 1722 se encuentra café en Cayena y en 1730 en La Martinica. En 1731 en Jamaica y Santo Domingo. Desde Santo Domingo el cultivo de café se extiende al resto de los actuales países productores de América.

La primera plantación en Brasil se estableció en 1727. Su industria dependía de la práctica de la esclavitud que se suprimió en 1888.

Las primeras semillas de café fueron llevadas a Colombia desde las Antillas Francesas y los primeros cultivos en pequeña escala se registraron en los últimos tiempos coloniales, sobre todo en el departamento del Magdalena en 1785.

Las primeras plantaciones colombianas a mediana escala se registraron en 1808 en Cúcuta y en 1813 Ignacio Ordóñez de Lara fue el primero en contar con una cultivo de 7.000 palos de café. En la región colombiana del Cundinamarca fue Tyreel Moore en 1867 quien estableció los primeros cultivos y Mariano Ospina Rodríguez en el departamento de Antioquia. En el llamado eje cafetero colombiano en el Departamento de Caldas los responsables fueron Eduardo Walker en jurisdicción de La Cabaña y Antonio Pinzón en el Aguila y para 1890 el café se constituye en base de la economía regional. En 1886 Simón López lo extendió a la ciudad de Pereira de donde partió la expansión del cultivo a zonas del Quindío y al Valle del Cauca.

Cuando el café alcanzó las colonias estadounidenses, no tuvo inicialmente tanto éxito como había tenido en Europa, ya que los colonos lo veían como un pobre sustituto del alcohol. Sin embargo, durante la Guerra de la Independencia, la demanda de café aumentó hasta tal punto que los distribuidores tuvieron que agrupar las escasas existencias y subir precios drásticamente; parte de ello se debió a la disponibilidad reducida de de los mercaderes británicos. El consumo de café entre los estadounidenses aumentó durante principios del siglo XIX, tras la Guerra de 1812, que había acabado con el acceso a las importaciones de , y la gran demanda durante la Guerra de la Independencia, así como muchos adelantos en la tecnología para la elaboración de la bebida cimentó la posición del café como un producto diario en Estados Unidos.

Según Squier, la llegada del café a Nicaragua se produce entre 1844 y 1848, siendo el último país de Centroamérica en iniciarse en esta actividad. Según Paul Levy, el cultivo del café se inicia en Nicaragua en 1848 en la Hacienda "La Ceiba" en Jinotepe, cuyo propietario es Manuel Matus.

Durante los gobiernos de Pedro Joaquín Chamorro, en 1877, y Roberto Sacasa, en 1890, se sentaron las bases para la apertura de amplias zonas del norte del país al desarrollo cafetalero. Según Paul Levy, en 1871 el volumen de café exportado por Nicaragua era de 11.000 quintales (un quintal son unos 45,5 kg).

Fue en el siglo XIX, cuando aparecen en España los primeros establecimientos dedicados a la venta de café, concretamente en Cádiz, Madrid y Barcelona. Los más conocidos, aún hoy en día, son el café Gijón de Madrid y el Siete Puertas de Barcelona.

En 1900 la firma "Hermanos Hill" comienza a envasar al vacío café tostado. Este hecho precipita el fin de múltiples tostadoras locales.

El primer café soluble "instantáneo" data de 1901 y su inventor es el químico americano de origen japonés Satori Kato.

En 1903 el importador alemán Ludwig Roselius ofrece un lote de granos de café a unos investigadores que perfeccionan el proceso de extracción de la cafeína sin destruir el sabor. El café así preparado se introduce en Estados Unidos bajo la marca "Sanka". El químico inglés George Constant Washington perfeccionó el proceso y creo otro procedimiento más eficaz.

Durante la década de los 20, debido a la prohibición de las bebidas alcohólicas, el consumo de café se disparó en los Estados Unidos. Aunque en 1940 la prohibición había sido levantada, ese año los Estados Unidos importaron el 70% de toda la producción mundial. Durante la II Guerra Mundial, los soldados norteamericanos recibían café en sus raciones de campaña junto con leche condensada y chocolate.

En 1938 la firma Nestlé desarrolla su producto "Nescafé" y lo introduce en Suiza.

En 1946 el italiano Achilles Gaggia perfecciona su máquina para producir café expreso. La palabra "capuchino" proviene de la semejanza entre el color de este café y el color de los hábitos de los monjes de esa orden.

El verdadero florecimiento de los Cafés de artistas e intelectuales tuvo lugar en el siglo XIX.

Prohibiciones y prejuicios

Los efectos del café eran tales que fue prohibido en la llamada de imanes ortodoxos y conservadores en La Meca en 1511 y en El Cairo en 1532, pero la popularidad del producto, en particular entre los intelectuales, impulsó a las autoridades a cancelar el decreto. En 1583, Léonard Rauwolf, un médico alemán llegado de vuelta de un viaje de diez años en Oriente Medio, fue el primer occidental en describir el brebaje: Una bebida tan negra como la tinta, útil contra numerosos males, en particular los males de estómago. Sus consumidores lo toman por la mañana, con toda franqueza, en una copa de porcelana que pasa de uno a otro y de la que cada uno toma un vaso lleno. Está formada por agua y el fruto de un arbusto llamado bunnu. Estos comentarios llamaron la atención de mercaderes, a los que la experiencia del comercio de las especias les había hecho sensibles a este tipo de información.

En la Meca, el 20 de junio de 1511, el emir Khair Bey observó a un grupo de hombres bebiendo café. Observó las características particulares y juntó a un grupo de doctores y juristas para decidir si la bebida se ajustaba al Corán, que prohíbe toda forma de intoxicación. Como observa Antony Wild, es fácil olvidar que el café contiene cafeína, una potente droga, cuya introducción necesita de un consenso cultural, pero no de un consenso médico en Occidente. Por ello, agitados debates acompañaron a los inicios de la introducción del café en el mundo islámico. El entusiasmo era tal que una ley turca de la época sobre el divorcio precisaba que una mujer puede divorciarse de su esposo si éste no llegaba a proporcionarle una dosis diaria de café.

En 1511, Khair Bey hizo cerrar todas las cafeterías, llevando a cabo además una campaña de desinformación contra los perjuicios del café cuando se enteró de que las críticas contra su poder provenían de bebedores de café. El cierre de las cafeterías causó rebeliones, lo que incitó al gobernador de Egipto a cancelar la prohibición. El consumo de café pudo entonces proseguir su desarrollo. En 1630 había ya un millar de cafeterías en El Cairo. La prohibición volvió de nuevo a Europa tras la apertura de las cafeterías y, curiosamente, por las mismas razones, es decir, creer que la ingesta de café desarrolla el espíritu crítico, favoreciendo probablemente los intercambios intelectuales entre consumidores.

El café llegó a Europa alrededor del año 1600, gracias a los mercaderes venecianos. Se aconsejó al Papa Clemente VIII prohibir el café, pues representaba una amenaza de los infieles. Después de haberlo probado, éste último bautizó la nueva bebida, declarando que dejar sólo a sus infieles el placer de esta bebida sería una lástima. El café fue bien recibido por los monjes por las mismas razones que los imanes: permite mantenerse despierto durante mucho tiempo y mantener el espíritu limpio. Los musulmanes, celosos de sus plantas de Coffea arábica, prohibieron su exportación. En 1650, un peregrino musulmán, Baba Budan llegó a coger siete plantas en la India, que plantó en Mysore, y cuyas plantas descendientes subsisten todavía hoy.

El café resulta especialmente reprobado en la parte protestante aunque no produciría reacciones tan ásperas como el tabaco. Ya en 1611 algunos terratenientes alemanes pusieron en marcha el sistema de prohibir su difusión. Estas medidas se mantienen durante al menos un siglo en el norte y este de Alemania, hasta que Federico II de Prusia despenaliza su uso sometiéndolo a un fuerte impuesto. El malestar ante el café prosigue en el norte de Europa hasta bien entrado el siglo XIX.

En el sur y oeste de Europa se observa mayor tolerancia. En los años 1650, comenzó a ser muy importado y consumido en Inglaterra, y se comenzaron a abrir cafeterías en Oxford y Londres. La primera cafetería en Londres se abrió en 1652.

Las cafeterías se convirtieron en lugares donde nacieron las ideas liberales, debido a su frecuentación por parte de filósofos y letrados, y donde se distribuían panfletos. En 1676, esta agitación incitó al fiscal del Rey en Inglaterra a pedir el cierre de las cafeterías, citando crímenes de ofensa contra el rey Carlos II y el reino. Las reacciones fueron tales que el edicto de cierre debió revocarse. Los flujos de ideas alimentadas por el café modificaron profundamente el Reino Unido. Se contaban más de dos mil cafeterías en el año 1700. La famosa compañía de seguros Lloyd's fue en su origen una cafetería fundada en 1688.

El café estuvo prohibido en Rusia, con penas de tortura y mutilación, cuando la policía zarista encontraba a alguien presa de una crisis nerviosa lo atribuía al café.